Cartas de Santino Sanchéz

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Estimado Carlos:
Han pasado ya cinco años desde mi última carta. Espero que te encuentres bien y ya no compres objetos extraños a través de internet (recuerda lo que pasó con la enredadera).
Mi trabajo aún está lleno de sorpresas. ¿Recuerdas a la señora Petrovitz del apartamento 7B? Pues ha desaparecido sin dejar rastro alguno. En ese mismo lugar, se quitó la vida un tal Ibarra. Seguramente lo conoces, sus cuentos se volvieron populares luego de su muerte.
Algo parece suceder en el edificio. Los supersticiosos dirían que está maldito o encantado pero, para mí, es sólo una extraña sucesión de incidentes.
Espero tu respuesta. Y sí, sé que dirás que las cartas pertenecen al pasado, que ahora hay chats y redes sociales pero, déjame decirte que no hay aroma más dulce que el de la tinta sobre el papel.
Mis más cordiales saludos.
Santino Sanchéz.

Estimado amigo:
Aún espero tu respuesta. Espero que estés bien y que dicha situación se deba únicamente a tu holgazanería. Han pasado dos meses desde mi última carta y pensé que era propicio volver a escribirte.
Extraños sucesos han asolado el edificio de la calle 18. Muchos inquilinos han dejado sus hogares y escapado. No los culpo, honestamente. El gerente, tipo que odia su trabajo, esta cada vez peor. Sólo se encierra en su oficina con una botella de whisky y no sale hasta terminar su turno. Parece que toda esta deserción lo ha hundido.
Yo no me quejo, mi trabajo se ha fuego más fácil aunque, también, más monótono. Hay días en los que extraño aquellas triviales conversaciones de pasillos, Félix, el gato, resbalando de manera divertida sobre el piso mojado. Extraño esos pequeños placeres que hoy día parecen distantes.
De todas maneras, sé que, de alguna forma, el edificio volverá a la vida.
Mis más cordiales saludos.
Santino Sanchéz.

Carlos:
Aún no respondes mis cartas pero lo entiendo. No es fácil responder a tan egocéntricos divagues pero así soy y espero que lo comprendas.
Hay nuevos inquilinos en el lugar, imagínate mi felicidad. El edificio ha recobrado su espíritu, su fuego. Está tan vivo y lleno de energía que me es casi imposible describir lo que siento cuando camino sus pasillos.
El gerente se muestra más amable y optimista (y, por fin, se sacó esa horrible y sucia camiseta blanca). Le sonríe a los niños y se relaciona con los mayores, creo que este cambio le sienta muy bien.
A pesar de todo estos eventos, el apartamento 7B continúa deshabitado. No es algo importante, solo me resulta raro.
Saludos.
Santino Sanchéz.

Carlos:
Estoy aterrado. Los extraños eventos, que antes parecían aislados, se han vuelto algo cotidiano. Las paredes me susurran al pasar, los radiadores emiten agónicos gemidos y los retratos, que cuelgan en los pasillos, me siguen con su mirada.
Los inquilinos también son inquietantes. No han abandonado el edificio desde que llegaron, ni siquiera para comprar víveres. Los niños actúan de una manera... no sé como decirlo, siquiera. He visto a más de uno comer insectos e incluso ratas.
Y ni hablar del gerente. El idiota está más feliz que nunca y, al igual que los otros, no ha salido ni una vez del edificio. Está cada vez más delgado y su piel presenta una mortecina palidez. Parece un cadáver que sólo pasea y le sonríe a los niños.
Estoy pensando en abandonar este trabajo, en dedicarme a otra cosa. Ya estoy harto de este maldito edificio.
Santino Sanchéz.

En la mañana de ayer, un hombre, identificado como Santino Sanchéz, fue atropellado por un camión en la calle 18 frente al edificio Nuevo Amanecer.
Según fuentes policiales, Sanchéz vivía en el edificio de manera ilegal y presentaba signos de desórdenes mentales. Se recuperaron varias cartas, escritas por el occiso, donde este relata situaciones extrañas que, según el, tomaban lugar en el abandonado complejo de departamentos.

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