habían pasado tres días consecutivos, en los que chan pasaba a buscar a jeongin por la mañana a su casa y luego por la tarde al colegio. tres días consecutivos en los que jeongin tuvo que soportar a chan diciendo ahre al término de todas las oraciones sarcásticas que él decía, y no eran pocas.
así como no entendía cómo sacar el área de una circunferencia, tampoco entendía por qué tenía esas intensas ganas de abrazarlo.
también quería besarlo por todas partes porque se veía tierno cuando le sonreía o decía algo sin sentido y acababa haciendo una mueca graciosa; pero silencio, eso nunca lo digan en voz alta.
iba de camino a casa de chan cuando le entró una llamada de seungmin.
—¿dónde estás? —preguntó seungmin sonando algo irritado. había esperado en la puerta por mucho tiempo.
allí jeongin recordó que él había invitado a seungmin y a hyunjin a su casa. pero él no estaba en su casa—. uh... lo siento, yo... olvidé que los había invitado a mi casa y... ahora voy camino a casa de chan —soltó una pequeña y nerviosa risa.
—desde que ese tal chan volvió de su interminable viaje, tú haz estado muy distraído —dijo—. no estarás enamorándote de él, ¿cierto?
—no, no, eso no —respondió al segundo.
—eso es bueno, ten en cuenta que él ya es un adulto así que mucho cuidado jeonginie —aconsejó—. bueno, te quiero. adiós.
sus mejillas resaltaban por el notable color rojo carmesí. estaba sonrojado y su mente pensaba en muchas cosas que contrariaban a todo lo que seungmin le advertía sobre chan.
pero, ¿qué sabía seungmin de chan? bang era muy diferente a como seungmin lo describía como adulto; malo, verde, aprovechador... no estaba siquiera cerca a como jeongin describiría a su mejor amigo; bueno, tierno, excelente cocinero, fuerte, lindo, sexy... ¿qué?
si de lejos logras ver un punto rojo en la luz, ese es jeongin sonrojado de la vergüenza que sus pensamientos le provocaron.
para cuando llegó a la puerta de la casa de su amigo el adulto, el rostro de jeongin ya estaba considerablemente normal, no había rastro de sonrojo alguno.
pero aquel raro sentimiento de cosquillas en el estómago volvió cuando, luego de golpear levemente con sus nudillos la puerta, chan le abrió con una gran sonrisa. allí estaba de nuevo el hoyuelo que lo distraía siempre que lo observaba.
—hola jeongin —saludó el mayor con simplicidad y una sonrisa que hacía desaparecer sus ojos.
algo tenía que decir, jeongin parecía estar pasmando moscas.
—¿qué? —dijo jeongin. no estaba prestando atención porque lo que seungmin le había dicho minutos atrás lo distraía.
—dije hola —repitió chan. mordió su labio y ladeo su cabeza pensando—. ¿estás bien?
—si hyung —sonrió. chan no pudo no creerle a aquella tierna sonrisa que el menor siempre hacía y lograba enternecerlo—, sólo me distraje.
—¿con qué? —preguntó chan. miró detrás de él queriendo encontrar la distracción de jeongin.
su mirada se perdió de nuevo, esta vez en el cabello oscuro de chan hasta el borde del cuello de la camiseta que el mayor llevaba puesta.
—tu sonrisa —respondió sin querer. chan se dio vuelta y lo miró extrañado pero con una sonrisa—. ¡quise decir hoyuelo! digo no...
—¿mi hoyuelo? —lo interrumpió. tapó con tres de sus dedos el hoyuelo que se formaba cuando sonreía.
chan se sentía halagado. jeongin avergonzado.
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