CAPÍTULO X: LAS MENTIRAS DE LAS BODAS

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Él lucía un traje negro muy elegante y ella un vestido rojo de falda larga esponjada y un corsé que definía su delgada figura. Ambos estaban vestidos de esa manera porque habían celebrado su graduación de la universidad. Después de que ambos ayudaron a derrotar a la organización se les ofreció becas para aprovechar su inteligencia en un futuro y los dos adultos a cargo de ellos autorizaron. Él se graduó en la carrera de criminología y ella ahora es una química farmacobiologa, nada diferente de lo que había estudiado en su pasado.

Si bien ambas carreras no se relacionaban en nada y aparte de que tenían su facultad en diferente sitio tuvieron la extraña coincidencia de que su fiesta fuera en el mismo lugar, una extraña coincidencia que se le podía llamar Kudou Yukiko. Además de que varios compañeros de él se relacionaban bien con las conocidas de Haibara así que después de la celebración habían salido en grupo.

−¿Dónde están? −preguntó a la única que había tenido la dignidad de esperarlo.

−Seguramente gastando el dinero de sus padres en un casino o en entretenimiento barato o en satisfacer sus fantasías −dijo con su típico monótono.

−Oh ya veo, la segunda generación está podrida −externó mientras recordaba cómo había sido su vida universitaria rodeado de jóvenes que solo buscaban complacer a sus padres con un título y así ganarse la herencia. Su experiencia en Estados Unidos dejaba mucho que desear.

−Tú también eres una segunda generación −expuso su situación y es que era real, su padre era un escritor famoso, si quisiera podía colgarse de su éxito y tener la vida resuelta, pero había un impedimento.

−Ante papeles oficiales si soy hijo de mis padres, el FBI ayudó a falsificar nuestros documentos para que hicieran que Kudou Shinichi naciera diez años después lo que me ha facilitado trámites y esas cosas, pero ante la sociedad soy Edogawa Conan. −El nombre de la persona que solía ser le traía recuerdos dolorosos−. Además no poder volver a mi edad verdadera es otra cosa por lo que a ojos de la sociedad no puedo volver a tomar esa identidad. Así que no, no pertenezco a la segunda generación

−Tienes razón –dijo, mientras empezaba su caminar y era seguida por él.

−¿Quieres ir a alcanzarlos? –preguntó con desgano, aunque pudiera caminar bien ya había consumido mucho alcohol en la fiesta y en lugar que estaban antes.

−¿Tienes un mejor plan? –preguntó, pero se dio cuenta que su compañero ya no le seguía.

−Haibara –la nombró mientras miraba fijamente un lugar cruzando la calle−. ¿Alguna vez tuviste la intención de casarte?

−¿Por qué el interés? –cuestionó regresando por él.

−Curiosidad. –Ahora su mirar estaba en ella.

−Realmente nunca pensé en ello, como miembro de la organización me vi muriendo en algún experimento fallido.

−Pero ¿y ahora? La organización ya no existe y con tu nuevo nombre nunca fuiste miembro de la organización. –A diferencia de él, ella ante documentos oficiales y la sociedad era Haibara Ai. Miyano Shiho murió aquel día en el laboratorio.

−Nunca pensé en eso realmente. Porque tener una pareja sería contarle tus secretos o tu pasado. No puedes ir conquistando chicos diciendo que perteneciste a una extraña organización, rejuveneciste, ayudaste a derrotarla y ahora intentas vivir una vida normal. –Tenía punto al exponerlo de esa forma.

−Tienes razón –dejó salir una sonrisa burlesca.

−¿Y tú? –preguntó por mera formalidad, ya que podía deducir la respuesta fácilmente.

El pasado a veces se hace presente en las reuniones familiaresWhere stories live. Discover now