Hace muchos años todos los pueblos convivían en total armonía. Las relaciones entre razas nunca fueron cuestionadas. La reproducción entre parejas de ambos sexos, jamás fue un mito. Pero los años pasaron y el corazón de los humanos se llenó de codicia. Odiaban sentirse reprimidos. Odiaban sentir que eran inferiores a esas otras criaturas duraderas. Confrontaron varios reyes, nombraron a los propios y entre conflictos, iniciaron las guerras. Los pueblos humanos se declararon enemigos de todos.
Una comunidad de cambia formas compartía frontera con un grupo de humanos, que situados al otro lado del río, buscaban apoderarse de sus territorios. El rey Tora, junto a su esposo, el rey Kohara intentaban mantenerlos al límite. Pero las perdidas significaban un dolor que no deseaban soportar por más años. Padre de cuatro hijos aceptaron la partida de los tres mayores a otras tierras, mientras que, DoYoung aceptaba llevar sobre sus hombros la corona de un reinado poco apacible. A sus 150 años de edad lo conoció. Al "hijo" mayor del trono enemigo. DoYoung salía las noches, se transformaba en lobo y corría entre los árboles hasta llegar a la línea fronteriza, el río. Esa noche no fue la excepción, pero sus patas delanteras se detuvieron en seco, cuando lo vio, el cuerpo adolescente de un chico de 16 años de edad, intentando sobrevivir a la fuerte corriente de agua, podía ignorarlo, pero la sensación en el pecho acrecentaba ante la desesperación del muchacho. DoYoung lobo corrió, lo tomó de la ropa y lo sacó. DoYoung entró en pánico cuando no percibía el movimiento natural del pecho, al respirar, abandonó el pelaje, el enorme tamaño, adoptando su forma "humana". Giró el cuerpo empapado, tomó la barbilla y con su poco conocimiento de "reanimación", dio respiración boca a boca. DoYoung llevaba aire desde su cuerpo al cuerpo del castaño, su oído descansando en el pecho, en búsqueda de reacción, una mano sobre la otra empujando, una, dos. Tres veces con la misma secuencia de pasos fue necesaria, para que el chico reaccionará, sacando del interior toda el agua tragada.
DoYoung se alejó. Estaba desnudo, necesitaba su ropa para darle un poco de calor. Aquel chico aún, se movía inconsciente, pero ahora respiraba. Con velocidad, adoptó su forma animal, lo tomó de la ropa, por el cuello, como a un cachorro. Corrió hasta lo profundo del bosque, encontrándose con sus ropas colgadas sobre los arbustos. DoYoung una vez más, se convirtió en "humano". Cubrió el chico con su abrigo de piel. Ironía. Mucha ironía. Lo acobijó contra el cuerpo dándole todo el calor necesario, hasta que esté despertó, obviamente aterrorizado — ¡Ah! — Se apartó, mirándolo, mirando a su alrededor — ¿Quién eres tú? — Aferrado a su abrigo, DoYoung suspiró, buscando las demás piezas para cubrir la desnudez — ¿Dónde... Dónde estoy? Sólo recuerdo que... — La curiosidad punzando en el pecho — ¿Qué recuerdas? — Con los pantalones puestos, se sentó frente a él — Que estaba en mi caballo y de pronto una serpiente apareció — DoYoung intento no reír. Asintió con la expresión serio — ¡No es gracioso! Es horrible. Casi muero... — Sorprendido — No estaba riéndome — El chico respiró profundo e hinchó las mejillas — Soy Taeil ¿Quién eres tú? — Saboreo el nombre. Reconoció el aroma, ese que desde su primer encuentro, daba vueltas en el olfato — Avena o almendras — Taeil arqueó las cejas —¿Perdón? ¿Te llamas Avena o almendras? — Cubrió el labio y comienza a reír a carcajadas — ¿Quién le pone un nombre así a su hijo? — De pronto DoYoung descubrió, que escucharlo reír, removía el alma de su lobo — Me llamo DoYoung.
II
Un mes había pasado desde aquel momento, donde DoYoung conoció a Taeil. Entraba el verano y el caudal del río había bajado a tal punto que ahora era fácil confundirlo con una quebrada. Fue una tarde, cuando merodeando los alrededores, volvió a toparse con él — ¿Perdido de nuevo? — El castaño salió de entre los arbustos y la amplia sonrisa en el rostro, lo convenció — Está vez, me perdí a propósito.
