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Cuando volvió a entrar en su habitación, Diana no tuvo energía para continuar la conversación con Tom

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Cuando volvió a entrar en su habitación, Diana no tuvo energía para continuar la conversación con Tom. Quizás todas aquellas noches en vela le habían pasado factura, o quizás era porque inconscientemente, sabía que necesitaría la energía para la semana que se aproximaba. Y para el año escolar, también.

Sorprendentemente, el tema del secreto que Tom decía conocer no le quitó horas de sueño. Antes de que su amigo pudiese contarle, su madre la había llamado para ir a cenar, como había hecho, seguramente, con sus hermanos poco antes, por lo que habían parado de jugar.

Algo ansiosa, la pelirroja había bajado las escaleras y se había sentado al lado de Ginny, haciendo botar su pierna de manera repetitiva. Su mirada, cansada, se encontraba fija en un mismo punto frente a ella, mientras revolvía la sopa de su madre con su cuchara, de manera perdida.

—Diana —le había hablado George entonces, haciéndola reaccionar. Lentamente, dirigió su mirada a su hermano mayor, quién había fruncido el ceño—, ¿estás bien? Te noto algo... ida.

Diana casi vio las palabras que Tom le dedicaría si le contase lo que le había dicho.

Oh, ¿ahora lo nota?, escribiría. Impresionante, solo le ha costado dos meses.

Tornando su expresión a una más dura, Diana cogió aire como si le costase un gran esfuerzo, y asintió mientras decía.

—Estoy bien.

Tan solo fueron dos palabras, pero su tono fue suficiente para cambiar el ambiente a uno pesado e incómodo, que desapareció cuando Diana terminó su plato de sopa y se marchó, diciendo que no tenía más hambre.

Como siempre que tenía un arrebato semejante, esperó a que uno de sus familiares le siguiese escaleras arriba y le preguntase qué le pasaba, y no se marchase hasta que se lo dijese. Incluso cuando ella continuase insistiendo que estaba bien. Pero, como siempre, se llevó una decepción, y se echó en su cama, echando de menos a Ron a su lado hasta que cerró los ojos y su consciencia se marchó a un lugar muy lejano de aquel.

Aquella noche, su pesadilla con la cara pálida con la que se había enfrentado antes, fue sustituida por un sueño de lo más extraño. Soñó con un golpe constante que sonaba en su habitación. Como si alguien abriese y cerrase algo cada quince segundos, persistentemente.

No fue hasta que abrió los ojos y se encontró con la parte de atrás de una cabellera color fuego que colgaba de la cabeza de una figura diminuta, cuando se dio cuenta de que no se trataba de un sueño. Era Ginny.

Diana se levantó, y notó que las acciones de su hermana eran de lo más extraño. Estaba frente a la puerta. La abría, miraba hacia afuera desde la ranura que daba al exterior, y la volvía a cerrar con inquietud.

—¿Qué haces tu aquí, diablillo? —preguntó Diana. El apodo cariñoso sonaba, últimamente, mucho más duro de lo que ella pretendía. Quizás por eso, Ginny se dio la vuelta con un brinco, y se trabó con sus palabras al tratar de explicarse.

❛ii. traitorous❜ harry potterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora