Miré los mimos que Mika y Shinoa se hacían y me sentí mal, sin hablar del ya tan lastimado bombeador de sangre bajo mi pecho.
Mitsuba me codeó y me hizo seña de que nos fuéramos de ese lugar. A ambos nos lastimaba. La tomé de la muñeca y le dirigí hasta mi habitación. Cuando cerré la puerta entonces supe que la atención de ambos estaba en nosotros. Lo último que quería era que Shinoa y Mika pensaran mal acerca de mí y de Mitsuba, pero tenía el corazón demasiado adolorido como para detenerme a pensar en otra cosa.
Mitsuba se sentó en mi cama y yo me quedé recargado a la puerta. Ambos nos miramos por un largo instante, como si nos comunicáramos con los ojos. Hasta que ella rompió el silencio.
-Me imagino que te divertiste mucho- dijo.
-Como nunca- admití y me retiré de la puerta para sentarme a su lado-. ¿Y qué hay de ti? ¿Por qué estabas con Shinoa?
Sonrió.
-Bueno, al no encontrarlos a ustedes aquí, me llamó a mí, y tú sabes que no desaprovecharía alguna oportunidad para estar con ella y tampoco iba a dejarla sola- confesó.
Me tumbé sobre la cama suspirando.
-¿Te confieso algo?- musité.
Mitsuba se giró sobre su asiento y me miró desde arriba.
-Dime.
-Amo a tu hermano- susurré como si ellos pudieran oírme.
Mitsuba rió.
-Cuánto lo siento- me palmeó la pierna, cerca de la rodilla.
(...)
Conforme pasaban los días, la culpa no desparecía sino que, por el contrario, iba aumentando.
Caminé por las calles que ya conocía para llegar hasta el laboratorio de fotografía de los Makoto, donde se encontraba una de las pocas personas que sabían comprenderme y apoyarme.
Aunque esta vez hablar con Narumi no sería tan sencillo ya que Shusakū me acompañaba. Se ofreció enseguida de que me encontró en el pasillo del edificio y supo que me dirigía para acá.
Le miré.
-¿Lo invitarás a salir?- pregunté.
-¿Crees que diga que sí?- dijo nervioso.
-Por supuesto que sí- reí.
-¿Crees que le guste?- preguntó.
-Eso... averígualo hoy- dije.
Cuando llegamos Shusakū se plantó detrás de mí, como un niño totalmente tímido pero los ojos avellana de Narumi chispearon al verle. Me hice a un lado para no obstruir su vista y la sonrisa entre ambos decía más que mil palabras.
Me aclaré la garganta, haciéndome notar. Narumi me miró al instante.
-Oh, Yuu, hola. ¿Nuevas fotos?
Le sonreí, dándolo por hecho.
Les dí la oportunidad a Narumi y a Shusakū de hablar y esperaba a que Shusakū realmente lo invitara a salir, mientras que yo me encontraba revelando las fotografías. Cuando hube terminado, las puse en una pila y las miré una por una.
Eran como veinte fotografías, y la mayoría tenía una cosa en común. El rostro hermoso de Mika. Se me había vuelto como una obsesión retratarle, era como para guardar el recuerdo o al menos tener una prueba de que los momentos a su lado habían sido reales.
Miré la hora en la pantalla de mi móvil, eran las seis con treinta y cinco minutos. Tenía dos opciones a elegir, una era quedarme aquí con Narumi y Shusakū y así no alimentar a este sentimiento con la compañía de Mika; la otra era apresurar el paso para alcanzar a llegar al departamento y encontrarle, porque ese sentimiento quería ser alimentado.
La figura delicada de Narumi entró al pequeño cuarto de revelado y me hizo pegar un brinco.
-¡Shusakū me invitó a salir!- me dijo entusiasmado.
-¿En serio? Genial, ¿para cuando?- pregunté.
-Para hoy- sonrió-. En cuando cierre nos iremos.
-Oh- entonces ahora ya no tenía opción que escoger-. Genial.
-¿Hablaremos otro día?- preguntó lamentándose por no poder hacerlo hoy.
-Seguro. Hay mucho que tienes que saber, pero sirve que así me cuentas tú también- insinué.
-Gracias- la bonita sonrisa de niño se expandió por su rostro.
Recogí mis cosas y guardé las fotografías en un sobre amarillo como el que había utilizado la primera vez; me despedí de Narumi y Shusakū y salí apresurando el paso para llegar al departamento.
Cuando por fin logré visualizar el edificio, me percaté de la Hybrid negra que se estacionaba delante de él. El corazón me latió pesado.
Aun no eran las siete, ¿por qué Mika había llegado ya? Mi móvil sonó en el bolsillo de mi chaqueta y con la mano libre lo tomé y contesté a la llamada sin siquiera ver quién era.
-¿Hola?
-Yuu-chan, ¿dónde estás?- la voz del otro lado me dejó el corazón pasmado para luego hacerlo latir tan fuerte de una manera errática.
-Voy llegando al departamento, ¿por qué? ¿Ya estás allí?- logré articular.
-Sí, date prisa, tengo algo que mostrarte- me dijo y luego colgó.
¿Algo que mostrarme? ¿A mí?
Hice que mis pies casi corrieran aún cuando me faltaran menos de quince metros para llegar a la puerta del edificio. Entonces pude darme cuenta del poder que tenía Mikq sobre mí. Si me decía ven, yo iba.
Me adentré al edificio y subí los escalones alfombrados de dos en dos para llegar más rápido, el ascensor estaba vacío pero las escaleras me parecían un camino más dinámico.
Cuando logré llegar hasta el tercer piso y las pisadas de mis pies en la alfombra resonaron en el pasillo, vi a Mika recargado en la pared. Las manos las tenía en el bolsillo de su pantalón y una sonrisa flamante adornaba su rostro.
-Hola- dije medio agotado por el ejercicio.
-Hola- musitó alegre.
Me acerqué para abrir la puerta y luego él me siguió cuando la había abierto por completo.
Estaba curioso, y no sólo yo, sino la fierecilla también. Dejé el sobre amarillo encima del pretil y las llaves sobre éste. Luego me giré a Mika, tratando de parecer lo más relajado posible.
-¿Y... qué querías mostrarme?- pregunté.
-Esto- sacó de su bolsillo trasero un papel doblado en cuatro partes y me lo pasó.
ESTÁS LEYENDO
~•Manual De Lo Prohibido•~ //Mikayuu//
FanfictionFalso y pérfido eran sinónimos de mi nombre. De todos los papeles que pude protagonizar, era dueño del único que todo el mundo en mi situación, rechazaría. Lo peor era que esta no era una obra de teatro, cuyo objetivo es sólo representar, actuar y...