3. La muerte de Mark

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— Que bueno que salimos. —Georgiana dijo con una sonrisa. —Hace tiempo que no pasábamos una tarde como esta. —Sirvió un vaso más de jugo que Zayn recibió dándole un beso en la mejilla.

— Pues sí, pero tal vez sea la última vez que lo hagamos. —El aroma de Harry se volvió un poco amargo, detonando su tristeza. —Digo, que salgamos de paseo contigo.

— ¿Y por qué dices eso, Harry? —La omega dejó las cosas de lado y se acercó acariciando la cabellera rizada de su hermano. —Yo me voy a casar, no me voy a morir.

— Es que, en cierta forma, sí hay algo que se muere, hermanita. —Harry se inclinó al toque, dejando que Georgiana le diera consuelo. —Porque te vas a ir, vas a alejarte de nosotros y comenzaras a ocuparte de tu esposo como es debido.

— Ay, no me digas esas cosas que me pongo triste. —La pelinegra tenía los ojos un tanto llorosos.

— Yo soy un dominante, y a veces me pongo un poco insoportable, como dicen esos dos. —Harry miró a los otros dos alfas jugando futbol un poco lejos de ellos. —Pero no lo hago por capricho, no. Es solo que yo me tomo muy enserio el papel del alfa de nuestra pequeña manada. —Las orbes verdes del rizado se llenaron de lágrimas sin querer. —Yo soy el hermano mayor y tengo la responsabilidad de ocupar el lugar que dejaron nuestros padres.

— ¿Y sabes una cosa, hermanito? —Georgiana tocó la mejilla de su hermano con cariño. —Lo has hecho muy bien, como el mejor, yo creo. ¿Y sabes? Por eso te respeto, pero más que te respeto, te ganaste mi cariño.

— Georgiana-

— Harry, mira, yo lo que quiero que sepas es que te tengo un cariño tan grande, tan grande, que siempre va a estar en mi corazón. —Georgiana sonrió ampliamente mostrando sus hoyuelos.

— Georgiana. —Harry bajó la cabeza, su cabello cubría su rostro y su voz era entrecortada.

— ¿Estás llorando, Harry? —La omega preguntó con dulzura.

— No, no, yo no estoy llorando. —Harry limpió su rostro con disimulo. —A mí me va a costar muchísimo trabajo separarme de ti. —El alfa levantó la cabeza y le sonrió a su hermanita. —Me va a costar muchísimo, te voy a extrañar mucho. Tú siempre fuiste nuestra hermanita consentida, y de repente te convertiste en una mujer que está esperando un hijo.

— No me digas eso que me pongo muy triste. —Georgiana trataba de sonreír, pero aún así, sus ojitos estabas cristalinos.

— Es que no es fácil. —Harry se contuvo de seguir dejando sus lágrimas salir. —Pero yo quiero que estes triste. Estoy aceptando tu matrimonio porque deseo tu bienestar y tu felicidad.

[...]

— Dios mío, la hora que es y no regresan. —El omega de ojos marrones dijo mientras caminaba de un lado a otro en la sala de estar. —¿Por qué no se toman la molestia de llamar? ¿Qué les cuesta tomar un teléfono para decirnos qué es lo que está pasando? —Su voz terminó por quebrarse.

— Llamaron esta tarde desde el hospital. —El omega rubio dijo sentado en el sofá, sonando igual de preocupado.

— Sí, pero ya es de noche, Niall, y no sabemos nada de papá. —El castaño le respondió al menor con una mueca.

— Tal vez ellos tampoco sepan. —El alfa dijo con un tono suave. —Siéntate, Liam, me tienes mareado con tantas vueltas que estás dando.

— Me muero de los nervios pensando en papá. —El omega respondió, yendo a sentarse a lado del alfa. —Yo no puedo estar tan tranquilo como tú, abuelo.

— Yo también aprecio mucho a Mark. —Mason se acercó a su nieto, colocando una mano sobre su hombro, buscando reconfortarlo. —Pero no soy tan pesimista como tú, y tengo fe en que salga triunfante de este accidente, en cualquier momento entre por esa puerta, quizás solo con unas cuentas costillas rotas y algunos moretones, pero nada más. Ya verán.

Pasión LobunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora