Capítulo 4 - Más allá de mi ventana.

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A pesar de no haber recibido como regalo de cumpleaños lo que Leia deseaba, no desistió en su búsqueda de un lugar para salir del castillo. Su padre estaba a punto de embarcarse en un largo viaje que duraría varias semanas, así que tenía que encontrar rápido una salida para poder escapar en su ausencia. Ya no se podía fiar de ese hombre tras lo leído en el diario de Caroline, pero tenía miedo de ser encontrada y asesinada por él, así que exploraría el exterior sin ser vista por nadie.

Apenas leyó el libro, mandó a Danae ir a sus aposentos con urgencia. Allí le mostró el hallazgo.

-Lo sé todo.

Danae sintió un escalofrío y miró asustada a Leia.

-¿Sobre Caroline?

-Sí.  Lo encontré todo en su diario - Leia suspiró -. Padre me dijo que mi madre murió enferma, ¿por qué nadie me ha contado esto?

-Por miedo al rey, Leia. ¿No te das cuenta de que la gente desaparece sin que nadie sepa de ellos? - miró a los lados asegurándose de que nadie la escuchaba - ¡El rey mata a todo aquel que descubra algo!

Leia suspiró y dejó el diario en la cama mientras miraba a Danae.

-No sabe que he descubierto esto. Por ahora solo quiero cumplir mi sueño de salir de aquí.

Danae meditó largamente qué decir a su princesa y amiga, pero terminó por ceder a sus deseos puesto que los criados tampoco podían salir del castillo y comprendía lo que la joven sentía.

-Como bien sabes, el muro del jardín solo cubre la parte delantera del castillo, ya que la trasera no tiene jardín, da directamente al exterior - esperó a que Leia asintiera -. Pues en la torre norte hay unas enredaderas que han crecido desde el suelo hasta la torre, y te permiten bajar fuera de los terrenos del edificio. Es arriesgado debido a la altura, pero sabes que las ventanas de los primeros pisos están vigiladas y dichas enredaderas impiden abrir las ventanas que hay en las habitaciones de las criadas. Ese es el único modo de salir.

"Será fácil", pensó Leia, "La torre norte está abandonada por la rotura en las escaleras".

Así era. Debido a las oscuras leyendas que rondaban a esa torre y la superstición de la gente, nadie hizo un correcto mantenimiento de ese sector del castillo, así que con el tiempo se dejó de utilizar. Leia había estado ahí mucho tiempo, pero nunca había ido hasta arriba y esas plantas le eran desconocidas. No había cruzado antes la zona derrumbada de las escaleras, pero no era difícil de saltar.

Tras una noche de nervios y no dormir llegó al fin el día en el que su padre se iría a otra región durante semanas. Le despidió con fingida tristeza, a pesar de estar hirviendo de emoción por dentro. Cuando la carroza desapareció en el horizonte corrió a cambiar su aspecto, pasando de ser la delicada princesa del reino a una encantadora aldeana. Vestía un sencillo vestido marrón con delantal blanco y un pañuelo del mismo color en el pelo, que tenía recogido en una coleta.

Llevaba una pequeña bolsa de tela beige donde guardó un poco de comida y agua para pasar el día. Estaba nerviosa, pero saltó el hueco con decisión y cruzó al otro lado de las escaleras mientras Danae vigilaba el pasillo, pero ella ya estaba arriba sintiendo el viento en su rostro. Olía a libertad. 

Tras asegurarse de que no habían guardias en las otras torres, empezó a bajar con cuidado por la enredadera. Era una planta leñosa que no había sido podada en más de veinte años, por lo que era tan resistente como para sujetar a una adolescente. Tardó cerca de diez minutos en tocar el suelo, pero cuando lo alcanzó, lo primero que hizo fue tumbarse a sentir la hierba silvestre y olvidar la tan controlada y cortada hierba del jardín. Saboreó frutas de los árboles, se mojó los pies en un arrollo cercano, olió las flores nacidas sin control por la arboleda.

Más allá del cristal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora