CAPÍTULO XII: EL CAFÉ UNE A LAS PERSONAS

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Estaba en una cafetería, su primer día de clases había terminado muy bien así que decidió festejarlo disfrutando un café ella sola mientras leía uno de sus libros favoritos: Las aventuras de Sherlock Holmes, especialmente el capítulo de: Escandalo en Bohemia. Porque era la introducción de un personaje icónico, Irene Adler, la rival y amor de Holmes. En cierta forma le recordaba a su relación con el hijo del mago porque él busca crear trucos para que ella no hallé el método empleado para utilizarlo. Sonrió sola al recordarlo.

Dejó un rato su lectura y sorbió un trago del café que tenía servido, el café era uno de sus tantos gustos heredados por sus padres, los tres disfrutaban de las diferentes presentaciones que ofrecían de él.

Iba a retomar nuevamente su lectura cuando en su vista cruzó alguien conocido. Así que se levantó para irla a saludar.

−Me da un café lechero para llevar −escuchó su pedido.

−Que sea para tomar aquí y llévelo a mi mesa –modificó la orden cuando ella estaba distraída buscando el dinero en su carrera para pagarlo. También lo pagó en su lugar.

−Está bien −dijo la dependienta.

− ¿Quién te crees para alterar mi pedido? −exclamó en un claro tono de molestia.

−No era mi intención molestarla Ran san, pero sé que la única forma de hablar con usted en un día laboral es en su hora de comida.

−Kana chan −la nombró sorprendida −. No esperaba verte por aquí, no es un lugar que jóvenes de tu edad frecuenten −hizo la observación al notar la demás clientela en el establecimiento mientras caminaban para ir a la mesa, pues ellas eran las más jóvenes.

−Esta cafetería me gusta por su tranquilidad. Soy cliente frecuente ya que además sirven un café delicioso −expusó y para que su acompañante se sentara cerró el libro en el que momentos atrás estaba leyendo.

−Sherlock Holmes −hizo la observación al ver la portada.

−Uno de mis detectives favoritos. −Sonrió.

−Realmente no me sorprende, también es el de padre.

−Sí, de hecho este es un ejemplar de la biblioteca de mi casa. −Se lo mostró con orgullo. Su interlocutora lo tomó y no sabía porque pero se le hacía familiar−. ¿Está muy difícil el caso en el que está trabajando?

−Sí, la verdad todo está muy claro pero no son pruebas sólidas −respondió por inercia−. Espera, ¿cómo lo supiste? −Aunque después de reflexionarlo un poco, ella ya sabía la respuesta. Después de todo era su hija, sería común que ella fuera capaz de saber todo, al igual que él.

−Usualmente suele comer en el comedor de su oficina comida que usted prepara −expuso, pero notó que ella estaba más sorprendida−. Son cosas que Arato me contó.

−Oh ya veo.

−Además de que no es el horario de la comida, así que salió a despejarse caminando y se encontró con este rústico lugar. Los dobleces de su falda se ven como si hubiera estado sentada, pero ya están un poco difuminados así que ha de llevar caminando unos veinte minutos.

−Vaya, sí que eres idéntica a él. Dime Kana chan, ¿también quieres ser detective? −cuestionó, y es que estaba preocupada por ella, sabía que esa era una vida muy peligrosa pues algo así le alejo a un ser querido.

−Me gustan los misterios, pero prefiero pensar en uno para degustar a los lectores, así que me gusta más la idea de ser escritora como mi ídolo Kudou Yuusaku.

El pasado a veces se hace presente en las reuniones familiaresWhere stories live. Discover now