Hola chicos! Agradeciendo que sigan la historia, bueno, aquí les dejo el capitulo 5! Que lo disfruten!
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Abrió los ojos con pesadez y con lo primero que se topo, fue con el rostro tranquilo y babeante de la persona que horas antes había compartido junto con el una noche intensa y pasional. Lo recordaba todo y a pesar de nunca haber imaginado que el pudiera acostarse con otro hombre no tenia arrepentimiento alguno de lo que había pasado, incluso, permaneció unos minutos más observando el rostro impávido del rubio y sonrió ligeramente. Aquello le había gustado y mucho. Había sido tan diferente que como con su ex-prometida.
Tuvo el impulso de acariciar su rostro y sentir esa suave y tersa piel y no se quedo con las ganas, recorrió sus parpados cerrados con la yema de sus dedos, delineo sus cejas enroscadas y el pensamiento de que eran poco comunes paso por su mente, pero ahí... en su rostro encajaban perfectamente haciéndole ver realmente apuesto. Después acaricio sus pómulos y finalmente sus labios.
Tenía el sueño muy ligero, de hecho desde que sintió el movimiento de su mano sobre su rostro despertó, pero se dejo tocar, aquellas caricias eran tan calidas y relajantes, hasta que sintió que era momento de participar también. Abrió los ojos y trato de hacer contacto directo con los ojos del peliverde.
-¿Quien diría que alguien con semblante tosco y brusco, pueda ser tan meticuloso al acariciar?-
-¿Te molesta?-
-No... de cierta forma, me reconfortas-
Zoro sonrió ante la última respuesta del rubio, mientras este cerró los ojos nuevamente, dejándose llevar por la suave y dulce sensación de aquellas caricias.
-¿Tienes idea de la hora que es?- Quiso saber Sanji.
-mmm... no... ¿tienes algo que hacer?-
-Si, quede para desayunar con mi hermana, su ahora esposo y con los amigos allegados-
-¿A que hora quedaste con ellos?-
-A las ocho-
Zoro se inclino un poco y deposito sus labios sobre la barbilla del rubio-
-No hay prisa... ya te has perdido ese desayuno- Zoro continuo dejando besos, pero esta vez en su cuello, cuando de pronto sintió que Sanji le empujaba y le miraba aterrado.
-¿Que dices? ¡¿Porque dices eso?!-
-Son las ocho y media- Señalo con la cabeza un reloj que había en la pared frente a ellos.
-¡Demonios!- Sanji empujo nuevamente a Zoro haciéndole caer en el piso.
-Ya deben estar por acabar ¿a que vas ya?-
-Nunca se le debe hacer esperar a una dama, mucho menos si se trata de una bella mujer y es mi hermana por supuesto y no importa que ya vayan a la mitad del desayuno, peor es no asistir- Comenzó a vestirse rápidamente.
-No logro entenderte...- Zoro se puso de pie y se sentó en la cama, cruzándose de brazos.
-Ni lo intentes siquiera... soy bastante complicado, acabarías liándote tu solito marimo- Sanji se acerco al peliverde, mientras acomodaba su corbata. -Anda vuelve a dormir, te veré a la hora de la comida en el restaurante-
-¿No te importa que nos vean juntos?-
-Jajajaja para nada, tengo cierta reputación que hace imposible que ellos piensen en que yo pueda relacionarme con otro hombre- Lo decía riendo pero tan seguro que Zoro sabia que así era.
-¿Que reputación?- Quiso saber, aunque algo intuía.
-No seas curioso marimo, solo despreocupate todos pensaran que seguimos siendo tan machos como siempre- y después de decir esto le planto un beso en los labios, sorprendiendo al moreno y haciéndole sonrojar ligeramente. -Duerme, necio...- Le empujo con la mano y lo obligo a recostarse, sujeto su saco y abrió la puerta, observo ambos lados y tras cerciorarse de que nadie pudiera verle, le sonrió nuevamente al moreno y salio de ahí. Zoro permaneció con la vista clavada en la puerta y después suspiro con fuerza, coloco sus dos manos tras de su nuca y comenzó a recordar lo antes vivido.
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Herederos
RomansZoro, el único varón y por ende heredero de la gran fortuna de los Roronoa, odia su vida. En un impulso por alejarse de todo su entorno, decide realizar un viaje por los calidos mares de la Grand Line. Sin imaginarse siquiera que se dirigia hacia su...