Habias bebido mucho otra vez, y no dejabas de decir cuanto odiabas a tu padre y aunque yo no lo conocia personalmente tambien lo odiaba por hacerte sufrir tanto. Escuchaba tus pulsos, ese sonido increíble que me arrimaba la vida y me involucraba en tu espacio mientras decias mi nombre (el que casi ya he olvidado) y me permitias lanzarme a tu comodo remanso donde todo se ve más variado.
Luego de tanto hablar de el, solo quebraste en sollozos.
Las lagrimas de tus ojos, me habian hecho prisionero, llevandome mar adentro donde tus penas estaban ensanchando tu alma y corazón
mientras tus heridas solo sangraban..Corregir tanta pena no pude a pesar de mis numerosos esfuerzos de intentar que cambiaras de aires, pues tu mala voluntad no parecia reaccionar y se embarco junto a tus inseguridades.
-Callate Mike.
Te fuiste. Tu alma de niño dejo ir mis palabras una vez mas dejandome esclavo y amarrado sin luna ni estrellas.