C A P I T U L O ll

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MIKE DANIELS LEE

Corría junto a Levi – si, ese era su apodo – llenos de lodo y mojados de nuestras madres tratando de escondernos de ellas y el siguiente castigo que se nos avecinaba por el pequeño problema que habíamos tenido.

— ¡Esto es por tu culpa! — exclama ahogadamente debido a que llevábamos tiempo corriendo de ellas.

— ¿Mía? — me apunté incrédulo — Tú empezaste. — la acuse.

— ¡Tú ideaste este plan! — exclama dejándose caer al suelo con la respiración agitada — ¡Siento que me muero!

— No exageres, creo que esté cerca de Kels no es bueno. — negué cruzándome de brazos.

Ella jala mi mano haciendo que callera a su lado y cubre mi boca con la que tenía desocupada.

— ¡Estos mocosos! — la voz de mi madre se hace presente, haciendo que cerrara los ojos.

¡Por favor Dios! Qué ellas no noten que estamos atrás del árbol.

— Deben haberse ido a la casa del lago. — error, la madre de Levi había dado una mala respuesta.

No éramos tan idiotas para ir allá.

— ¡Ashu! — estornuda suavemente Levi, pero se alcanzó a escuchar.

Cerré fuertemente mis ojos cuando sentí que los pasos de nuestras madres se acercaban hacia nosotros.

¡Vamos a morir!

— Corramos. — susurré cuando eso vine a mi mente y me golpeo mentalmente por no haber pensado en eso.

— No, nos van a ver. — susurra de igual manera.

— Haz lo que yo haga. — pedí y ella asintió.

Me deje caer en el suelo para arrastrarme por el, pegado a los arbustos que habían cerrado a al sendero que separaba la parte donde estábamos de las de ellas. Mire rápido detrás mío y ella imitaba todo lo que hacía, estuvimos así cerca de cinco minutos para salir libres en el parque del suburbio de donde vivíamos.

Nos levantamos del suelo de golpe y el viejo Maxwell dio un gritó del susto al vernos.

— ¡Malditos engendros! — exclama con una mano en el corazón — ¿No tienen nada mejor que hacer? — nos apuntó con el bastón a los dos haciendo que retrocedieramos dos pasos.

Ese bastón golpeaba duro, y no solo por ser de buen material, si no porque el dueño pese a su edad tenía demasiada fuerza.

— Lo sentimos. — mire a mi mejor amiga poniendo su mejor sonrisa para disculparse.

— Maduren un poco, con once y doce años deberían estar haciendo otras cosas y no estás. — suspira — Deberían... — señala su cabeza y nosotros nos miramos sin entender — ... ¡Limpien su cabeza! La tienen llena de hojas y ramas de árboles. — se pone histérico como nunca habíamos visto a alguien.

— ¡Oh! — decimos en coro entendiendo — Gracias.

— ¡Y no hablen a la vez! ... Me asusta eso viniendo de ustedes.

Reímos juntos y nos alejamos de ahí tratando de pasar desapercibido de las personas que nos veían extraños.

— Esto va salir en las revistas. — se queja ella.

— ¿Por qué? — pregunte.

— Aún lo preguntás. — rueda los ojos — Tu padre es el dueño de la mayor empresa en este estado y el mío su socio mayorista... Sin contar las innumerables fans que tienes por ser un magnate con tan solo doce años.

¿MEJORES AMIGOS?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora