Víctor pasó sus ojos por el escenario fuera del balcón, aquel apartamento le gustaba por eso, y hacía mucho más llevadero el no tener noches tranquilas.
Después de que Yuuri se alterara con la mención de Yuuji, este no había querido hablar con él; había sido imprudente, el joven aún no estaba listo para que si quiera le mencionaran su pasado, y tal vez nunca lo estaría.
Sabía que no debía estar con él, que sólo lo estaba hundiendo en el desastre de su propia mente. Sin embargo, no podría aceptar que Yuuri estuviera lejos; se quedaría con sus demonios, y la expresión de esas personas en su mente, mientras dispuso de los cuerpos.
¿Cómo se había hundido tanto? Pensó profundamente angustiado, golpeando su frente con la palma de su mano.
Tal vez la solución no era que ambos volvieran, sino que olvidaran.
Y si bien dejar todo atrás era una huida cobarde, podría ser lo único que podía hacer.
No obstante, ni el olvido le traería sosiego.
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Las decisiones difíciles y los actos imperdonables, habían sido la labor de Víctor, el precio para estar con Yuuri.
Y esa era su única salida, si seguían así, uno de ellos se rompería sin duda; o quizás ambos.
—Yuuri —llamó el mayor, entrando a la habitación que le dio al japonés en su apartamento.
El japonés no se movió, ni levantó sus ojos perdidos del suelo, sólo pareció estremecerse con la mención de ese nombre.
—No, no soy Yuuri —intentó decir sin que su voz temblara mucho. Sus intentos por alejarse, los de su mente, de la verdad seguían con desesperación.
El mayor no sabía si había recordado algo, y probablemente sí lo hizo, era algo distorsionado, fragmentado.
—Tienes razón —dijo tras unos segundos de silencio—, tú no eres Yuuri —decir aquello le era tan doloroso, que le costaba respirar, y sus ojos los sintió humedecer.
Estaba aceptando nunca recuperar a su amado, que todo su esfuerzo y las pequeñas ilusiones de volver a ser feliz, se habían perdido; todo fue inútil.
El joven japonés levantó el rostro, con expresión turbada y anhelante.
— ¿De verdad? —Preguntó, sonriendo ante la esperanza de no tener que recordar aquello que le consumía, aún si sólo tuviera fragmentos—. Entonces, tú también eres un impos... Impostor. Nada malo pasó, nadie... Nadie murió, y nadie es responsable...más que Yuuri.
El ruso observó con horror esa expresión triunfante, casi sonriente. No sólo estaba negándose a sí mismo, si no que quería hundir la propia identidad de Víctor.
¿Hasta dónde estaba dispuesto a derrumbarse con Yuuri?
El psiquiatra sonrió.
—Tienes razón —concordó—, ninguno de los dos, es quien creemos ser; ni Yuuri, ni Víctor existen. Pero debemos fingir, porque el mundo eso cree.
Cuando sus piernas temblaron, y casi cae, sintió unos brazos sostenerlo, abrazarle con firmeza.
El japonés no comprendió porque su hombro se sintió húmedo con el rostro de Víctor en él, ¿aquello no era algo bueno? Él se sentía liviano; si bien no sabe su nombre, aquellas palabras del otro le liberaban.
¿A dónde habrá ido aquel llamado Yuuri?
Aquello no importaba, ellos eran ellos. No personas que hicieron algo inconfesable. Su vida podría volver a la normalidad; lamentaba que ese hombre le hubiese confundido con Yuuri, pero hasta el mismo desconocía porque se volvió un impostor de éste.
—Entonces, ¿me podrías amar? —pidió con voz ronca, ahogada, contra el cuello del japonés.
—Aunque seamos extraños, siento que así debe ser —confesó Yuuri.
Aquello sólo provocó más miseria en Víctor. Yuuri, su dulce Yuuri se había ido; ni siquiera, esa persona que estaba frente a él lo amaba.
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Ahora todo tenía sentido: todo.
Él sabía que había algo extraño con ese hombre, que se esforzaba en que fingiera ser el impostor de aquel hombre llamado Yuuri, una persona que hizo cosas horribles, atormentándole incluso en las noches intranquilas: ¿Por qué tenía que seguir carcomiéndole la culpa de los actos de otros?
Ese Víctor también era un impostor; porque pensaba que el verdadero, no podría dañar a nadie; y ese hombre que le pedía amor—aunque se sintiera tan natural—, era un monstruo con un rostro idéntico, él era el genuino impostor.
Esperaba que ese Yuuri confesará sus pecados; y que esos no atormentaran a Víctor. Si bien no sería la persona que todos decían que eran, tenía la certeza de que amaba al verdadero Víctor.
Al final, no le quedaba más que esperar que su amado, quien era realmente Víctor volviera; porque estaba seguro que no podía seguir amando al monstruo que era Yuuri.
Por lo pronto esperaría; cuando fuera el momento, el mismo revelaría que ese era el culpable de todo, el impostor que acompañó a Yuuri en la muerte de su propia familia.
Se sentía perdido, así que sólo podría aferrarse a la única persona que llevaba cuidándole, aunque lo considerará un mentiroso.
Ninguno de los dos, es la persona que los demás perjuran son: quizás por eso fue tan fácil aceptarse, pero aun así quiere volver a tener a Víctor.
No quedaba más que ser paciente, y cuando el fin llegara; cuando ambos fueran revelados como simples impostores, él acabaría con todo.
Y si nunca llegaba el ocaso de la mentiría que tenían que aceptar como verdad al mundo; entonces el encontraría uno.
Debían mientras buscar un lugar en el mundo en el que pudiera estar.
Entonces se despediría de su existencia sin identidad.
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N/A: Capitulo aprobado y revisado por la fe y legalidad de mi Beta jeje. <3
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Two Farewells [YOI] [Victuuri]
FanfictionDos veces se despidieron, cuando Yuuri abandono sus recuerdos, y la segunda cuando se negó a ser él. Yuuri recuerda que lo conoce, pero no las memorias que formaron, no después del punto de no retorno. Y la segunda despedida, era en la que ambos se...