"Lo terrible en cuanto a Dios, es que no se sabe nunca si es un truco del Diablo...."
-Jean Anouilh
Providencia
Raven
Suspiré mirando el techo.
Un día más en el Paraíso. Literalmente hablando.
Un día más en este pedacito del Edén de las historias antiguas. Un día más respirando la paz de este exquisito lugar escondido de miradas ambiciosas. Un día más.
Afuera todo era un Infierno, no ignorábamos la situación pero era nuestro deber pensar en frío, mantener la calma porque desde que el mundo es mundo fuera de Providencia sólo ha existido la ley del más fuerte y nosotros teníamos que ser pacientes, hemos luchado siempre por los nuestros y por aquellos que no podían defenderse del aberrante gobierno que fue levantado desde la Creación. Hemos luchado incluso por quienes prefieren hacerse los sordos y ciegos ante lo que está pasando, hemos luchado por los defensores del Sistema pero yo y otros como yo llevábamos en el pensamiento un: Qué se jodan. Un: Ya no más. Era un malgasto de energía que podíamos usar en pro de los que son inocentes y quieren un cambio, uno para bien, no como ese en el que han estado trabajando los gobernantes del mundo.
No era fácil. No era nada fácil.
Miré a mi lado en la cama, mi única compañía era una flor de iris azul con un lazo rojo en el tallo. Imaginé adónde había ido la persona que se había sustituido por mi flor favorita, así que salí de la cama y cogí mi bata blanca del suelo. Fue una noche como muchas a su lado.
Salí al balcón y la vi salir del lago, había estado nadando como cada mañana desde que nos permitieron vivir aquí en Providencia. Le encantaba nadar, adoraba el agua, pero también le era necesaria quizá más que a cualquiera. Son esos pequeños detalles de su persona que fui descubriendo a lo largo de los años, desde la primera mirada y desde el primer beso.
Y segundo beso.
Y tercer beso.
Es que desde el primer momento supe que ya no podía mirar otros ojos con el mismo amor con el que miraba y encontraba en los suyos.
Sonreí cuando dejó que Arlés subiera a su espalda. Mi pequeña niña la acompañaba en ocasiones, vi a Dietrich acercarse a caballo y bajar del mismo de un salto, la saludó con un beso en la mejilla y cargó a nuestra hija después de entregarle una algo a ella; si en el pasado me hubiesen dicho que habría una buena y civilizada relación entre los tres no me lo habría creído, pero al final Dietrich fue muy maduro, sobre todo por nuestra hija, Arlés quería mucho a Dévora Lodge.
Mi ex esposo comprendió que no podía odiarla, las cosas se dieron tal y como debían darse, nadie quiso lastimar a nadie, e intentamos que en principio fuese algo abierto, una relación abierta pero es que yo ya no podía amarlo como el quería porque caí enamorada de Dévora queriendo caer enamorada. Y era distinto porque para ella yo era su primer amor, su único amor.
Aún no me había explicado de qué iba, pero sé que tuvo una conversación con mi querida amiga Lexa sobre eso, esperaba algún día sacarle la información completa porque lo único que decía era: Esto va más allá de lo que nombran Amor. Mucho más allá. Tiene tu nombre y el mío.
Era una frase que llevaba grabada en la piel con cada uno de sus besos y sus caricias. Con cada mirada y sonrisa.
—Bonjour, mon amour—me susurró al oído abrazándome por la espalda.
—Buenos días—respondí sintiendo sus manos en mi torso apretándome a ella—. Tengo la leve sospecha de que te levantaste cachonda.
—Mucho, sí, pero te vi tan hermosa dormida que me dio penita despertarte—besó mi mejilla, su mano derecha bajaba lentamente por mi abdomen—. Además Arlés vino a por mí para ir a nadar juntas.
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Vestida de Luna. Tomo 2©
Misterio / SuspensoAmanda, aún no logro asimilar que seas la misma persona que me contaba historias, la misma que se inventaba nanas para hacerme dormir. El Ángel de papá y mamá.... El Ángel perdió sus alas... Amanda, ¿a cuántas personas has matado? ¿Ha cuántos has...