No soy el tipo de mujer que se enciende con facilidad, pero él tenía la clase de sonrisa que podía hacer que la temperatura a mi alrededor se disparase. Este galán parecía joven, tal vez en sus últimos veinte o principios de los treinta años, pero se vestía con un estilo impecable, maduro. No, no, no estoy hablando de tirantes o de pantalones de talle alto viejo. Quiero decir que se vestía con trajes tres piezas con corbata y zapatos coordinados con buen gusto.
Es un hombre muy atractivo, su cabello lavanda, sus ojos azules... Un adonis.
Podría haber sido corredor de bolsa, abogado o algo así. Lo único que sé es que trabajaba unos pisos encima del mío. Tampoco me pregunten su nombre, porque nunca se presentó. Sólo lo veía en el ascensor casi todas las mañanas cuando iba a trabajar. De vez en cuando lo veía por la noche cuando tenía que trabajar hasta tarde.
Nunca intercambiamos más que un movimiento de cabeza. Nunca inicié un 'hola' y él nunca intentó romper el hielo. Eso sí, cuando se trata del sexo opuesto, soy una completamente dura. Si un hombre está interesado en mí, debe dar el primer paso, ¿no? Por lo tanto, nuestros encuentros consistían en largos silencios en el ascensor, subiendo o bajando las docenas de pisos de nuestro edificio de oficinas. Pero hubo algo que noté, él siempre deslizaba su mirada sobre mí cuando creía que yo no miraba. Lo pillé un par de veces. Entonces solo sonreía.Y no pasaba nada.
Al principio, no estaba molesta con sus travesuras. Los hombres se hacen ver y la gente me ha dicho que soy una buena espectadora. No tenía ningún anillo en su dedo. Pensé que probablemente tendría novia, o amante, o tal vez un novio... nunca se sabe en estos días.
Pero últimamente, hacía algo más que lanzarme miradas. Realmente me comía con los ojos a través del espejo del ascensor. Y le seguía siempre una sonrisa cuando lo pillaba.
Sin embargo, no daba el primer paso, a pesar de lo muchísimo que yo lo deseaba.
Durante el siguiente par de días, su comportamiento me hizo pensar sobre si realmente estaba interesado en mí o sólo le parecía gracioso. La idea me fastidió un infierno, así que cuando nos encontramos otra vez en el ascensor esa noche, le fruncí el ceño cuando él hizo su rutina de comerme con los ojos.
Su sonrisa desapareció cuando me vio fruncir el ceño.
¿De verdad le parecía graciosa? Mi mirada se desvió a sus pantalones. Dónde tuve la habilidad de distinguir una erección. Si pensara que yo era un chiste, no tendría una erección, ¿verdad? Sabía con cada fibra de mí ser que él tenía una grande ahora mismo.
El ascensor estaba vacío, además de nosotros, con setenta pisos hasta llegar al vestíbulo. Tenía tanta curiosidad, que decidí llegar hasta el fondo de este misterio. Di un paso más cerca y le tanteé entre los muslos.Ah-ah. Estaba, en efecto, totalmente despierto.
Él palideció. Sus ojos volaron salvajes, contemplándome con una expresión de incredulidad. En este punto, estaba bastante segura que él me gritaría y más tarde presentaría cargos por acoso sexual cuando llegásemos a la planta baja. Así que me sorprendió cuando él hizo una mueca y dijo, "Oh, reina, vas a conseguirlo"
Esa fue la primera vez que lo oí hablar. Su voz era profunda, ronca, una firme voz masculina. Muy sexy. Antes de que pudiera decir una palabra, él me barrió del suelo y me empujó contra la pared. Su boca calló mi grito de sorpresa con un codicioso beso mientras sus manos se deslizaban bajo mi falda. Me tanteó por todas partes, como si hubiese querido hacerlo desde hacía mucho tiempo.
Ardí. Mi sorpresa se convirtió en calor totalmente desaprovechado. Mi coño palpitó y se humedeció. Le devolví el beso con la misma codicia. Él sabía picante, naranja y canela.
Gruñó, asaltándome de nuevo con un fuerte beso, su lengua dentro de mi boca, barriendo sobre mis dientes, sobre mi paladar, devorándome como si se fuera a morir si no lo hacía.
De pronto, rompió el beso. "¿Porqué te llevó evitando tanto tiempo, cielo? Maldita sea, todos estos meses..." Entonces, sin ceremonias, me arrancó las bragas.