El Martes a primera hora entré haciendo ruido en la cocina, ya que había despertado de muy buen humor, canturreando las palabras ''buenos días'' a todos los presentes, quienes respondieron con el mismo ánimo. Abriéndome paso hasta llegar con la rubia de quien heredé los genes, me coloqué a su lado para besar su mejilla y entonces sentarnos a desayunar juntos, arrepintiéndome al ver la avena en los tazones del personal.
—Hum... creo que comeré solo fruta —Murmuré levantándome de la silla, listo para correr—
—No, hice unos panqueques para ti —Susurró mamá en mi oído, entregándome el plato cubierto con papel aluminio, dándome una señal para que tomara el desayuno fuera y nadie nos descubriera— de nada
—Muchas gracias —Imité su tono de voz, tomando un vaso de café, saliendo por la puerta que conectaba al jardín posterior—"Amo a mi madre"
Con una sonrisa plasmada en mi rostro, tomé asiento en una de las mesas del otro lado del lugar para evitar ojos fisgoneando y disfrutar de mis panqueques bajo el cielo claro de Sídney. El día pintaba bastante bien y por primera vez me sentía cómodo con la estadía en la clínica sin saber a qué se le atribuía. Quizá al hecho de que decidí empezar desde cero y aceptar que ese era mi hogar ahora, olvidando la primer semana. A decir verdad no podía ser tan malo, no como yo lo hice ver en mi cabeza cuando mamá me dio la noticia por teléfono una semana antes de abandonar Londres. Aun así, estaba ese extraño sentimiento de habitar un sitio al cual no pertenecía o tenía la pinta de ser un hogar, por lo menos no para mí, pero haría el esfuerzo.
Finalmente alejé cualquier pensamiento que arruinara el gran ánimo en mi interior, devorando la comida sobre el plato que se acompañaba por algunas moras, fresas y un pequeño recipiente con miel de maple que mi paladar agradeció en cuanto ingerí el primer bocado. Alan era un excelente cocinero, pero la comida de mamá siempre sería mi favorita.
En alguna ocasión he intentado preparar no solo panqueques, también huevos, o comidas completas, pero resultó que la cocina no era lo mío y solo lograba sacar a mi madre de sus casillas por llenar de humo la cocina y arruinar sus sartenes. Cuando era pequeño lo tomaba a manera de broma, pero cuando crecí, me ganaba fuertes regaños porque no miento, casi llegué a quemar nuestra casa. Así que por decisión de ambos, tengo prohibido acercarme a la estufa o al microondas.
Justo cuando llevaba la mitad de los panqueques en mi estómago, los acordes de una guitarra y la voz delgada que recordaba a la perfección desde que la escuché por primera vez, comenzaron a sonar a unos metros de distancia, despertando el lado curioso en mi de querer saber qué es lo que ocurría y porqué es que mi imaginación jugaba conmigo de esa manera, preguntándome si quizá intentaba decirme algo o solo se burlaba de mi por algún motivo que desconocía.
—Picture, picture, smile for the picture, pose with your brother, ¿won't you be a good sister?
Con mis cejas juntas y mis oídos buscando el sitio del cual la voz provenía, giré la cabeza en ambas direcciones solo para darme cuenta de que me encontraba solo y entonces realmente comencé a preocuparme porque escuchara voces que no existían. Me aferré a la idea de que un coche pudo transitar por la calle del otro lado de la barda o un peatón caminaba por la acera y solo seguí comiendo mi desayuno.
Sin embargo la canción continuaba y tomé la decisión de ponerme de pie antes de perder la cordura, pues estaba más que claro que la voz debía ser real y me rehusaba a creer que la clínica comenzaba a afectarme y me convertiría en un paciente más. Acercándome a los arbustos que prácticamente formaban un muro natural dividiendo otra sección del jardín a la que únicamente el personal tenía acceso, me percaté que la pequeña puerta de madera estaba abierta y dando un paso dentro, encontré del otro lado a Ashley sobre una vieja banca, seguro de que no tenía autorización para estar ahí.
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(#1) Never Be - Luke Hemmings
Genç KurguNo hay peor dolor como aquel que no se puede sentir...