Solitario Envidioso [Adrinath/Félinath]

Felíz Cumpleaños Nathaniel

Chat Noir abrazaba a Nathaniel, trataba de tranquilizarlo, estaba temblando, estaba asustado.
La forma en que Félix se había dirigido hacía él hace unas horas le había afectado demasiado, nunca nadie lo había lastimado de tal forma, mucho menos alguien que él quisiera tanto.

Sus brazos le dolían, pero había algo que lo lastimaba más.

Pasaron unos minutos hasta que Chat Noir volvió a la normalidad, regresando a ser Adrien.
Nathaniel parecía estar más tranquilo
—Es muy tarde— Dijo el rubio —Deberías ir a casa— Decía mientras acariciaba su cabello

—¿Puedes acompañarme?— El pelirrojo se recargó en el pecho del mayor, él solo asintió.

En el transcurso a su casa, Nathaniel no se alejaba ni un centímetro de Adrien, se recargaba en su pecho mientras caminaban, le gustaba el calor y la seguridad que le transmitía estar con él.
Por un reflejo, tomó su mano, Adrien dio un pequeño salto algo sorprendido pero aún así se sostuvo de su mano de igual forma.

Se encontraban en la entrada de su casa
—No se que me dirán mis padres por llegar tan tarde— Nathaniel se sentía preocupado

—Si quieres yo puedo hablar con ellos— Adrien insistió, tomando ambas manos del pelirrojo

—No, está bien— Le sonrió —Y Adrien...—

—¿Sí?— Lo miró curioso, el menor lo abrazó con fuerza

—Gracias, por todo— Se acercó más al mayor, él solo correspondió al abrazo, acercandólo a él con cuidado, se veía aún más frágil que antes, como si con aplicar un poco de fuerza se pudiera romper.

Adrien levantó el rostro de Nathaniel con cuidado, acercó sus labios y nuevamente depositó un beso en ellos.
Esta vez Nathaniel no se retiró de golpe, correspondió al beso, haciéndolo más profundo y largo.

Era su segundo beso, aunque se sentía como el primero. Ambos recibidos por ese rubio.

Adrien se despidió y se dirigió a su mansión, dejando a Nathaniel solo en la entrada de su casa.
Nathaniel había olvidado que sus padres habían salido a otro viaje de negocios, por lo que no debía preocuparse de ellos.
Se dirigió a la cocina, sentía como si no hubiera comido en todo el día.
Abrió el refrigerador y se encontró con una pequeña sorpresa, había un pastel de chocolate dentro que tenía escrito "Feliz cumpleaños Nathaniel". Lo había olvidado, el día siguente sería su cumpleaños.
Se sentía bien porque sus padres se molestaron en darle un pequeño regalo antes de irse, pero no estaba de humor para festejar.

Ya en la mañana, Nathaniel entraba a la escuela, algo cansado ya que no había logrado dormir lo suficiente.
Ahora él era quien evitaba encontrarse con Félix. No sabía que haría si lo veía, ¿Le gritaría?, ¿Lo golpearía?, sabía que era posible pero no tenía idea de porqué.

Félix buscaba a Nathaniel por todas partes, quería disculparse pero no tenía idea de como hacerlo, sabía que Nathaniel no quería estar cerca de él, no después de lo que había hecho.
Y no lo culpaba.
Tenía los ojos hinchados, había llorado durante toda la noche y se había lastimado nuevamente. Odiaba hacerlo pero era la única forma en que lograba desahogarse.

Félix se sentó junto a Bridgette, habían comenzado a pasar más tiempo juntos, a Félix le agradaba tener una amiga
—¿Cómo te va con tu problema?— Bridgette dirigió su mirada a Félix, que estaba acostado en la mesa frente a ellos

—Todo va de mal en peor— Murmuró, Bridgette apenas logró entenderlo

—¿Trataste de hablar con él?—

—No creo que quiera que me acerque a él— Miró a su amiga, con los ojos llorosos —No después de lo que le hice, ahora me odia—

—Debes relajarte y tratar de arreglar todo— Miró el atuendo del rubio, la ropa que usaba no de parecía nada a la que normalmente llevaba puesta —Pero arreglate tu primero, ¿Qué es esto?— Bromeó mientra jalaba un poco la enorme camisa que llevaba puesta —Y quitate esto— Retiró el gorro de lana, la bufanda y los guantes de Félix, dejando descubiertas sus heridas, se sorprendió un poco pero prefirió no  decir nada al respecto —Eres alguien encantador Félix, usa eso— Le ofreció una sonrisa sincera y volvió a prestar atención a la clase.