Solitario Envidioso [Adrinath/Félinath]

Bell

Sus palabras habían salido de su boca sin darse cuenta, se sentía avergonzado de haber dicho eso
—Yo...— Se separó de Nathaniel, tratando de arreglar lo sucedido, pero pocos segundos después Nathaniel volvió a abrazarlo

—Yo también— Dijo alegre —Eres mi mejor amigo Félix—

—También eres mi mejor amigo Nathaniel— Su único amigo realmente.
Ese enorme gesto por parte de Nathaniel hizo que Félix sintiera aún mas atracción por él, pero debía controlarse, sabía que nada de eso iba a pasar, nunca pasa.

Ambos llegaron a un acuerdo, Félix iría todas las tardes después de clases a casa de Nathaniel para cuidar de su gato, además de poder pasar tiempo con el pequeño pelirrojo.
Pasaron unas horas jugando con el gato, hasta que Félix se dio cuenta de que hora era, el sol ya se estaba poniendo y pronto sería de noche, su padre iba a matarlo
—Lo siento, Nathaniel— Dejo al gatito en los brazos del menor —Debo irme, mañana nos vemos—

—Hasta luego— Nathaniel estiró su brazo para chocar los puños con Félix, chocaron puños y salió de su casa.

Corrió lo más rápido que pudo, casi fue atropellado por tres autos en el camino y tropezó con un señor por accidente pero no le importó, solo quería llegar antes de que su padre se diera cuenta de que no estaba.
Para su suerte, al llegar su padre se encontraba ocupado teniendo una discusión con Adrien.
Él llevaba meses pidiéndole a su padre que lo dejara hacer una fiesta por su cumpleaños, que sería dentro de una semana, pero su padre se negaba pero no le daba una explicación de porqué.

Félix se escabulló hasta su habitación, lo bueno de ser él es que nadie notaba su presencia, por lo que no sabrían si estuvo fuera o dentro de la mansión.
Adrien entró molesto a la habitación de su hermano
—¿Se te ofrece algo?— Preguntó, a Félix le molestaba que entraran a su habitación sin tocar. Adrien no dijo nada, solo se sentó en el borde de la cama de su hermano —¿Estás bien?— Félix se preocupó al ver que no respondía, nunca lo había visto tan enojado

En un segundo, la cara de Adrien pasó de una molesta a una triste
—Yo solo quiero pasar mi cumpleaños con mis amigos...— Sollozó —No hemos celebrado desde que...— Rompió en lágrimas —La extraño, la extraño, quiero estar con ella, quiero que me diga que todo está bien, que me abrace... La quiero devuelta—

Félix abrazó a su hermano y acarició su cabeza, tratando de tranquilizarlo
—Yo también la extraño— Miró al suelo —Padre no es el mismo sin ella, se ha vuelto frío, demasiado estricto—

—Lo odio— Adrien dijo entre dientes, resistiendo las lágrimas. "También yo", pensó Félix, en un año al fin sería mayor de edad y entraría a la universidad. Lo primero que haría es escapar de su padre, de su mansión, de París si era necesario y haría todo lo posible para llevarse a Adrien con él.
Ninguno de los dos sería atormentado por Gabriel Agreste nunca mas.

"El príncipe mayor tenía todo planeado, él y su hermano escaparían de ese horrible castillo regido por el cruel rey...".

Nathaniel se encontraba en su habitación, preparándose para dormir. Recostó al pequeño gato en una almohada junto a su cama, aún se sentía bien al recordar la enorme sonrisa de Félix al recibir al gato, nunca lo había visto tan feliz.
Se quedó pensando en nombres para el gato antes de dormir, pero pensó que eso le correspondía a Félix.

Despertó, era sábado por lo que decidió quedarse en pijama por un tiempo, su cabello era tan largo que podía recogerlo en una pequeña coleta, lo cual encontraba muy cómodo.
Bajó a la cocina por un poco de leche para el gatito que aún dormía en su habitación, recordó que sus padres llegarían el domingo y no sabía como explicarles el hecho de que había adoptado un gato, pero se encargaría de eso después.
Estaba por subir el tazón con leche pero escuchó el timbre de la puerta, la abrió y se encontró con sus dos rubios favoritos
—Hola— Bostezó, aún tenía algo de sueño —¿Qué hacen aquí tan temprano?— Se talló un ojo. Félix no podía dejar de pensar que se veía adorable así, con su pijama, cabello recogido en una coleta y su rostro aún con sueño