Capítulo 1.

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DongHae se sentó sobre el marco de la ventana que estaba por encima del jardín. Las cortinas opacas lo protegían del viento que soplaba contra él, éstas se deslizaban por su piel debido a la brisa que ingresaba desde la ventana abierta. El día era soleado y caluroso, la brisa evitaba levemente que el calor fuera insoportable. Las cortinas blancas que brillaban por la luz solar, eran todo lo que podía ver.

Estaba escuchando la reunión, escuchando las voces, la risa y el grito ocasional. Algunas eran como campanas, ligeras y livianas, otras eran más pesadas y fuertes. Cada una era diferente y única. Cada una le mostraba una imagen distinta en su cabeza, una forma o un color. 


Algunas eran familiares, aquellas pertenecientes a las personas que conocía y otras eran desconocidas; inclinó su cabeza permitiendo que nuevas imágenes se formaran por los nuevos sonidos mientras escuchaba.


Se movió lentamente, sus dedos intentaron acercarse a jugar con las cortinas. La tela rozó su piel, distrayéndolo de los sonidos de las voces, haciendo que esos sonidos se deslizaran y no lo tocaran. Hasta que una voz le llamó la atención, era como una ola, alcanzándolo de pies a cabeza, demandando su atención. Suspiró, sus parpados se movieron rápidamente y su cuerpo tembló al escuchar el sonido.


Era como si cada sonido que emitía el hombre fuera hecho con gran esfuerzo, como pies caminando sobre vidrios rotos o arena restregándose contra una herida. El castaño tomó las cortinas entre sus manos, sus dedos empuñándose mientras se inclinaba hacia adelante, su cuerpo tenso y atento. Mas no podía entender las palabras, la voz era demasiado baja para poder hacerlo, no alcanzaba la ventana de la manera en la que las demás voces lo hacían, pero podía escuchar el tono rudo de ella. Lo hizo temblar, lo hizo querer acercarse y tocar.


Los colores que esa voz transmitía eran oscuros, negros y azules, como el color de la medianoche y la forma era como un par de alas gigantes.


Luego ya no pudo oír más, casi sin aliento, intentó escuchar más intensamente, pero la voz se había marchado. Desilusionado, se movió lentamente, recordando la voz, la forma, el color y el sonido.


Estaba tan distraído en los recuerdos, que casi no escuchó los pasos que guiaron a alguien a su habitación. Inclinó su cabeza, observando en dirección a la puerta. Podía ver tan solo una sombra oscura, o la luz de la ventana cegándolo completamente, evitando que pudiera ver con claridad el resto de la habitación.


— ¿Quién está ahí? — preguntó.


— Discúlpame, no quise entrometerme.


¡Oh!. La voz que era oscura y le llenaba de una forma inusual. 


Tembló nuevamente, se sentó erguido y alzó una mano. — No, no es ninguna intromisión, por favor, pasa.


— Estaba buscando un lugar silencioso. Un lugar tranquilo.


Oh, esa voz, con sus colores oscuros y sus grandes alas... DongHae quería ser envuelto por ellas.


— Aquí se está tranquilo — dijo suavemente, sus ojos intentaban encontrar al hombre entre las sombras y distinguir su contorno. ¿Era alto?, ¿bajo?, ¿ancho?, ¿delgado?.


El hombre parecía ser alto, escondido debajo de una cabellera y ropas oscuras, uno mezclándose con el otro. La forma oscura se acercó.


— Te estás perdiendo la fiesta.


El menor sacudió su cabeza y movió su mano hacia la ventana. — Puedo escucharla. Es más fácil aquí arriba que allá abajo —. Podía moverse con facilidad por la casa y el terreno, pero no cuando estaban llenos de personas. Se tropezaría y caería haciendo el ridículo, la risa y charlas lo confundían.

Belleza Auditiva.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora