Y una vez más sentía, sentía ese dolor tan duro, desgarrador, tan asesino.
Sentía como mis ganas de seguir en pie, disminuían a pasos agigantados.
El aire me empezaba a faltar, empezaba a temblar y las lagrimas caían tan pesadamente que la figura recta de mis labios se convertían en un triste arco .
Cada segundo se volvía una tortura, un ataque de ansiedad había llegado, y tardaría mucho en irse.
Mi interior gritaba y seguía gritando, sentía un dolor penetrante en mi, algo que quemaba y que no podía extinguir.
Al ver una foto tuya se me nublaba la vista y ahí fue donde mi respiración empezaba a disminuir junto a las lágrimas y al pulso.
Cada segundo todo se volvía más silencioso, hasta que cerré los ojos y no los pude volver a abrir.
