Mascotas

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Alexander regreso a la isla tras varios días de ausencia. Como arcángel, no podía ausentarse de sus responsabilidades en el Cielo, así que muchas veces tenia que regresar con sus hermanos y lucir como el general de siempre. Esos días eran horribles. Intentaba no estar preocupado por Rozen, ella había empezado a desarrollar su magia, y sabia lo suficiente para cuidarse sola y no morir de hambre. Aunque Alec siempre tenia el absurdo terror de la niña incendiando la isla. Descendió a la tierra y guardo sus alas tras su espalda. Todo estaba en silencio, tranquilo, lo cual era muy inusual. Siempre que regresaba Rozen salía a recibirlo al menos que... estuviera haciendo algo que sabia que haría a los nervios de Alec explotar.

Alexander había aprendido una lección muy importante de la niña tiempo atrás: Una Rozen aburrida, es una Rozen peligrosa. Y era exageradamente fácil que Rozen se aburriera.

Alec respiro varias veces antes de entrar en la casa, evitando perder la compostura. La casa seguía en pie, era un buen inicio.

-Rozen- la llamo.

-¿Si?- contesto la niña a la distancia.

-¿Dónde estas?

-Mmmm... por aquí.

El ángel abrió varias puertas, encontrando cada habitación vacía, intento no desesperarse. Tal ves solo estaba siendo muy paranoico. Luego llego a la habitación principal donde ella dormía. Nada en sus meses como guardián de la bruja lo preparo para lo que sus ojos veían.

-Rozen...- dijo lentamente-  ¿Por qué tienes dos cachorros de tigre en tus brazos?

La bruja levanto la mirada de los felinos en sus brazos al ángel, y le sonrió sin ningún arrepentimiento.

-Me los encontré.

-Rozen, esta es una isla- le recordó Alec- No han animales tan grandes aquí.

-¿Cómo estas tan seguro?

-Porque yo mismo registre la flora y fauna de aquí antes de escogerla como un hogar idóneo para ti.

-Ohhh que lindo, pero quizás te equivocaste.

-Rozen ¿Cómo llegaron estos cachorros aquí?- la niña no contesto acariciando la oreja del cachorro de pelaje dorado, mientras que el cachorro albino restregaba su hocico contra la mano.

-Rozen- repitió Alec cruzándose de brazos.

La bruja se removió nerviosa -¿Sabes? Es una historia muy graciosa... porque yo simplemente estaba caminando por los arboles cuando vi un conejo. Y era un conejo negro. Era muy bonito, pensé que seria una mascota perfecta, haría juego con tus alas ¿no crees?

-Rozen

-Salí de la isla- soltó la bruja.

Uno, dos, tres...

-¡¿Qué?!

-¡Fue un accidente! Estaba practicando con mi magia cuando vi al conejo y recordé lo mucho que siempre quise un gatito y ¡puf! De la nada estaba en otro lugar y estos cachorros estaba solos, unos campesinos los estaban cazando y no podía simplemente dejarlos ahí. ¡Hubiera sido una abominación!

-Un momento- le corto Alec- ¿Simplemente desapareciste? ¿No creaste un portal?

-¿Portal?-pregunto Rozen- ¿Puedo crear portales?

-Rozen

-¡No lo se! Simplemente paso. Agarre a los cachorro y pensé en casa y de nuevo estaba aquí.

El angel no pudo evitar sonreír. Ella veía ese lugar como su casa...

Alec la miro con aprensión.

-¿Lo has hecho antes?

Ella negó cabizbaja. Los cachorros despertaron y empezaron a jugar con las manos de la niña, empujando con sus patas y mordiendo ligeramente sus dedos. Alec resistió el impulso de arrancarlos de sus brazos.

-No puedes volver a hacerlo- dijo Alec, con los ojos duros.

-¿Por qué?- cuestiono Rozen, alzando el mentón desafiante -  ¿Ahora soy prisionera de la isla?

-No, Rozen. Pero es peligroso. Los demonios podrían detectarte y aun estas aprendiendo a cubrir tu rastro y controlar tu magia. Tienes que ser más cuidadosa.

-Esta bien- acepto- Pero me quedo con los gatos.

-Esos son tigres.

-Igual me quedo con ellos.

Alec parpadeo. En definitiva la bruja tenia un problema con la autoridad.

-Los tigres no son animales domésticos- dijo Alec conciliador, intentando agarrar a los animales.

-Porque nadie lo ha intentado- musito Rozen abrazando a los tigres como si fueran inofensivos peluches. Los ojos de los animales brillaron divertidos hacia Alec mientras este le estrechaba los ojos con desconfianza.

-Son animales salvajes.

-Pero son tan lindos- Rozen le miro suplicante, haciendo uso de todo su encanto infantil para salirse con la suya

-Rozen, he dicho que no. Y es mi última palabra- declaro rotundo.

Una semana después Yue y Tsuki, los dos tigres de bengala adoptados y nuevas mascotas de la casa corrían por el prado tras Rozen como dos obedientes patitos tras su madre.

Como muchas otras veces la brujita se salió con la suya, haciendo constancia de lo poco que valía la autoridad del Ángel, y todos los intentos de Alec para deshacer de los tigres se vieron frustrados. Los cachorros adoraban a la niña, y no tardaron en convertirse en sus guardaespaldas no oficiales, cuidando a Rozen en ausencia del ángel. Era el único consuelo del Ángel, pues los felinos parecían empeñados en molestarlo, correteando tras sus alas cuando estaban visibles. Como si fuera una maldita paloma de entretenimiento. Lamentablemente para Alec, los tigres solo fueron el inicio de la extensa colección de mascotas que la bruja empezó albergar en la casa.

Conejos, perros, gatos, hurones, linces, serpientes, búhos, caballos y un halcón.

El angel no se explicaba como Rozen daba con ellos, ni como los animales convivían tranquilamente entre ellos.

Con el tiempo, Alec vio el lado positivo en aquel caótico zoológico, los animales mantenían a la niña ocupada y lejos de los problemas (los cuales parecían seguir a la bruja como abejas a la miel), sobre todo los tigres, quienes resultaron una buena compañía cuando las visiones empezaron acosar a la niña.

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Finalmente actualice. Lamento la demora, estuve trabajando más en la secuela de la historia principal, pero aún no olvido esta historia. Siempre estoy feliz de leer los comentarios u opiniones, y muchas gracias a todos lo que continuan leyendo y votando, son los mejores.

El Ángel y la Princesa del Infierno de Rosas (Alexander Lightwood)Where stories live. Discover now