Capitulo 25

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–Estás muy callada. –Comentó cuando ya estábamos en el auto, rumbo a su casa.

–Lo sé. Solo... estoy pensando. –sonreí mientras apoyaba la cabeza en el apoya–cabezas y cerraba los parpados lentamente.

–¿Algo en especial?

–Mmh... –dudé si decirlo o no. –Debería estar trabajando.

–¿Trabajando? –preguntó.

–Estoy ahorrando. –Comenté. –Necesito mucho dinero. –Y suspiré. Podía sentir como si eso despertó su curiosidad, por removerse en el asiento.

–¿Para qué? –preguntó. Parecía un interrogatorio.

–Una operación, nada importante. –Me encogí de hombros indiferente. Entonces, el auto paró, y creo que habíamos llegado. Y eso pasó; el sonido de la puerta de Dante pareció abrirse y segundos después, fue la mía. Sin embargo, el murmullo de la gente era latente y demasiado fuerte para mis oídos. Sentí la mano de Dante rodear por mi hombro, a tal punto de abrazarme y esconderme en su pecho por los flashes de las cámaras, que se veían como destellos a pesar de tener los anteojos oscuros.

Él sabía que me hacían daño, y agradecía lo considerado que llegaba a ser.

Esas pequeñas razones, me enamoraban más.

–¿Una operación, eh? –preguntó cuándo ya estábamos juntos... en su departamento familiarmente conocido. Y mis mejillas se sintieron hirvientes al recordar... aquello.

–Síp... quizás es mi única oportunidad... –me interrumpió.

–De cumplir tú sueño.

–Exacto. –y sonreí, mirando sin ver a la nada. Un silencio no tan incómodo apareció.

–¿Algo para comer? –preguntó de repente. Negué con la cabeza, aunque sí quería algo, pero no quería que se vaya... ni un segundo. –Yo tengo hambre, y comerás también, Kally.

–¿Ahora me mandas? –pregunté ahora yo, con un toque de superioridad. Él dejó escapar una carcajada que me dejó estupefacta.

–Siempre lo haré. –Y sin darme permiso a contestar, sus pasos empezaron a escucharse como pisadas fuertes en el piso; seguido de ello, su voz lejana y hablando por teléfono pidiendo una pizza al delivery.

–Deberías comer algo... –me regañó cuando volvió. Yo rodé los ojos, pero sentía mis anteojos todavía puestos. –Estás más flaca. –dijo.

–Nunca conociste todo mi cuerpo... no puedes juzgarlo. –Mi voz, sonó más dura de lo que quise. Calculadora, fría y enojada.
No me gustaba que se metan con mi cuerpo. Si estaba delgada, era yo... si estaba gorda, era también yo.

–Lo conocí una vez.

–¿Puedes dejar de recordármelo? No es necesario que me lo digas siempre... lo recuerdo perfectamente, Dante. –Regañé con la cara seria. Él dejó escapar una simple risita en respuesta, pero sabía que mi petición era algo difícil de cumplir: Dante amaba dejarme en ridículo, y el acostarme con él fue algo suficientemente vergonzoso.

Esa noche, nos quedamos mirando películas... bueno, yo escuchando. Habíamos comido pizza y tomado Coca–Cola, también hablado y riendo. De verdad la pasaba bien, y amaba estar a su lado, aunque siempre me interrogaba interiormente: <<¿Qué sentirá él?>> y un inconcluso: <<Nada>> aparecía en respuesta, bajando un poco mi autoestima que estaba a la par de mi ánimo.

Pero hablábamos de Kally Ponce, la torpe chica que él solo la utilizaba para jugar y salvarse. Y Dante Barkin, la persona más arrogantemente estúpida y falsa que alguna vez pude conocer. Pero esa definición, no me importaba, aunque estaba lleno de adjetivos para nada agradables. <<Él me gustaba y punto>>.

"El amor casi siempre es mejor cuando está en otra parte,
Luce bien en novelas que venden finales perfectos,
No te vayas amor que aunque duelas no quiero dejarte,
Si eres siempre un error porque nunca se ven tus defectos,
Puede ser que lo que juzgo sea otra cosa, no lo sé,
Que a mi suerte le ha tocado el impostor, tampoco sé."

Las simples frases, fueron colocadas en mi laptop, cuando apenas me sentí con un pico de inspiración para escribir. Y de repente, recordé los cursos de Literatura que deseaba hacer, la pequeña investigación sobre cualquier tema que me sea posible de Pablo y el de la operación. Mierda, eran demasiadas cosas para una ciega.

La puerta sonó de repente. Dos toc–toc eran sintonizados por mis oídos, y el grito de mi tía: "Ya voy", resonó, antes de que me pare para ir.

–Hola amor. –Escuché la voz de Leandro, algo lejana. Y seguidamente, un beso sonoro, como si se besaban.

–Hola, cariño. –Mierda, sí que eran cursis.

–Tengo noticias... ¿está Kally? –preguntó; pude descifrar que de su voz salía entusiasmo, creo. La puerta que anteriormente fue abierta para que él pase, sonó como si se cerraba.

–¡Aquí! –grité para llamar su atención. Y en segundos, la pareja estaban cerca de mí, sentados en otro sillón.

–¡Ya! –gritó Leandro de repente, dejándome sobresaltar. –¡Tenemos una cita con Joshiva en una hora! –volvió a gritar emocionado.

Sentí mi cara palidecer de nervios, y mi corazón bombear tan fuerte que se oía demasiado ostentoso.

Tenía una entrevista para volver a ver. Creo que era la mejor noticia, que me pudieron dar en el día.

Blind for love || DALLY  || Kally's MashupDonde viven las historias. Descúbrelo ahora