Capítulo 18

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—¿Uh?

Abrió lentamente sus ojos, y observó a su alrededor.

Todo se hallaba obscuro.

—¿Hola?, ¿Hay alguien aquí? —preguntó la castaña, más no obtuvo respuesta.

Avanzó unos cuantos pasos. Aún seguía sin ver algo.

—¿Dónde estoy?

Siguió avanzando, decidida a buscar una salida.

—No lograrás nada así.

Una voz muy conocida para ella la hizo detenerse y voltear. Sin embargo, no vio a nadie. 

—¿Quién...?

—De esa forma nunca saldrás de aquí.

La persona que le hablaba dio un paso adelante, revelando su identidad.

Tenten abrió sus ojos con sorpresa, y lágrimas empezaron a inundar su rostro.

—A... ¿Abuela?, ¿Eres tú?

La mujer asintió con lentitud.

Vestía un kimono blanco, su cabello blanco y corto, se veía brillante y su mano derecha descansaba en un bastón.

A pesar de ser su bisabuela, Tenten siempre la llamaba de aquella forma.

—Así es, mi niña, soy yo.

—Abuela... ¡Abuelita!

La castaña corrió hacia ella y se tiró en sus brazos con enormes lágrimas escapando por sus achocolatados ojos.

—¡Te extrañé tanto! —habló entrecortadamente—. No sabes cuánto.

La mujer acarició su cabello con lentitud y cariño, sonriendo dulcemente.

—Yo también te he extrañado. Más de lo que puedas imaginar.

—¡Oh, abuela!, ¡Tengo tanto que contarte! —la abrazó con más fuerza—. Desde que falleciste me han pasado tantas cosas que...

Se detuvo abruptamente y, separándose de ella con lentitud, la observó a los ojos.

—No —negó—. No... No, no, no, ¡No!

La mujer levantó una ceja y la observó con curiosidad.

—¿Estoy...? —tragó saliva—. ¿Estoy muerta?

Ella negó y sonrió con dulzura.

Chasqueó los dedos y de repente una mesedora apareció junto a ellas. Tomó asiento y se disculpó.

—Espero que me disculpes, cariño, pero estoy algo cansada. Viajar aquí no es fácil.

—¿Viajar... Aquí?. Abuela, ¿Podrías responder a mi pregunta?

—Con respecto a eso, pues... No estás muerta... Pero tampoco estás viva.

—¿Qué...?, ¿Entonces dónde se supone que estoy?.

—Estás localizada en un lugar llamado... Ah... ¿Cómo era su nombre? —musitó, tratando de recordar—.  Lim... Limo... Lino... Liso... Lim... Limbo... ¡Sí, limbo!, Ya me acordé —rió, enderezándose en su asiento.

—En... ¿El limbo?

—Así es, aquí es dónde vienen las almas antes de ser transportadas por completo al cielo o al infierno.

—Entonces... ¿Me voy a ir?

—No —negó con su cabeza.

—¿No?

The First Love, NejitenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora