Capítulo 13

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-¿Naruto-kun? 

El rubio le lanzó una de sus energéticas sonrisas y se acercó a ella, mientras bajaba el vidrio de su auto para verlo mejor. 

No la había visto de lejos, solo reconoció el auto y se acercó a ella. 

Suspiró en cuanto la vio. Se veía hermosa. 

No es que se viera horrible siempre, al contrario, para él, su novia era más hermosa que la Miss Universo en persona. 

Sin duda alguna, Hinata debería ser modelo. 

Negó suavemente y la saludó.

-Hola, Hinata-chan. 

-Hola -saludó ella, sonriéndole dulcemente. Como siempre solía hacer-. ¿Cómo estás? 

-Bien, de hecho, estoy mejor ahora que te veo. 

Ella rió con suavidad y preguntó:

-¿Sucede algo? 

-Umm... No, ¿Por qué lo preguntas?

 -Oh, es que has llegado corriendo hasta aquí, y pensé que te pasaba algo. 

-Pues no me pasa nada -dijo con seguridad. 

-Eso veo. 

Tras unos segundos, él se sonrojó y pasó la mano por su nuca con vergüenza. 

-Esto... Hinata-chan...

-¿Sí? -le preguntó ella suavemente.

-Ya que estás aquí... En tu auto... ¿Crees que podrías...? Bueno, si tú quieres, no te voy a obligar... Yo...

-¿Llevarte hasta la universidad? 

-Eh... Sí, eso -musitó. 

-Claro -dijo ella-. Sube, los demás autos no dejan de pitar. 

Él sonrió nuevamente y cuando dio media vuelta para caminar, los autos empezaron a pitar más fuerte y a gritar impropios. 

El rubio frunció el ceño, ¿Qué no sabían que habían damas presentes?.

-¡Hey! -gritó, levantando el puño derecho-. ¡¿Nunca se les ha hecho tarde para algo?!, ¡¿Y no sabían que hay damas presentes?!, ¡Son unos mal educados, 'ttebayo! 

Entonces, cuando varios de ellos amenazaron con salir a golpearlo, corrió y se adentró en el auto. 

Hinata rió y se puso en marcha, mientras él se colocaba el cinturón.

-Muchas gracias, Hinata-chan -le agradeció finalmente, observándola con ternura. 

-No tienes que agradecerme, Naruto-kun. No es nada. 

Tras unos segundos sin hablar, Naruto se fijó en la manzana medio mordida.

-¿Has desayunado algo?

-No realmente, no tuve tiempo. Voy camino al hospital. 

Frunció el ceño, parecía no haberle gustado esa respuesta.

-En cuanto salga de la universidad prometo invitarte a cenar -aseguró él, con un porte serio-, y después, te invitaré el helado más grande que puedas imaginar. 

-No es necesario. No he comido porque no tengo hambre, no porque no quiera. 

-Aún así -negó-. Lo haré.

Él la observó de reojo y preguntó:

-¿Vas a ir vestida así al hospital? 

-Sí, no veo problema. Es... Hoy ha hecho una calor espantosa.

The First Love, NejitenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora