XXV

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Los campos apenas florecian nuevamente, el olor a polvora se habia marchado al igual que el invierno.

"Su Majestad la espera" - nunca habia deseado tanto que aquella mañana llegara por fin.

Las doncellas le ajustaban el vestido, no poseia ya una corona o reino, ni esposo ni hijos.

Cuando miro el sol salir le envio una oración a Dios y finalmente la escucho.

Con gozo en su corazón, o lo que quedaba de el, cruzo los largos pasillos, en cada paso que daba los recuerdos la visitaban.

El olor de las amapolas.

Lo recordaba también a él.

El negro. El color del luto la habían acompañado por tres largos años. El negro de su vestido era su mejor amigo.

Al fin llego.

El gran salón del trono le aguardaba, y también recordó aqui.

*"¡Sasuke!" - le grito con todo su aliento que incluso dejo de respirar, el tiempo en el reloj quedo congelado desde aquella cruel mañana* cuando el corazón de su amado fue atravesado por una flecha.


Las puertas se abrieron una vez más Pero nadie revenciaria a la Reina sin Reino. Sus jades ya no tenían más color que el gris opaco de alguien muerto en vida.

La miro como recordo haberlo hecho aquella mañana.

"Sasuke" - lo llamo. Y la calma acudió a ella, nuevamente estaba en ese campo de amapolas rodeada por sus brazos. Una corona de oro y un vestido blanco y rosa la adornaban, el se veia apuesto tambien, vestia el mismo traje con el que la recibio a Palacio.

El le sonreía. El la amaba.

*"Te amo" - curvo los labios y beso su frente, siguió acariciando sus brazos mientras los niños corrian por el prado de amapolas.

"Te amo mi Reina" - su voz era un dulce eco. Uno que la llenaba de vida y gozo. La risa de sus hijos seguia ahí. El sol les iluminaba* y todo era como siempre debio haber sido.

Acomodo sus cabellos permitiendo el acceso a su cuello.

Sintio la humedad de su beso.

"Estoy aqui" - le murmuro al oido y regreso a su realidad.

"Dios mio, perdona mis pecados y permiteme verles una vez más" - murmuró. Sus cargos habian sido leidos mucho antes.

"Larga vida a la Reina" - su voz hizo un eco que jamas abandonaría aquel Palacio.

La primavera.

"La primavera siempre sería de Sakura y sin importar los años su reinado seguiría existiendo" - la mujer termino su relato.

"Ahora sera mejor que vuelvas a tu hogar, Hana, querida" - la rubia le sonrió, sus ojos azules habian perdido cierta vida. Sus arrugas eran fruto de haber trabajado bajo el sol durante horas y los callos en sus manos eran el resultado de la cosecha.

"Tia, mi madre fue una gran Reina" - Hana poseia aquella voz y aquella bondad en sus ojos.

"Vaya a Palacio su Majestad" - la pequeña niña de diez años sonrió.

"Nos vemos en casa" - levantó su capa para cubrir aquel cabello rosa que nadie debia ver. En una choza de madera a las afueras de un pequeño poblado en Portugal se volvió su hogar.


Por que ni a ella ni a su hermano nunca nadie les reverenciaria.
Su madre solo existirá en sus memorias.

Aun cuando sus últimas palabras siempre existirían.



"Larga vida a La Reina"

La ReinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora