Capitulo 13

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–¿Cómo sabes que estoy fuera de peligro? ¡Dante! ¡Puedo caerme y morir! –chillé y lo admito... con una voz horrible de niña pequeña. También era exagerada, tomando en cuenta que es casi-imposible que muera por montar un caballo.

–Deja de ser niña y súbete que te ayudaremos –dijo él con un poco de humor en su voz... creo.

Suspiré, y levanté la pierna, para pisar lo que pareció el costado del asiento de cuero.

–Impúlsate para arriba. –dijo el señor encargado de los caballos.

–¡No! ¡Tengo miedo! –exclamé horrorizada. Volví a bajar completamente.

–¡Kally! –chilló ahora Dante. –No es tan difícil. – podía ver, casi, la cara de frustración fingida, porque sabía que disfrutaba la situación.

–Pero me da miedo.

–No te hará nada, no te dejará caer tampoco. Manchas está entrenado. –Dijo el entrenador.
Manchas. Puf. Ese caballo se llama Manchas. ¡Dante me dijo que era negro y no tenía ni una mancha! A menos de que él también se haya cegado por un momento.

–Sí, está entrenado para normales. No para una ciega. –Refunfuñé rodando los ojos, pero tenía los anteojos por lo que no la veían.

–Deja de quejarte y sube.

–¡Tengo miedo! ¡Insensible! –exclamé dramáticamente. Y en unos instantes, sus brazos rozaron mis caderas tomando mis muñecas.

Malditas mariposas. Maldito zoológico.
Maldito Barkin que se aprovecha de las medidas innecesarias.

–Vamos, Kally, sube la pierna. –no sé si era por los nervios, por el zoológico o la manera que hablaba cerca de mi oído que causaba escalofríos, pero lo tomé en doble sentido. Y lancé una carcajada improvisada. Como la de un chancho.

Dios. Trágame tierra.

Y Dante reía por mi carcajada horrible de cerdo. Oh. Jamás tuve tanta vergüenza en mi vida.

–¡Cállate, idiota! –dije intentando sonar enojada... pero fallé en el intento y sonreí inconscientemente. No me había dado cuenta, que el anciano dueño del campo también reía.

–Basta... en serio. Ayúdame a subir. –impuse respeto falso sobre mí. Pero él no se calló y siguió riendo sigilosamente.

–Ya... sube la... pierna. –paró para respirar. Mente pervertida, de nuevo. Pero seguí su orden y nuevamente, encajé el pie izquierdo en el lugar correcto. –Impúlsate para arriba.

–Tengo miedo. –susurré más para mí que para él.

–Te estoy sosteniendo, cariño. –ay.

Y flexioné la rodilla de base, la derecha, para sentir las fuertes manos de Dante levantarme como si no pesara nada o lo sinónimo a una pluma. Por instinto, pasé la pierna derecha por arriba hasta sentir el fuerte cuero rodeando mi trasero.

Mierda. La altura.

Sentía que estaba a metros del piso. Y el caballo, Manchas, era jodidamente alto... y fuerte. Tenía el pelaje más suave pero duro que alguna vez pude sentir, rarísimo... pero genial. Se sentía genial. Pero daba miedo. Y el puto Manchas refunfuñó, haciéndome exaltar del susto.
Todo tenía un pero aquí.

–Siente que estás insegura... ten confianza en él. – dijo la voz del señor.

–¿No me puede hacer pis o cagar? –pregunté preocupada imaginándome marrón y toda mojada.

Ugh.

El tipo rió y Dante también, pero se lo notaba más lejano.

–Claro que no. Cuando quiera, parará. –murmuré un simple "Está bien" seguido de una mueca con mi boca. Tanteé con mis manos, hasta encontrar la correa también de cuero y la tomé con una mano, para acariciar con la otra, al caballo con ternura.

–¿Vamos? –preguntó Dante a lo lejos. Fruncí el ceño y en ese instante, me di cuenta que estaba en otro caballo.

–¿Cómo? –no fue porque no entendía... era que no sabía cómo andar; no recordaba. Su presencia se sintió cerca y mi pierna izquierda rozó el costado de otro caballo. Una de sus manos, tomó mi correa por sobre la mía y en segundos, ambos caballos empezaron a caminar lentamente.

Cuando sentí que tenía el control completamente... percibía lo genial que era. El viento empujaba mis cabellos para atrás, volando y despeinándolo completamente, pero no importaba. Ya me había sacado los anteojos para fingir que podía observar un poco, pero nada más que algo blanco y brillante se lograba ver; la falta de visión me dejaba, como siempre, los sentidos de tacto, olfato y audición.

–¿Cómo te sientes? –pregunté para rellenar el silencio. Suspiró profundamente antes de contestar.

–Muy bien. Libre. –dijo. Me lo imaginaba, arriba del caballo, con la cabeza mirando al frente dándome un perfecto perfil de ojos mieles extremadamente bellos.

–¿Libre?

–A veces resulta imposible sentirse así. –comentó.

–¿Cómo así? –no entendía.

–Presionado. –dijo simplemente.

–¿Por fama? –pregunté inclinando mi cabeza hacia por dónde provenía su voz. Un leve carraspeo de garganta de su parte, me respondió.
–Debe ser difícil. ¿Debo acostumbrarme por tres meses?

Él rió levemente, sin humor.

–Supongo. – ¿Cómo de repente lograba ser tan frío y desinteresado?

Y me callé porque no valía la pena hablar.

–¿Cómo tomas a esto? –le pregunté sin pensarlo. El plan de quedarme callada, no funcionó.
–Esto... nosotros, como novios de mentira. –me preparé para cualquier respuesta.

Un pequeño silencio más, seguramente él estaba pensando qué responder.

Como un juego, creo. –oh.

Eso dolió. Mentiría si dijera que no. Había esperado cualquier cosa... menos esta respuesta.

Llené mis pulmones de aire fresco y giré la cabeza para mirar al frente.

–Yo también. –mentí porque no sabía cómo lo tomaba. No sabía de qué se trataban mis sentimientos.

Pero las esquinas de mis ojos picaban instantáneamente y me vi obligada a respirar hondo y ponerme los anteojos desilusionada.
<<Como un juego>> Claro... soy un juguete ahora.

{••••}

–Se te ve triste, linda. –dijo mi abuela apenas entré por la puerta principal. El ladrido de Beethoven se escuchó y pude sentir su hocico olfateando mi ropa, seguramente, por el olor del caballo y campo.

–Hola, abue. –respondí sonriendo falsamente. –estoy bien... solo cansada. –acaricié la cabeza y las orejas de mi perro con cariño. Ambos, empezamos a caminar para la cocina, donde la abuela se acercó para besar mi mejilla sonoramente.

–¿Quieres acostarte? –preguntó dulcemente, y ahora era ella quien mecía mi cabello como si fuese una niña.

–Claro que no. Te ayudaré a cocinar. –sonreí dejando de lado a Beethoven.

–Está bien. –dijo simplemente pero luego me abrazó... como si entendía de que no me encontraba del todo bien.

Blind for love || DALLY  || Kally's MashupDonde viven las historias. Descúbrelo ahora