Capítulo 9 - Una nueva vida.

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-¿Entonces la historia que nos han contado siempre del magma y la tragedia es real? - preguntó William con curiosidad.

Elazar se encogió de hombros al recordar aquella fatídica noche.

-Sí, lo es; pero con los años se olvidó su credibilidad.

Los tres entraron a la casa para comer algo y hablar mientras la pareja se iba adaptando al nuevo ambiente solitario en el que iban a vivir. Elazar ya había preparado todo lo necesario para su estancia allí, así que no tendrían necesidad de volver al pueblo en mucho tiempo, aunque tenían la esperanza de que no se tendrían que quedar allí para siempre.

-Por cierto, ¿qué eran esas ratas de antes? - volvió a comentar el joven. Elazar sonrió.

-Se llaman Líridas, son un híbrido entre roedor y reptil - llamó a un ejemplar con un silbido -. No son agresivos, pero su extraño aspecto y su cantidad masiva ayudan a que se marchen curiosos indeseables. Como se alimentan de hongos no destrozan el bosque.

Leia sonrió y cogió al pequeño ser en brazos, visto de cerca no era tan raro, pues su cara era casi idéntica a la de un ratón solo que su lengua era la de una serpiente. Además pudo observar que no tenían patas, sino que se arrastraban, al contrario de lo que habían pensado al ver las Líridas en las setas gigantes. Jamás había escuchado hablar de ellas en sus libros, por lo que pensó que era una especie creada específicamente para proteger el bosque.

-¿Y cómo nos indicaron el camino?

-Querida, son casi tan inteligentes como un niño de cinco años humano.

Siguieron hablando algunas horas, hasta que por alguna razón la conversación terminó de nuevo en la tragedia de hacía un siglo. Elazar miraba con gesto lúgubre por la ventana intentando recordar.

-Al principio pensé que era un incendio - susurraba -. Pero luego, al ver las calles inundadas de la propia muerte, no pensé en nada más que en mi familia, ya que la lava se acercaba con rapidez a la zona donde yo vivía. Intenté salvar a los demás, pero era tarde - miró al suelo -. Al ser noble, mi casa era un poco más alta que las demás, pero la de mis vecinos estaba a ras de suelo. No pude salvar a nadie.

>>Mientras iba a mi hogar noté que el magma no salía del suelo ni de alguna fuente, sino que había aparecido de la nada. Tengo sospechas de quién fue ya que en aquel momento solo existían tres personas con el poder de crear. Una de ellas era mi hijo, que dormía sin darse cuenta de lo que llegaba. La otra era yo.

Leia interrumpió a Elazar casi sintiendo que se encontraba en la escena narrada.

-¿Quién fue entonces?

Elazar sonrió apenado mientras ladeaba la cabeza.

-Mi hermano Edric, cuyo poder le corrompió. Tras el incidente nunca lo volví a ver - apretó un poco los puños -. Tal vez se hundió en su propia destrucción y moriría quemado.

William observó al hombre muy seriemante, analizando su reacción. Mentía, pero no entendió la razón y lo dejó pasar bajo el pensamiento de que sería algo tan doloroso que mintió para atenuar su dolor.

-Entré a mi casa cuando la primera planta estaba toda en llamas - continuó Elazar -. Las habitaciones estaban en la segunda planta, así que fui corriendo para salvar a mi mujer y a mi hijo. Cuando subí lo primero que encontré fue a mi amada Lisa muerta, aplastada por una viga que iba a golpear a mi hijo - sus ojos se volvieron vidriosos por la lágrima que quería derramar, pero no llegó a hacerlo -. Embarazada de siete meses se sacrificó por mi pequeño Sammy, mi hijo de seis años, el cual estaba llorando al lado de Lisa.

Leia y William escucharon atónitos porque siempre habían creído que su familia se salvó al completo, no solo él y su hijo. Leia abrazó a su bisabuelo con tristeza.

-Lo siento mucho, debió ser triste.

-Aún sigo con el corazón en un puño a causa de aquello - dijo Elazar con seriedad -. Por eso nunca podré perdonar a Edric, esté dónde esté.

Tras un silencio tenso de cinco minutos, el hombre se sirvió un té y se acomodó mejor en su asiento volviendo a su sonrisa desenfadada y misteriosa.

-Cuando llegó el día hice desaparecer como pude aquel pueblo. Tuve un gran debate entre enterrar los cuerpos o hacerlos desaparecer junto con todo, pero al final enterré el pueblo tal y como quedó tras apagar el magma.

-Por eso existen los túneles subterráneos - comentó William -. Pensé que eran minas abandonadas, no un pueblo entero. Aunque no han encontrado cuerpos.

-Claro que no, lo único que cambié fue que reuní todos los cuerpos en mi casa, la cual no dejé que los túneles la alcanzaran. El único que salvé fue el de Lisa, que está enterrada en este bosque. Lo creé especialmente para ella - sonrió mientras miraba por la ventana -. Solo los ancianos recuerdan el nombre real de este lugar, que es Lisa's Dream. Todo es tal y como ella imaginaba un bosque perfecto.

-Es precioso Elazar - susurró Leia, casi sollozando -. Se nota que eres una gran persona.

Sin mediar palabra, Elazar se levantó y se dirigió al balcón de la casa. Al cabo de cinco minutos miró a los dos jóvenes.

-Con el tiempo logré construir un pueblo nuevo, pero la tierra quemada no era fértil aún y apenas tenía gente, pero poco a poco volvió a tener comercio y actividad. Mi hijo creció y tuvo una preciosa hija - miró a Leia sonriendo -. La llamó Caroline. Era tan alegre y tan curiosa, no dejaba de preguntarnos por todo, se parecía mucho a ti, Leia.

Tras un instante de silencio se puso cabizbajo.

-Luego llegó ese monstruo del rey, compró la tierra cual objeto y mató a mi hijo junto a todos los que poseyesen de la más mínima magia. Los magos se vieron reducidos a Hermes, Caroline y yo. Intenté actuar, pero mediante magia negra, logró que yo no pudiese entrar al reino.

-¿Y cómo estás aquí ahora? - preguntó Leia, curiosa.

-Por ti, pequeña mía. El sello que mantenía esa magia se encontraba en la cerradura del tesoro real. Solo un descendiente mío podía romperlo - puso la mano sobre el hombro de la joven.

-¿Yo rompí el sello al encontrar el diario de mi madre?

-Así es. Pero la barrera no desapareció al completo hasta un año después, justo en tu cumpleaños.

Leia sonrió, complacida de su acto involuntario mientras William se rascaba la barbilla con gesto pensativo.

-Pero si ella es descendiente tuya, ¿no debería tener poder?

-Así es, William, pero ella no lo ha desarrollado debido a que nunca ha tenido constancia de su existencia. Ahora debería empezar a tener esos poderes, pero no estoy seguro.

Leia asintió y puso su puño en el pecho, indicando que haría todo lo posible por aprender todo sobre aquel poder. Elazar sonrió y la abrazó. Cuando él se marchase iban a iniciar de forma definitiva su nueva vida, y estaban seguros de que todo iría bien por el momento.

-Id con cuidado pequeños. No volváis hasta que sea seguro.

Bajó sin pasar por las escaleras ya que Elazar podía levitar, luego le dijo a Leia no podría hacer eso, ya que al pasar tantas generaciones el poder estaba debilitado. Les lanzó una mirada seria y severa antes de irse mientras señalaba un árbol cercano.

-Y si realmente queréis estar seguros, jamás alcancéis la copa de ese árbol - tras decir esto, chasqueó los dedos y desapareció.

Más allá del cristal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora