(9) La cena

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Se fue y me quede sumergida en la absoluta oscuridad

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Se fue y me quede sumergida en la absoluta oscuridad. Isis no estaba. Eso incremento mi soledad. Entendí que jamás podría volver a ser Kara Danvers. Adiós a la ingenua que fui. Aquella noche no dormí bien. Temía haber perjudicado a Lena y las consecuencias de mi acto. Tuve pesadillas en todas ellas moría o le ocurría algo terrible a ella. Me desperté una vez con la respiración muy agitada. Me percaté de que me importaba mucho. Era paradójico, irreal, utópico, increíble e irracional. Me lo negué. Sólo me atraía físicamente. Me lo repetí varias veces hasta languidecer hasta que la puerta se abrió.

Isis regresaba a mi lado, con su artificial jovialidad. Tenerla cerca me daba mucha paz. Estaba a la expectativa y llena de curiosidad. Suponía que me enviarían a mi primera misión y debía de estar emocionada. Lo único seductor era que volvería a enamorarme del sol, del cielo, de los árboles, de todo que representara vida más allá de las cuatro paredes. Me vestí con más ímpetu y me deje guiar por ella. En contra de mis previsiones mi amiga me llevo al mismo gimnasio de siempre, donde mi severa instructora me esperaba con cara de póquer.

- Ha ganado unos días más de entrenamiento. Se inteligente y aprovéchalas. No me tendrá siempre a su lado para salvarle su precioso culo.-Me tiro unos guantes de boxeo. Fui lenta de reflejos y casi me dan un bofetón. Me ordeno que golpeara un saco de arena y la obedecí.

La culpabilidad me convirtió en una ejemplar alumna. No modifico su estilo lacerante e hiriente. Siguió lastimándome, torturándome y sacando una bestia que tenía muy oculta en mi interior. Irracionales y contradictorias emociones. Pues si me perdía en sus ojos, perlas exóticas relucientes, ardía de deseo. Me alagaba y sólo me amargaba la boca. Un día tras un exhausto entrenamiento, la Luthor fue tremendamente amable conmigo.

-Felicidades Kara. Ve como si se puede.-Se me acerco peligrosamente y puso sus manos en mis hombros. Sus ojos estaban saltarines. Desee besarla. Me contuve. Me inquietaba y mareaba con sus devaneos.- Debe ser muy fuerte. Pronto podrá salir de aquí. Se lo mucho que lo sueña.-Sus palabras endulzadas me iluminaron el rostro.- Todo dependerá de usted. ¿No me fallará? - Una de sus manos se desplazo hacia mi cara. Me arreglo el pelo revuelto. Su forma de tocarme, tan sublime y poética me robo un suspiro.

- No tengo ninguna otra alternativa.- Dije desesperanzada. Rehuí su mirada ambigua. Resignada. Trago saliva y se separo de mí.

- Ya basta por hoy. Le acompaño a su habitación. Necesita relajarse y reponer fuerzas. Esa noche debemos asistir a una importante cena.- Agarro una toalla de una cilla, se seco el rostro y cuello. Su respiración estaba algo acelerada. Seguía muda.- ¿No le hace ilusión? Saldrá de esa ratonera por unas horas...

- ¿Y? Kara Danvers ha muerto, ya no tengo vida. No me importa nada.- Sé que puedo ser cansina, pero no pintaría mis sentimientos nunca. Había despertado de la pesadilla. Por mucho que limpiara mi honorabilidad, intuía que jamás volvería a ser la misma. Y añadí con un tono amargo:- Tranquila, no me escapare. Si es lo que le aterra.

Hermosa y letalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora