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Su habitación estaba oscura

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Su habitación estaba oscura. Tan solo la luz del atardecer que se hacía paso a través del cristal de la ventana cerrada y entre la tela de las cortinas que la cubrían, iluminaban la sala claustrofóbica de cuatro paredes. Gracias a ella, los pequeños detalles del lugar se dejaban ver: la cama deshecha, a pesar de que que era más tarde de las siete, la montaña de intentos fallidos de cartas, que se apilaban, arrugadas, al lado del escritorio, la variedad de libros que se esparcían desordenados por todas partes, cuyos temas diferían entre pociones y criaturas mágicas, etc...

Además, la luz dejaba ver a la ocupante, y las meticulosas acciones que hacía con la pluma sobre el papel de su diario. Si hubiese habido alguien más en la habitación, quizás hubiesen podido notar la ansiedad con la que escribía. Quizás se hubiesen fijado en la palidez de su piel y en las ojeras que hacían relucir, con su contraste, el verde de sus ojos. Sin embargo, nadie pisaba la habitación a excepción Molly Weasley muy de vez en cuando, sobretodo por la noche, para chequear a su hija. Entonces, Diana debía correr desde la silla del escritorio y hacerse la dormida sobre las sábanas blancas. Ella estaba despierta cuando su madre le acariciaba el cabello y le daba un beso en la frente, lo que le hacía plantearse que quizás se preocupaba por ella de veras.

Como todo lo que le sucedía ahora, la niña corría a contárselo a Tom, pero él siempre le hacía ver la realidad.

Claro que se preocupa por ti, le había escrito él de vuelta. Es tu madre. Todas las madres se preocupan por todos sus hijos. Pero ella no se preocupa de ti como se preocupa del resto. Y no es su culpa, en realidad. ¿Cómo podría quererte a ti como les quiere a ellos, cuando eres una Slytherin?

Ella no te entiende como te entiendo yo, Diana. No nos entienden a nosotros dos. Pero nos tenemos mutuamente. Eso es bueno, ¿no es así?

Tom siempre daba buenos consejos de aquella manera, así que Diana continuaba pidiéndole ayuda de manera constante, viéndose consumida por las palabras que le dedicaba su amigo. Era por eso, que en ese mismo instante la niña se encontraba en el escritorio, su pelo revuelto recogido en un moño, y sus ojos brillantes fijos en el papel.

Mis hermanos están jugando de nuevo, escribió. Desde la comodidad de su asiento, la Weasley era capaz de escuchar las risas de su mellizo y el resto de sus hermanos.

Diana debía admitir que echaba de menos a Ronald. Desde que había logrado que la pesada de su hermanita le cambiase la habitación (Tom la había convencido de que su mellizo preferiría mil veces tener a Ginny como acompañante que a ella), se había sentido extraña al tratar de cerrar los ojos y no escuchar los ronquidos de su otro yo. Había llegado a pensar que era ese el motivo por el que no podía irse a dormir, pero después llego a la conclusión de que resultaba imposible echar de menos la presencia de alguien mientras se duerme.

Quizás debería ir con ellos, continuó.

Diana se levantó entonces, y se dirigió a la ventana. Desde allí, podía ver como Fred y George se elevaban en el aire, pasándose la quaffle y reían porque Ron era incapaz de hacerse con ella. Diana casi sonrió, pero entonces creyó hacer contacto visual con Fred. Las bocas de ambos formaron una fina línea, y Diana se apresuró por cerrar la cortina.

Suspiró, y caminó de nuevo al escritorio.

Ellos no te entienden.

Diana se dejó caer en la silla, derrotada. Como siempre, Tom tenía razón. Ninguno de ellos había sido metido en Slytherin. Ninguno de ellos se había enfrentado a El-Que-No-Debe-Ser-Nombrado junto a Harry Potter. Y ninguno de ellos era incapaz de hacer verdadera magia. Y, como ninguno de ellos había pasado por lo mismo, no la entendían.

Era entonces cuando venía el dilema que le había rondado por la cabeza antes, pero que siempre lograba ignorar. ¿Era necesario entender completamente a una persona para estar ahí con ella cuando te necesite?

Creyendo saber la respuesta, Diana se armó de valor. Cogió aire. Se trataba de la última semana de verano. Por mucho que tratase de ignorarlo, Diana echaba de menos a sus hermanos. Tan solo sería un día, y después dejaría de molestarles.

Diana se hizo con el diario y lo cerró de golpe. Se levantó de la silla, se hizo con una chaqueta y se envolvió en ella. Ya tenía una mano en el pomo de la puerta cuando tuvo que girarse de inmediato, habiendo escuchado un ruido.

Para su sorpresa, se trataba del diario, que se había abierto de par en par sin su permiso.

Diana frunció el ceño, y separó su mano de la puerta. Lentamente, la pelirroja se acercó al objeto. En la página en la que se había abierto había aparecido una palabra en letras grandes e intensas, lo que provocó que le recorriese un escalofrío por la espalda.

DIANA

La chica, confusa, se hizo con la pluma y la acercó al papel para contestar, pero no había hecho falta. Quien no podía ser otro que Tom, continuaba comunicándose con ella, como si ya supiese que había captado su atención.

CONOZCO TU SECRETO

Diana leyó las palabras, y se apresuró a sentarse. Desordenadamente, contestó.

No tengo ningún secreto, escribió.

¿POR QUÉ CREES QUE ES UN SECRETO?

TÚ NO LO CONOCES.

PERO PODRÍAS.

¿QUIERES?

Diana tragó saliva.

Miró hacia la ventana. Ya no se escuchaban las risas de sus hermanos. Quizás habían parado de jugar. Seguramente su madre les había llamado a entrar. No se perdería nada.

Continuó mirando las palabras durante un largo periodo de tiempo, mordiéndose las uñas.

Si, quiero, escribió más tarde. Cuéntamelo.

Hasta a mi me está costando no shippearlos. Dylan O'Brien. Ugh.

Bien, les quería preguntar: ¿qué predicciones tienen para este libro? ¿Qué creen que va a pasar/les gustaría que pasase? ¿Qué escenas les ilusiona ver?

A mi, personalmente, escenas con Neville y Diana, que no hice muchas en el último, y me encantan juntos, aish. 

❛ii. traitorous❜ harry potterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora