Inmortal

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Rozen dejo de crecer luego de su decimocuarto cumpleaños, pero ella no lo noto hasta un año después, cuando la marca en la madera que señalaba cuánto crecía se quedo estancada en el mismo punto. Fue entonces que se miro al espejo y se dio cuenta que su rostro aún mantenía la inocente juventud. Su cuerpo no se había estancado en una madurez muy joven, sin las formas robustas y afiladas que el cuerpo de una mujer adopta para la vida de casada.

En ese momento se dio cuenta que algo estaba mal. Su madre le había hablado de la madurez de las mujeres desde niña. Ya de por si, era extraño no estar casada a sus quince años, cuando Rozen siempre pensó que a los trece ya tendría marido y cuando lo intentaba hablar con Alec el balbuceaba un sinfín del excusas, insistiendo siempre en que era demasiado joven para el matrimonio.

Joven, Rozen rumiaba molesta, en realidad estaría dentro de poco en el grupo de las quedadas.

Así que un día, cansada de las evasivas simplemente decidió tomar al toro por los cuernos, o en su caso al ángel.

-Alec- dijo seria y contundente, cuando logro acorralar al serafín en el patio mientras cortaba madera- Creo que es tiempo de buscarme esposo.

-¿Qué?- Alec dejo caer el hacha sin aliento, con los ojos desorbitados de la impresión.

-Ya tengo la edad suficiente. Demasiada edad en realidad.

-¿Por qué? Creí que... estabas bien... y... no necesitas un- carraspeo incomodo- marido.

Rozen suspiro.

-Alexander. Soy una mujer. Las mujeres somos criadas para tener nuestro propio hogar, para ver por nuestro marido y cuidar de nuestros hijos.

La mirada del ángel se ensombreció.

-No estabas tan entusiasmada con tu primer compromiso.

Rozen se sonrojo y desvió la mirada. Detestaba cuando salía el tema de su primer compromiso, o más bien reclamo. Si eran justos, ella no había tenido nada que ver en ese arreglo, y aunque el honor y el deber le dictaban llevar a cabo dicho matrimonio pero... no. Lo mejor era que su exprometido siguiera pensando que estaba muerta.

-Ese fue un arreglo que mi padre se vio obligado a aceptar- insistió-  Ahora es diferente.

-¿Por qué?

La bruja se ruborizo y bajo la mirada

-Porque...- su voz fue casi un susurro- porque ahora yo podría elegir a mi marido.

Alec aparto la mirada. El angel se quedo en silencio con el ceño fruncido, claramente  considerando la situación. Rozen sitio un pequeño resquicio de esperanza. Su corazón empezó a latir a toda velocidad emocionado.

-Rozen. No puedes casarte.

-¿Qué? ¡¿Por qué no?!

-No puedes llevar una vida normal como las demás mujeres...

-Puedo manejar mis poderes- insistió- Ocultarlos. Nadie se daría cuenta y...

-No. No lo entiendes.

-Alec, puedo hacerlo- dijo Rozen con enfado.

-Rozen...

-Si tan solo me dieras la oportunidad podría...

-¡No puedes!- la interrumpió -  Se darían cuenta, no eres como los demás humanos. Tu eres inmortal. Aun con el correr de los años no envejecerás, ni te marchitaras. No podrás pasar tu vida junto a un hombre, ni tampoco serás capaz de tener hijos.

Rozen se quedó inmóvil. No era posible, el no podía saber eso... era cierto que ella aún no había tenido su primera sangre, pero todas las mujeres eran distintas. Su madre se lo había reiterado en numerosas ocasiones, no había nada de malo en ella... ¿o si?

-¿Cómo lo sabes? – susurro con un hilo de voz. Sus manos comenzaron a temblar de manera incontrolable - ¿Cómo sabes que no puedo tener hijos?

-Los brujos- dijo formando cada palabra- No pueden tener descendencia. Son infértiles.

Sus palabras se clavaron como dagas en su su pecho. No podía ser verdad. No. No. No.

-Mientes- dijo Rozen con tono incrédulo y la voz quebrada.

-Lo siento- susurro Alec.

Era una pesadilla.

Nunca vería su vientre agitarse con vida.

Nunca podría sostener a un hijo suyo entre sus brazos.

Y nunca podría decirle de sus sentimientos...

No podía.

Era defectuosa.

Indigna.



Alec la sostuvo todo el rato mientras ella lloro, meciéndola en su regazo sin palabras. No había nada que pudiera que pudiera decir para aliviar la pena de la joven. Así que se limito a consolarla, y rezo para que su dolor desapareciera con el tiempo.

Pero el cielo le escupió en la cara.

La bruja paso un mes entero en su cama, ajena a los gemidos desolados de sus tigres y su multitud de mascotas que se congregaban a su alrededor en busca de atención. Al cabo de varias semanas (y luego de una horrible fiebre) Alec perdió la paciencia y terminó arrastrando a la joven fuera de su cuarto, obligándola a retomar pequeñas tareas.

Lentamente, e igual que una flor la bruja empezó a retornar a la vida. Se necesito de meses para que Rozen pudiera andar sin parecer un alma en pena, y muchos más para que volviera a sonreír.

Pero aun así, por debajo de la superficie la tristeza se mantuvo junto a un sentimiento que se hizo inconfesable.

Y hubiera permanecido así, si el destino no hubiera tenido planes para ellos.


***
¡Hola! Se que desaparecí por mucho tiempo y debería avergonzarme, pero la universidad me esta matando, y he estado demasiado cansada algunos días para escribir. Pero aun lo intento, a paso de tortuga pero ahí va. Gracias a todos lo que siguen leyendo la historia, cualquier duda o recomendación soy todo oídos. :)

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⏰ Last updated: Aug 25, 2018 ⏰

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El Ángel y la Princesa del Infierno de Rosas (Alexander Lightwood)Where stories live. Discover now