VI

764 7 5
                                    

Comieron juntos, y fue aquella una comida alegre, salpicada de flores de ingenio y de chistes jugosos por parte del huésped, así como de grandes risas y carcajadas por parte del anfitrión.
-¿Sabe usted, compadre?- dijo Macario-. Al principio me desconcerté porque la figura de usted no esta de acuerdo con la idea que tenia formada de los retratos que he visto de usted en la iglesia. Esa caja de caoba, que lleva usted colgada del cinturón con un reloj dentro, me confundió y me dificulto el que lo reconociera prontamente. ¿Qué ha hecho de su reloj de arena, si no es indiscreción?
-Ninguna indiscreción. No hay secreto alguno en ello.Y si lo deseas puedes decir al mundo lo que ocurrió con el. Verás; hubo una guerra en Europa, lugar que es precisamente por sus eternas guerras la parte del mundo en donde mis cosechas son mayores. Pues bien, ocurrió que en una cierta batalla tuve que correr de un lado para otro como si todavía fuera joven. Fui de la Ceca a la Meca hasta quedar completamente extenuado y casi loco. Por ello no disponía de mucho tiempo para cuidar de mi persona, como lo he echo siempre para conservarme bien,  y parece que una bala de cañón, mal disparada por un artillero ingles borracho, se estrello contra mi reloj de arena, y lo averió te tal modo que ya no fue posible al viejo herrero Plutón, a quien gustan esa clase de trabajos, componerlo. Busqué por doquiera, pero no pude encontrar uno nuevo, pues han dejado de fabricarlos y sólo existen alunas imitaciones que se usan como adorno entre otras chácharas inservibles. Traté de sacar uno de algún museo, pero me enteré horrorizado de que todos eran imitaciones y no había ninguno auténtico.
-Perdón, compadre, ¿Qué es museo?
-Ah, eso..! Pues te diré, Macario,son grandes salas que en muchos países europeos tienen los gobiernos para exhibir todo lo que han robado de otros de países o que se han llevado como botín de guerra de los pueblos vencidos. En algunas naciones de América los tienen para que malos funcionarios tomen lo que les gusta y se los lleven a su casa. Dejó de hablar durante algún rato, olvidándandose del tema de su conversación, entretenido en saborear su bocado de carne blanca. Al cabo de la pausa continuó:
-¿En qué íbamos, compadre?

-En los museos. En que todos los relojes de arena que habían en los museos eran falsos. Puras imitaciones.

-Cierto. Así, pues, me encontraba sin un buen reloj de arena. Pero la buena suerte volvió a mi lado. Sucedió que poco tiempo después visite a un capitán que se hallaba sentado en su cabina mientras su barco se hundía y la tripulación, a salvo en los botes, se alejaba remando. Aquel capitán, como todo buen capitán británico, se hundía con su barco, haciendo las ultimas anotaciones en el libro de bitácora. Cuando me descubrió parado a su derecha dijo: "Bien, señor, parece que ha llegado mi hora hora." "Así es, capitán", confirmé, sonriendo para hacerle el trance menos pesado y para que olvidase a los que dejaba. Entonces miró su cronometro y dijo: "Señor, solamente le pido que me conceda quince segundos más para escribir las ultimas líneas en mi diario. "¡Concedido!", repuse yo. Y él se sintió feliz de poder escribir la hora exacta, que era lo que le faltaba. Entonces yo, viéndolo tan feliz,, le pregunte: "Dígame, capitán, ¡¿Querría usted darme su cronometro?; creo que podrá prescindir de él ahora que para nada lo necesita. A bordo del barco que guiará de ahora en adelante, el tiempo carecerá de importancia. Se lo pido, porque habrá usted de saber que mi reloj de arena fue deshecho por la bala de un cañón británico y creo que es justo obtener a cambio de él un cronometro inglés".
-Ah, entonces cronometro le llama usted a un relojito de esta clase. No sabía eso tampoco- interrumpió Macario.
-Sí- dijo su acompañante, sonriendo con sus dientes desnudos-. La única diferencia es que un cronómetro es cien veces mas exacto que cualquier reloj común. Bueno, compadre. ¿Donde íbamos otra vez?

-En que le pidió a usted al capitán del barco su cro...
-...nómetro, correcto. Bueno, y así cuando le pedí que me diera ese precioso reloj, él me explicó: "Vaya, no podía usted pedirme nada mejor, ya que ese cronómetro es de mi propiedad particular y puedo hacer con el lo que me plazca. Si perteneciera a la compañía naviera me vería obligado a negarle ese compañero útil. Esta perfectamente ajustado. Precisamente unos días antes de iniciar este viaje, lo mandé arreglar , y le aseguro a usted que puede tener plena confianza en esa maquinita preciosa, una confianza cien veces mayor de la que pudiera tener en su antiguo reloj de arena."
"Inmediatamente cogí este aparato fino y abandone el barco que se encontraba ya totalmente cubierto por las aguas. Bueno, así es como llegue a hacerme con el cronometro, olvidando el viejo reloj de arena de otros tiempos. y he de decirle a usted, compadre, que este artefacto ingles trabaja tan a la perfección que desde que lo tengo no he legado tarde a ninguna de mis citas ¡Es uno de los tantos favores que le debe la humanidad a los ingleses! En tanto que antes, mas de un sujeto, para que en el ataúd o canasta o el costal ya habían sido preparado, se me escapaba. Y eso de escaparse resulta mal negocio para todos y especialmente para mi, pues que con ello mi reputación se lesiona. Pero ya no volverá a ocurrir jamas." 
Así conversaron, bromearon, rieron y juntos se sintieron tan alegres como viejos conocidos que se encuentran después de largo tiempo de no verse.

MacarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora