(4) ¿Vivir o morir, tú eliges?

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Sam regreso otras veces, ofreciéndome comida. Se la rechace siempre. Deje de hablarle, porque era topar ante una caja fuerte. Hasta que en otro momento, la puerta se abrió bruscamente y alguien entro muy cabreado. Era mi ángel de la guarda y mi mal sueño personificado. Iba con unos pantalones y cazadora de cuero. El pelo lo llevaba suelto. No aparentaba ser tan severa con aquel look. Aún así, su tono de voz fue duro.

Me hizo levantar de la cama y me exigió que me incorporara. Trate de hacerlo, pero la cabeza de seguía dando vueltas. Las piernas estaban muy flojas y parecían de plastilina.

- ¡Levántate, vamos!- me instigó, a pesar de ver el enorme esfuerzo que realizaba para conseguirlo.

- ¡No puedo moverme! Me estoy mareando.- Me rendí al final.

- Debes de incorporarte. Si no puede es porque se ha negado a comer. Por eso no nos pida compasión.- Me recalca sin piedad. Cruza a los brazos.- Aquí todo el mundo recibe lo que ha sembrado. Para empezar, debe de ser más agradecida con Sam, no hallará a nadie tan compasivo como ella.

- Ja, ja... No me hagas reír. Por sus gestos y palabras no lo parece.- No evito interrumpirla. Más bien le parecía otro robot, que no se digno a escucharla. También carecía de sensibilidad y aplaudía el uso de la violencia. No veía nada de ética en su comportamiento. Si le hubiese importado la comida, tampoco la hubiera lanzado por el suelo, ¿no?

Lena se acerco más y me dio un bofetón sin parpadear, sin dejar de comerme con sus preciosos ojos. Me heló más su mirada que su golpe. No pude retener el llanto. Nadie me tenía de prohibir esa emoción.

- ¿Usted espera que le tengan pena y apoyen sus conductas de niñata?- se volteó, como si le incomodara que llorase. Se arreglo el pelo y volvió a mirarme. Uso un tono de voz más suave y dulce.-Mira la agente Reign solo espera que acepte su realidad y crezca como persona. Mi misión es prepararle a nivel físico y psicológico para que sea agente de la Sección.- Me dio un pañuelo de papel y me sonrió. En definitiva, aquella mujer era bipolar.

- Quizás son ustedes que no comprendéis, si realmente he matado a mi novio, merezco la muerte. ¡No quiero seguir viva! ¡Dios mío, mi familia están creyendo que soy una asesina! Pobre Mike. ¿Cómo pude?

- Los seres humanos somos impredecibles y capaces de los peores actos. Sólo falta encontrarse ante la situación específica y uno se puede transformar.- la chica morena, que seguía encontrando tan hermosa, se agacho y me cogió de las manos.- Te corresponde a usted determinar, si vivir o morir. Ya le dije que no todo el mundo tiene una segunda oportunidad para enmendar su vida.

- ¿Ya, pero a qué precio? Según me dijo, todos mis seres queridos se piensan que estoy muerta. Debo dejar de ser yo.- Noto como mis lagrimales se han secado y la entereza ha regresado en mi morada. En parte, es por la paz que sabe transmitir mi instructora.- Sólo le pido un par de cosas. Primero, pruebas de qué yo he cometido ese asesinato. Segundo, debe de contarme que se espera de mí... A donde estoy, que esto y porque yo.

- Entiendo, todo a su momento oportuno.- Siempre usando el mismo tono de voz, tan perfecta, tan medida.- Para empezar coma lo que le he traído.- Se incorpora y sale al exterior. No tarda en reaparecer. En sus manos sostiene una bandeja con un plato de triturado. El olor no es muy apetecible. Mi primer gesto es de repulsión. Me sonríe divertida al ver mi expresión facial.- Le prometo que si saca la heroína de dentro, la invitaré un día a un buen restaurante.

Me coloreé. Aunque no sabía cómo interpretarlo. ¿Era un cumplido? ¿Era sólo para animarme? ¿Un gesto para conseguir sus objetivos? ¿Por qué le importaba tanto que viviera? Le correspondí a la caricia y le permití que me diera la comida. A medio plato me paso la cuchara para que prosiguiera yo.

- ¿No esta tan mal, al fin al cabo no?- me pregunto amablemente al final.

- No. Muchas gracias Lena por preocuparte por mí. ¿Le puedo pedir algo más?

- A ver... No suelo hacer concesiones, le advierto porque lo de hoy es sólo una excepción.- Me remarca muy seria. Empiezo a comprender que para ella el trabajo es primordial.

- Nada, que me trates de tú. De usted, me haces sentir mucho mayor de lo que soy.- La vuelvo hacer reír. Me parece muy entrañable cuando lo hace. Por eso infiero que no debe de ser tan mala persona, solo es alguien muy exigente con sus obligaciones y los otros.

- A ver, el trato es parte de la disciplina. Aquí no todo el mundo encaja bien que se le tutee. Es una organización muy vertical y con unas normas muy regias.- Debo de poner un rostro de pánico total y eso le debe de impactar. Sea lo que sea, se que afloja su severidad cuando me ve frágil.- Por ahora lo prefiero así, más adelante...

- Perdone si abuso de usted... Es para irme haciéndome a la idea. ¿Mi vida será sólo esas cuatro paredes? ¿Qué alicientes me esperan?- hice una pausa, para hallar las palabras correctas y no provocarla.- Se lo planteo, para que pueda valorar si merece la pena vivir. Porque no puedo regresar en mi vida anterior.

- Usted saldrá de aquí cuando haya terminado el proceso de entrenamiento y adaptación. Tendrá una nueva identidad y vida. Bajo ningún concepto se puede poner en contacto con su familia. Se le asignará un piso franco, dinero y una cierta libertad de movimientos. Trabajará para la sección tres a tiempo completo.

- ¿Y qué representa que hace esa sección?

- Demasiadas preguntas por un día. Alimentase bien y mañana empezamos el entrenamiento.- volvió a actuar como un robot. Se giro y cerró la puerta.

En esta ocasión no se cerró la luz. Algo era algo. No me pareció tan claustrofóbico. Quizás, alguien pagaría por tener una oportunidad de cambiar su destino. Pero yo no, vendría el alma al demonio para regresar al uno de octubre y actuar distinto. ¿Qué ocurrió aquella noche?

Hermosa y letalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora