Capítulo III.

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Las calles estaban llenas de personas, personas que no sabían lo que estaba pasando a su alrededor. No tenían idea de que pasaría en un día más. La única testigo de todo era la ciudad muda y solitaria, la bella y blanca Pripyat.

El invierno estaba siendo muy duro con ellos, pero podían soportarlo, ya han pasado cosas peores. Además, aquel tiempo les facilitaba el esconderse en su refugio, a la espera de que los dos experimentos escaparan del laboratorio.

Se suponía que su plan se ejecutaría en una semana más, pero a veces las cosas no son como alguien quiere, tuvieron que apresurar su plan si es que no querían que todo se vaya a la basura.

«El plan de haría mañana mismo, ni un día más, ni un día menos»

Se conformaron varios grupos para tene todo cubierto, ahora mismo, uno se encontraba conduciendo hasta llegar a la ciudad donde se llevaría a cabo todo.

— Aleksei ¿Le has avisado a Miroslav sobre el cambio?

El llamado volteó hacia su acompañante, sacando la vista del camino para volver a dirigirse ahí.

—Por supuesto que sí, él ya debe estar preparándose. Mañana nos encontraremos, ya tenemos todo listo.

— Por cierto, Lenka me llamó hace tres días.

Giró su cabeza para mirar a su compañero con los ojos muy abiertos de la sorpresa.

—¿Lenka? ¿En verdad ella te llamó?

—Sí y además...—vio la carretera dándose cuenta de que un automóvil chocaría con ellos si seguían así, agarró y giró la cabeza de su acompañante para que también la dirija hacia el camino. Esquivó el coche volviendo a la normalidad.

—Idiota, ve el maldito camino ¿si?

—Bien, perdón.

—Más te vale, no quiero morir aún. En fin ¿en qué estábamos?

—Lenka...

—¡Ah, si! Ella me llamó y dijo que pudo escabullirse a otro país, por suerte. Al parecer ahora se encuentra en Estonia. 

—¿Y Estonia está lejos?

—Más o menos. Tal vez ella vaya a Rusia y consiga estar con Miroslav. Así podríamos reunirnos.

—Me parece un buen plan ¿no podrías contactarla otra vez?

—Ya he tratado, su celular me da apagado, tal vez lo tiró para que no la localicen.

Golpeó el volante sin mucha fuerza, frustrado, en verdad quería saber de ella. Su amigo lo miró comprensivo mientras suspiraba además de colocar una mano sobre su brazo.

—Tranquilo, Alek. Ella puede defenderse por sí misma y lo sabes, la conoces más que nadie.

—En eso tienes razón, Samuel. Ella podrá...

Continuaron el camino en silencio, el de cabello azabache se daba cuenta de que el sol ya iba a caer, tal vez faltaba poco para llegar. Miró a su pelirrojo amigo que ya estaba a punto de dormirse, aprovechando eso lo movió un poco para molestarlo—ya que sabía que odiaba que la gente interfiriera con su preciado sueño—Lo miró con el ceño fruncido, preguntándole con la mirada el porqué de su interrupción

—¿Qué hora es? Sólo eso quiero saber, después puedes volver a dormir.

—Las seis y media, listo.

—Gracias, Sam. Perdón por molestarte.

Llegaron a su destino a la hora acordada, fueron directamente al lugar donde se repasaría el plan para no olvidar nada además de ver los detalles faltantes para que el plan funcione en su totalidad. Tiempo más tarde fueron a descanzar a un hotel donde Samuel se durmió en cuanto tocó su cama.

«En verdad está muy cansado, pobrecito» procedió a tapar con el edredón al cuerpo que parecía estar más muerto que dormido. Mientras, él se ocupó en escribir una carta que se debía entregar en  cuando llegue su tiempo.

Agarró el bolígrafo y el papel, se sentó en la silla frente al escritorio de la habitación para comenzar con sus primeras líneas. Lo malo, es que no sabía cómo expresar lo que tenía que decir. Estaba en blanco, lo único que tenía era el comienzo que a la vez no era nada. Dos simples palabras.

Querido Aloysha...

«¿Ahora qué? Necesito escribir esto ya, él debe saberlo de esta forma u otra. Antes que ellos se enteren.»

Un ruido lo alertó haciendo que voltee rápidamente, se relajó después de notar que sólo era Samuel moviéndose en la cama, como siempre. Ya se había acostumbrado a eso.

Volvió a lo suyo con respecto a la carta y rápidamente una idea de la posible redacción de los hechos se hizo presente en su mente, no dejó escapar esa oportunidad y agarró de nuevo el bolígrafo. Después de unos minutos de escribir sin detenerse se dejó caer en el respaldo de la silla y dio un suspiro.

—Por fin.

Escuchó unos pasos que lo hicieron voltearse nuevamente, se encontró con la mirada somnolienta de su joven amigo.

—¿Que hacías?

—Una carta para Aloysha.

—No creo que debas hacerla, seguro él ya está enterado de todo eso.

—¿Me estás jodiendo? Ya la hice y no me tardó muy poco que digamos.

—Pues lo siento, Alek. Cambiando de tema, debes dormir también, mañana será un día muy agitado, hay que descanzar. Vamos.

Sólo asintió dándole la razón a su compañero, dobló la hoja y la guardó en el cajón del escritorio. Se acostó en la cama sintiendo el suave colchón hundirse bajo su peso, vio al pelirrojo hacer lo mismo, cerró sus ojos y se dejó tragar por el sueño.

—Hasta mañana, Aleksei.


Ya no recibió respuesta alguna. Después de unos minutos él también logró dormirse, otra vez...

Mientras tanto, en una gran habitación de paredes negras se encontraban los directivos de todos los laboratorios, teniendo charlas sobre varios temas entre los cuales se encontraba el pasar información sobre los experimentos ya hechos y sobre los ...

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Mientras tanto, en una gran habitación de paredes negras se encontraban los directivos de todos los laboratorios, teniendo charlas sobre varios temas entre los cuales se encontraba el pasar información sobre los experimentos ya hechos y sobre los que ya habían comenzado a mutar, sobre los resucitados y los guías, los experimentos fallidos en distintas áreas, los que no pudieron volver. Además de despejar cualquier duda que tuvieran con respecto a los seres que se hallaban bajo su cuidado y observación.

Y, aunque no quería tocar del todo el tema. Yura tenía la sospecha de que pronto ocurriría algo muy grande, y ya tenía en mente a quien podría estar detrás de todo... 

El karma de la humanidad [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora