6. Una parte de lo falso, y el espejo

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Dos rostros iguales, el mismo día de nacimiento, y el mismo vientre que los engendró: el nacimiento de esos niños, idénticos como espejos, fue recibido con amor, con dicha.

Las circunstancias, sin embargo, esas minucias y diferencias sutiles en el crecimiento, en la endeble mente de un infante, pueden tener efectos devastadores, tal como el efecto del aleteo de una mariposa al otro lado del mundo.

Los Katsuki, una pareja sencilla, joven y amorosa sostuvo en sus brazos, a sus segundos hijos; con su primogénita mirando eufórica la llegada de sus hermanos menores. Mari, la hermana mayor deseaba un hermano, que llegasen dos a su hogar, era una noticia sumamente maravillosa.

Dos pequeños iguales, que los Katsuki esperaron pacientes, mientras Hiroko ansiaba el nacimiento de los niños: Yuuji y Yuuri. Aunque existía un aspecto curioso, a pesar de ser gemelos, los niños mostraban un apego, como carácter diferente con cada miembro de la familia; las causas fueron varias, en especial, porque Yuuri, uno de los hermanos, resultó en extremo enfermizo, así que pasó gran parte alejado de su hermano, para que este no enfermara.

La separación fue dura, mucho más de lo que comprenderán los demás; nacieron juntos, y debía ser natural desear aquello, aunque ese anhelo germinó con mayor profundidad en Yuuji, después de un fatal incidente, que cambiaría el curso de esa familia.

Yuuji adoraba a su hermana mayor, Mari, con quien jugaba al estar separado de su hermano, y quien, podría decirse, llenaba ese vacío.

Pero Mari sólo estuvo un tiempo breve con ellos.

Yuuji, apenas un niño, no supo entender la pérdida.


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Los gemelos Katsuki, siempre estuvieron juntos; si bien por la salud de Yuuri, no podían salir mucho, ambos existían en el mismo lugar, como si buscaran reparar la conexión que era natural, pero que nunca se formó.

Nunca se separaban: siempre, siempre juntos.

Pero nada es inmutable, nada es perenne en la vida de una existencia mortal, y vulnerable como lo era la humana; las cosas cambian por naturaleza, como por las personas que llegan a la vida de alguien.

No se separaron apenas pudieron estar juntos, hasta que llegó Víctor Nikiforov, un estudiante universitario extranjero, a pasar una temporada en Hasetsu, ese pequeño lugar donde Yuuri nació.

Para Yuuri, Víctor era su vía para ser diferente, para ser el mismo: para ser libre. La relación con su hermano, era una soga siempre presente, siempre atándose a la voluntad de Yuuji; nadie lo notaba, esas cosas eran solo mostradas entre los hermanos, porque uno de ellos sabía que eso no debía ser mostrado a nadie más.

Victor y Yuuri eran simplemente amigos en un principio; pero Víctor creyó en Yuuri, en aquel joven tímido, ansioso, y frágil; y este, no podía desear más, alguien se había enamorado de lo que él era, como el de lo que podía ser con ese hombre extranjero.

—Tú eres maravilloso a tu manera Yuuri —le decía siempre Victor, cada vez que el joven parecía querer derrumbarse.

Al ruso le extrañaba, que sentía poder ser capaz de levantar a Yuuri de sus miedos, sin embargo existía algo que aún no podía dar nombre, un elemento que desmoronaba al joven, una, y otra vez: con el tiempo, comenzó a ver, que ese algo era alguien.

Yuuji siempre estaba ahí, esperando a Yuuri, mirando a Víctor, repudiando la presencia de ese extraño, que no debía estar en su vida.

—Yuuri...tú hermano, Yuuji, ¿Cómo es él? —preguntó al adolescente. Sentía algo extraño, a veces fuera de lugar al ver a los gemelos juntos: le era tan inexplicable, que en su opinan no fueran nada parecidos, solo compartiendo el rostro y complexión.

—El, el me cuida todo el tiempo —murmuró Yuuri, moviéndose inseguro, observando unos patines que Víctor le había regalado; el japonés amaba patinar, pero su hermano, con una personalidad mucho más exuberante, más "brillante", era el aclamado, el admirado.

Mucho tiempo fue en que estuvo deprimido, porque su hermano le recordaba que el talento no era algo con lo que nació, con palabras más dulces, y comprensivas que alguien pudiera decir.

«Tú no debes preocuparte de mejorar, me tienes a mí, siempre estoy para ti.»

—Es mi hermano, y siempre está ahí, siempre lo estoy necesitando, ¿sabes? —comentó con una sonrisa contenida, casi triste.

El ruso negó suavemente con la cabeza, y tomó las finas manos del japonés; lo jaló al centro de la pista, y lo sostuvo de las manos.

—Haz lo que te haga feliz, seas bueno, o no —le dijo el mayor, con su voz aterciopelada; Yuuri miró los ojos azules del otro, y sintió que nunca había pensado en hacer las cosas para sí mismo.

—Siempre he patinado con mi hermano observando, y corrigiendo —Rio suavemente, y apretó las manos tibias del otro en la suyas,

Víctor se llevó a Yuuri del mundo de Yuuji.

Poco después, cuando Yuuri comenzó a descubrir lo que quería, y que él podía desear lejos de su hermano, este decidió mudarse con el ruso, abrazando sin miedo la relación que llevaban ya desde hace un par de meses: era rápido, sin duda, pero el japonés comenzó a darse cuenta que su hogar lo ahogaba, que su hermano lo ahogaba.

Su hermano, esa persona que después de la tragedia, se vio incapaz de recordar. Su padre siempre deseó un hijo como Yuuji: carismático, orgulloso, y sin inseguridad que pudiera verse.

Yuuji les reclamó a sus padres que dejaran ir a su hermano de manera tan fácil.; las discusiones eran suaves en su inicio, para finalmente pasar a ser algo violento; siempre dejando a Hiroko llorando, y las palabras de uno de sus hijos, perforando a ambos padres sin piedad.

—Ustedes tienen la culpa, la culpa de que su propio hijo se haya ido de la casa —comenzó Yuuji, con el mismo rostro de Yuuri, pero sin pizca de gentileza, o dolor de sus crueles palabras—. Es su culpa, el que Yuuri se fuera con un hombre mayor.

Ambos padres se dejaron contaminar por la frialdad de las palabras del joven, y las discusiones se volvieron algo cotidiano: dejaron de ser la familia perfecta.

Dejaron de ser la familia ideal, hecha de cristal y arena, desde el primer día de la ausencia de su primer hijo.

Yuuji se dio cuenta que odiaba a todo responsable de alejar a Yuuri.

Yuuri se dio cuenta de que podía, y quería ser libre.

Victor, Victor de que no podía estar lejos de su amado, de aquello que alejaba su soledad.




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N/A: Siento la demora, pero el trabajo me devora xD

En fin, gracias por leer <3

Two Farewells [YOI] [Victuuri]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora