~Prólogo~

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Sentada en el mismo columpio bajo aquel árbol, con la guitarra sobre su regazo y una mano lista para tocar ninguna melodía en especial, así se encontraba Jaz.
Cada noche antes de dormir y después de cenar algo ligero, salía al jardín trasero ubicándose en el mismo sitio, para pensar sobre todo y a la vez nada. El cielo estaba despejado, pero era una de esas raras noches frescas en Sídney que hacía a los ciudadanos querer salir y disfrutar el clima. Sin embargo, la rubia no tenía el mínimo interés en apreciar la brisa o jugar en los juegos que su padre alguna vez había instalado para su diversión. Jazmyn solo sentía la necesidad de llorar, una y otra vez sin parar, pero no debía, no se demostraría débil, no si había gente que pudiera encontrarla así. No...

Al transcurrir los minutos, miró sus brazos como cada vez que terminaba por su cuenta. Dio un suspiro y cerró sus ojos, mientras se hacía la misma pregunta de siempre.

"¿Por qué todos buscan mi dolor reflejado en ese lugar?"

Y es que era cierto, llevaba ambas muñecas y más arriba cubiertas por docenas de pulseras o en ocasiones por pañuelos doblados, a lo cual todos creían, o creen, que hay cortes ahí; pero entonces toman su mano y la observan, para encontrarse con nada... solo piel lisa. Pues bien, la chica no era torpe, sabía que los brazos eran un lugar muy obvio, así que el daño estaba presente en otros lugares.

—Jaz, es tarde, entra a la casa —La llamó su hermano saliendo al jardín, cada vez mas cerca—

Era costumbre que él tuviera que ir por ella para que no pasara la noche afuera. Se puso frente a su hermana y colocó un mechón de cabello tras la oreja de esta.

—Vamos a dormir, ¿sí? —Preguntó retirando la guitarra de su regazo—

—¿Mamá?

—Sabes que ya es hora de que esté en el trabajo, no te preocupes...

—Está bien —Suspiró mirando a la puerta que conectaba con la cocina antes de ponerse de pie y tomar el brazo del chico— hum, Ash... puedo dormir, hum...

—No tienes que preguntarlo —Sonrió acunando la mejilla de Jazmyn y besó su frente— siempre duermes conmigo

—Lo sé —Lo acompañó en su sonrisa—

—Vamos

Los hermanos entraron a la casa dispuestos a ir a descansar, Ashton siguió a la más pequeña de los dos una vez que verificó había colocado el seguro en puertas y ventanas, guiándola a los dormitorios cuando la rubia hizo que se detuvieran en el pasillo.

—Voy a ponerme la pijama —Anunció Jaz estando frente a su recamara—

—Vale, te espero acá... —El chico se alejó hacia la puerta del lado contrario—

Jazmyn sacó un pantalón de chándal azul claro y una camisa blanca sin mangas con el logo de una de sus bandas favoritas, la cual era de su hermano, pero ahora ella la utilizaba para dormir. Estaba en el baño de su habitación cepillando sus dientes con la mayor pesadez del mundo y una vez listo eso, sujetó su cabello en una coleta mirándose en el pequeño espejo sobre el lavabo.

Su imagen se perdía justo antes de que empezaran sus caderas, retrocedió un poco y logró verse casi hasta la mitad de sus muslos. Era costumbre que lo hiciera.

Giró un poco para ver su figura de lado y observó su silueta. Se colocó derecha e intentó verse lo más delgada posible. Después de segundos volvió a la posición inicial. Levantó su brazo y tocó su musculo, o por lo menos donde este debería de estar, torció los labios y dejó sus brazos a los costados. No era normal que una niña se preocupara tanto por su peso, mucho menos a la edad de Jazmyn, pero ella lo hacía, comenzó desde los 8 años y hasta entonces no podía superarlo. Bajó la vista a su estómago, aquello por lo cual la molestaban todo el tiempo, estuvo a punto de subir su camisa, cuando alguien interrumpió sus pensamientos.

—Eres hermosa Jaz —Dijo su hermano recargado en el marco de la puerta, observándola—

Ella había dado un ligero suspiró del susto, tratando de creer las palabras de Ashton. Su rostro se encontró con el frío suelo y sus manos comenzaron a jugar de manera tímida al frente.

—¿Cuánto tiempo llevas ahí? —Preguntó guardando su cepillo y pasta en el típico botiquín tras el espejo del lavamanos, evitando la mirada del mayor—

—El suficiente para ver lo que hacías —Respondió acercándose—

Sintió los brazos de Ash rodear sus hombros y el como juntaba su cabeza a lado de la de ella; se encontró con sus ojos observadores en el espejo y una sonrisa que dejaba ver tristeza y animo apareció en el rostro de su hermano.

—Eres la hermana más hermosa que existe en el mundo Jazmyn, no dejes que nadie te haga creer lo contrario, si las niñas hablan, es por celos, si lo chicos te molestan, es porque las demás chicas han acabado con sus neuronas. Son inmaduros y tú eres perfecta, nadie lo puede negar, no trates de ser alguien diferente, nunca. Y si te hacen daño, sabes que puedes contar con mi apoyo, si es un hombre le partiré la cara hasta acabar con mis nudillos, si es una mujer, encontraré el modo de hacerla pagar; nadie se va a meter con mi hermana y salir limpio como si nada —Besó su mejilla y la hizo girar— no quieras cambiar nada de ti, ¿okay?

Para Jazmyn era impresionante la manera de pensar del chico, apenas contaba con 15 años, y lo que le decía, era hermoso, confortante, pero sabía que tenía que ver en parte la situación de su "familia", pues Ash había tenido que crecer rápido, ya que era quien se encargaba de su hermana desde que eran niños.

—Te quiero —La llevó a sus brazos y ella devolvió el afecto aferrándose al rubio como si dependiera de eso—

—Yo también te quiero Ash —Respondió tranquilamente- mucho

Sonriendo por las palabras de Jaz, ambos decidieron ir a la recámara del ojiverde para descansar y terminar con un día más. Jazmyn adoraba dormir con su hermano, pues era el único que la apreciaba de verdad y la hacía sentir segura. Siempre había visto a Ashton como su ángel, quien sin importar nada cuidaba de ella, su protector, su guardián, pero sobre todo, para la chica era su única familia.

(#1) Never Be - Luke HemmingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora