Prólogo

65 8 2
                                    

"Teníamos un contrato donde especificábamos que no éramos amigos ni mucho menos novios, aunque pasamos más cosas de las que pasan los novios. La relación era un tanto difícil de explicar, pero nos era más fácil vivirla, improvisarla, gozarla..."
Anónimo

Mia me mira con sus ojitos de cordero degollado intentando convencerme para ir a esa fiesta. –Sabes de sobra que no te faltan recursos para convencerme en todo. 

Mi hermana sonríe y sale de mi habitación dando pequeños saltitos.
Hace apenas una semana que nos mudamos a este barrio de San Francisco ya tiene montón de gente a su alrededor, siempre he tenido claro que tiene mejor capacidad de relacionarse con la gente que yo. Pero nunca ha insistido tanto en que vaya a una fiesta organizada por sus amigos, quizás sea porque somos nuevos y no se situaría bien sin alguien tan cercano a ella como yo, pienso.
Nunca hemos tenido una discusión por temas de belleza a pesar de que por dentro me muero por ser como ella, sus ojos verdes vivaces acompañados de sus largas pestañas y sus labios carnosos no dejan desapercibido, a ello habría que sumarle su pelo color miel adornado con suaves ondas que caen en forma de cascada por sus hombros. Es algo más bajita que yo, pero a juzgar por sus curvas parece uno de los bellísimos ángeles de Victoria's Secret.
En definitiva, reúne todas las cualidades que yo no poseo.

Miro la hora y compruebo que me quedan tres horas para cenar, ducharme, vestirme y arreglarme para la fiesta de esa tal Amy. Bajo a la cocina para reunirme con las otras dos mujeres de la casa, el delicioso aroma al Sloppy Tom de los viernes de mamá inunda la casa. Mía no aparta la vista de su IPhone y sus dedos teclean con una asombrosa rapidez.

– ¿A qué hora volveréis? –pregunta mi madre mientras sirve el ultimo sándwich humeante.

Miro a mi hermana que sigue ciega en su dispositivo. –¡Mia! Mama te está haciendo una pregunta.

– ¡Yo qué sé! Ya te llamaré para avisarte, de todos modos no pasará nada mamá, es en casa de Amy que está a dos manzanas de aquí.

Ayudo a poner la mesa mientras mi hermana manda los últimos WhatsApp. Siempre tan consentida...

–Cena rápido porque tengo que ponerte algo aceptable para ir.

Pongo los ojos en blanco mientras doy el primer bocado a la cena. Mamá permanece callada y centrada en sus pensamientos. No han pasado apenas diez minutos cuando Mia se levanta estrepitosamente y sube corriendo hacia su habitación.

–Tened cuidado, Evelyn.

–Lo tendremos mamá, te lo prometo.

Termino mi plato y sonrío antes de dar un beso en la mejilla a nuestra madre. –No te preocupes, yo heredé la cabeza que Mia no tiene.

Subo las escaleras, cuando paso por delante de su habitación oigo el ruido de la ducha. Es tan coqueta y tan sexy... Ojalá tuviera yo esas cualidades, en nuestro antiguo barrio de Sacramento no había un solo momento que no la viera rodeada de los tipos más deseados y alabados por los pertenecientes al bando de las personas normales y corrientes.

Miro por unos instantes el sol ocultarse tras las casas de enfrente, ¿qué será lo que me espera en esa fiesta?
Con algunas mariposas en el estómago me dirijo al baño para darme una ducha.
Cuando salgo mi hermana está sentada en mi cama con el móvil entre las manos vestida solamente con una bata.

– ¿Lista para tu transformación?

– ¿Pero y tú?

–Sabes de sobra que no tardo nada, venga. –Se levanta y abre mi armario para examinarlo de arriba a abajo.

La observo mientras piensa y me muerdo el labio.

–La verdad que no traje mucha ropa de Sacramento...

–Ya veo. Tendré que dejarte algo como tantísimas veces hago, ¿verdad hermanita?

–No, no hace falta, de verdad. Puedo quedarme en casa.

Su rostro se retuerce como si hubiera dicho lo más ridículo de toda mi vida.

–Ni de coña, tú te vienes conmigo. No seas sosa va. –Me agarra de la muñeca y en menos de un minuto nos encontramos ante su rebosante armario. Pongo los ojos en blanco y resoplo, odio que me tengan que dejar ropa, me hace sentir ridícula y aprovechada.

Mia me golpea el pecho con uno de sus modelitos. Lo cojo y descubro su vestido favorito del verano pasado.

–Pero...

–Shh, ahora es tuyo. –me corta tajantemente. Y abre un cajón del armario para coger unas sandalias de plataforma altas negras a juego con el precioso vestido de falda corta de gasa, cinto de pedrería y parte superior de encaje.

Acto seguido se coge un vestido skater rojo vino de hombro tamsin y unas sandalias de plataforma rojas similares a las mías. Me conduce a mi habitación y ambas nos cambiarnos. Esta preciosa, sin embargo yo no sé si me quedara favorecido este vestido. Me miro al espejo, soy algo más clara de piel que ella y mi pelo rubio crea contraste con el vestido a pesar de estar mojado.

–Evelyn... no tengo palabras. Estás preciosa, ¡te queda como anillo al dedo! Vamos a por el pelo y luego añadiremos alguna joya junto con los tacones.

–Son demasiado altos, me voy a matar. ¿No tienes unos más bajos?

–Tía, ¿tienes diecisiete años y no sabes aun andar con tacones?

Me muerdo el labio aun pensando en el dolor de pies que me va a tocar aguantar esta noche. Mia quita los cascos de su móvil y deja que Tinie Tempah suene con "Girls Like" mientras hace algunos arreglos a mi pelo.

–Ojala fuera tan hábil como tú para estas cosas.

–No digas tonterías, es sólo práctica.

Termina de hacer las ondas a mi pelo y comienza con el maquillaje. Cuando acaba queda solo media hora para ella. Practico a andar con los tacones mientras ella se deja aún más bella de lo que es. – ¿Foto?

Sonrío a su lado y el flash dispara la foto.

–Es la hora Evelyn, nos vamos. Coge tu bolso, el gloss y algo de dinero.

Odio que me diga lo que tengo que hacer. Obedezco y cojo en bolso de mano negro de Chanel. Los nervios me atacan y casi tropiezo con las escaleras, Mia me coge del brazo y me arrastra hasta la puerta. –Adiós mamá, te llamaremos.

–Pasarlo bien, ¡y no bebáis mucho!

Apenas ha terminado la frasecuando la diva de mi lado cierra de un golpe la puerta.    

GAMEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora