Capítulo 47

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Me estaba confundiendo horriblemente; estaba entre el sí y el no acerca de descifrar sus sentimientos hacía mí. Juro que no lo entendía.

Cuando me hube sentado, los miré acomodados en la pista, bailando una canción y no una melodía, aunque era igual de lenta.

Tenía que deshacerme de inmediato de todas mis especulaciones, de todo tipo de pensamiento en el que cavilara a Mika. Él no debía de estar rondando en mi cabeza, vagando junto a las fantasías implacables que se desataban con cada mirada o tacto suyo.

Volví a prestar atención a ellos. Eran la pareja perfecta, sin duda. Y aunque estaba terriblemente confundido por el actuar de Mika; sí tenía una cosa en claro… no permitiría que jugara conmigo, ni mucho menos con Shinoa, y por supuesto, tampoco que le rompiera el corazón.

-Vuoi ballare con me?- la voz de un joven de cabello algo alborotado me hizo mirarle.

Me tendía la mano, como Mika lo había hecho antes. Pude adivinar entonces que me pedía un baile. Pero no tenía muchas ganas de bailar.

-Lo siento, no hablo italiano- dije sonriéndole.

-Oh, parli giapponese, ma per favore balla con me -no sabía qué había dicho, pero no quitaba la mano extendida hacía mí.

Miré hacía la pista de baile y Shinoa y Mika seguían allí, moviéndose al sonido de la música. Yo no tenía que quedarme aquí sentado, abandonado; además el muchacho que me pedía un baile era apuesto. Su pelo albino con algunas franjas rojas, sus ojos rojos y sus labios rosados y rellenos me recordaron en cierta parte a Mika.

-Qué más da- farfullé y me levanté de la silla aceptando la invitación de baile.

Él me sonrió y me condujo hasta la pista, en donde al instante atrajimos la atención de la pareja a mi lado. Shinoa y Mika.

Ella me sonrió, mientras que él frunció el ceño. ¿Y ahora qué pretendía? ¿Quería tenernos a Shinoa y mi dos para él nada más? Pues estaba muy equivocado, aún así me doliera en lo más profundo de mi alma, él sólo sería de Shinoa, nada más.

Les di una sonrisa de autosuficiencia, sintiéndome orgulloso no sé de qué. Y volví mi mirada al chico que bailaba conmigo, mientras que la de Mika no se despegaba de mí.

(...)

No podía conseguir pegar los párpados después de esa noche, daba vueltas y vueltas en mi cama, siendo la una de la madrugada; apenas había pasado una hora y media desde que habíamos llegado al departamento.

Exhalé agobiado y me levanté por un vaso de leche, para ver si así conseguía que el sueño se compadeciera de mí. Serví el líquido blanco en un vaso y luego de darle un sorbo, escuché un murmullo en la habitación de Shinoa. Curioso me acerqué a su puerta, con paso sigiloso, seguro estaría hablando dormida. Cuando estuve detrás de la puerta, alcancé a percibir su voz perfectamente sobria, sin atisbo alguno de somnolencia, hablaba con alguien, pero, ¿a estas horas? ¿Con quién?

Agudicé el oído, queriendo encontrarle sonido entendible a su murmullo.

-Es que no sé que pasa, Mitsuba. Siento que no va muy bien…

¿Mitsuba? ¿Estaba hablando con Mitsuba? ¿Qué era lo que no iba bien? ¿No sabía qué cosa?
Las preguntas comenzaron a formularse en mi cabeza por sí solas. Pero decidí mejor darle privacidad, a fin de cuentas esperaba a que me lo contara mañana.

(...)

Los delicados rayos de sol que apenas se colaban por mi ventana iluminaron lo suficiente mi habitación como para hacer que me despertara. Me revolví entre las sábanas y miré la hora cuando abrí por completo los ojos, iban a ser las once de la mañana. Me estiré haciendo que un montón de huesos me tronaran, luego le abrí el paso a un bostezo.

Me levanté perezosamente y salí de mi habitación. Me llevé una sorpresa al ver a Shinoa allí, sentada en la cocina, desayunando.

-¿No trabajas hoy?- le pregunté confundido.

-No, el señor Vittore me dio el día para prepararme para el viaje- contestó levantando su plato del pretil.

-Claro, lo olvidé- musité un tanto confundido, porque esta vez, Shinoa no había decidido despertarme con esos molestos golpes en la puerta, como era su costumbre-. ¿Qué desayunamos?- le pregunté para no pensar en lo anterior.

-Lo siento, yo ya desayuné- me miró-. Tenía mucha hambre, además tú estabas dormido y no quise despertarte.

Eso sí que era raro pero traté de ocultar mi expresión de desconcierto.

-Oh, bueno, no te preocupes- musité.

-Saldré por un rato, iré a comprar algunas cosas que me faltan para el viaje- me avisó retirándose de la cocina.

-¿Irás sola?- quise saber.

-Sí, es que tengo que hacer miles de paradas, ya sabes- se encogió de hombros y luego entró al baño para lavarse los dientes.

-Claro- murmuré distraído. Sabía muy bien cuando Shinoa quería estar sola.

Recordé la conversación que tuvo anoche con Mitsuba, pero ella parecía como si no fuera a decirme nada, así que traté de ser sutil para lograr que ella hablara aunque sea un poco. Oí cómo le cerró a la llave del agua y luego la vi salir del baño.

-Anoche no pude dormir- empecé a decir- Me costaba pegar los ojos- bromeé esperando a que ella hiciera un comentario parecido.

-Oh, yo creí que serías el primerao en caer como piedra a la cama, siempre te cansas mucho- dijo buscando ahora su bolso.

-Sí, pero no logré conciliar el sueño sino hasta las dos de la mañana- insistí.

-Qué mal- fue todo lo que dijo, porque el silencio hizo presencia debido a que yo ya me había dado por vencido. Ella no me contaría nada.

-¿A qué hora vendrás?- inquirí sintiéndome pésimo por la fría conversación.

Se encogió de hombros indiferente.

-Vendré a comer, no te preocupes- me sonrió débilmente-. Te veo al rato- se dirigió a la puerta y salió por ella sin decir nada más.

Me quedé allí traspuesto mirando la puerta de madera que se encontraba cerrada, preguntándome qué era lo que ocurría con Shinoa. Qué había hablado con Mika para que estuviera actuando de esta forma. O qué había visto ella anoche.

En definitiva, irme sería la mejor opción.

Fui a vestirme y decidí salir, necesitaba que alguien me escuchara y qué mejor que Narumi para ello. Garabateé en un papel una disculpa para Shinoa, no estaría para la comida, y luego lo pegué en el refrigerador y salí por la misma puerta por la que ella había salido hace media hora.

Caminé hasta el laboratorio de fotografía de los Makoto, viéndome los pies mientras lo hacía. Sabía que estaba hiriendo a Shinoa, aunque ella no me dijera ni una palabra al respecto, la conocía bastante para saber que lo hacía; y eso no me lo podía permitir.

A los pocos minutos, divisé el laboratorio al otro lado de la calle, y corrí hacía él como si fuera alguna roca que me refugiara de la marea. Cuando entré y la oscuridad propia del lugar me acogió, visualicé dos figuras al fondo.

-¿Narumi?- pregunté.

Las figuras se movieron y cuando la escasa luz del exterior les dio en la cara reconocí a Shusakū a lado de Narumi.

-¿Shusakū?- inquirí confundido.

-Hola, Yuu- me dijeron los dos al unisón.

-Con razón ya no te he visto- bromeé con el joven de cabellos lisos e inmediatamente sus mejillas tomaron un color rosado claramente visible...

~•Manual De Lo Prohibido•~ //Mikayuu//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora