Capítulo V.

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Un sonido seco resuena en la habitación cuando el cuerpo sin vida del hombre cae al suelo. El azabache no presenta ninguna expresión, solamente levanta el cadáver para después observar a su compañero, quien también lo mira con seriedad.

—Es tu turno, Miroslav. Haz tu parte.

El nombrado asiente, dirige su mano a la cabeza del muerto, lo toca y sólo bastaron segundos para que este se fuera convirtiendo en algo parecido a las cenizas, incluso al gas. Mezclándose con el aire hasta ya no ser visible. El joven sonríe levemente, hace un buen tiempo no le da uso a sus habilidades.

—Anda Miro, salgamos de una vez.

Atraviesan la puerta saliendo de la habitación, Ryuu vuelve a usar su manipulación mental y el científico que queda no los nota. Aun así, el de cabellos grisáceos está nervioso, puesto que el efecto de su amigo no puede aguantar mucho y todavía quedan algunas personas en el edificio. Para su suerte—o tal vez para su desgracia—él lleva andando por aquellos pasillos desde niño, por lo tanto ya sabe de unos pocos pasillos privados, usados por directivos o personas realmente importantes.

El mayor de ambos, al darse cuenta del temor de su acompañante simplemente se dirige a él.

—¿Podrías no emanar tanto miedo? Parece que estás a un paso de llorar.

—Si nos descubren lo más probable es que nos maten, ¿y aun así quieres que no sienta por lo menos algo de miedo?

Sigue con molestia dejando atrás a su aliado, este apresura su paso para lograr alcanzarlo totalmente-¿Qué te pasa?

—Nada, solo que veo que ya está haciendo efecto en ti.

A pesar de la confusión creada por aquellas palabras no vuelve a hablar, continúan hasta llegar a la que—según Miroslav—era la puerta que da al pasillo secreto, este extrae de su bolsillo una tarjeta que mantiene frente a una parte de lo que a simple vista era una pared. Se oye un tenue sonido antes de que la tan esperada puerta se deje ver, pasan por el corredor sin preocuparse por las cámaras de seguridad, gracias a que Ryuu se encargó de ellas.

Siguen recorriendo aquel pasaje hasta que este llega a su final, se encuentran con la puerta de salida que Miroslav abre con el mismo objeto que había usado anteriormente, antes de atravesar la puerta da unas palabras a su compañero.

—Ryuu, ¿crees poder aguantar una vez más? Necesitamos ir al subterráneo, sabes lo cuidadosos que son con ese sector.

No lo piensa dos veces y contesta afirmativo, dándose cuenta de lo poco que falta para salir.

Se prepara para el momento en que deba usar su habilidad, guardando su energía para ello. Camina detrás de su compañero hasta que llegan a la puerta de la escalinata que da al subterráneo, bajan las extensas escaleras de acero y llegan a un espacio del subsuelo con superficie de alabastro. Ven de lejos a los centinelas y Ryuu está listo para usar sus cualidades, lo hace, se acercan a los guardias y con un rápido movimiento los incapacitan. Miroslav vuelve a convertir en nada los cadáveres y abren las puertas.

El sótano, es aquel gran lugar desde el cual se puede salir en caso de emergencia, en donde se mantienen almacenados a experimentos fallidos, esperando su solución o eliminación. Cruzan el pasillo que se forma entre las celdas de acero y vidrio, avanzan sin problemas hasta que los experimentos que los ven comienzan a causar ruido sin embargo, una sola mirada por parte del de cabello grisáceo hace que se callen y den la misma orden a otros.

«¿Son de los nuestros?»

«¿Podríamos ayudarlos?»

«No creo que hayan logrado salir tan fácilmente»

«¿Sólo son ellos?»

Varios susurros se oyen, los experimentos se miran entre ellos para fijar su vista de nuevo a los intrusos. Muchos de ellos dudan de que estén escapando, pero aun así guardan silencio y los dejan seguir su camino, atentos a lo que sea que hagan.

En una de las celdas, se halla una mujer de cabellos rubios y melancólica mirada. Esta se mantiene clavada en ellos, como si de alguna forma estuviera rogando su libertad. Por un momento, Miroslav se queda perdido en la inmensa tristeza que emanan sus ojos, hasta que Ryuu lo hala para devolverlo al camino.

—Ni se te ocurra, no tenemos tiempo para sentir lástima por alguien. Además, dudo que quieras causar una pandemia.

«¿Pandemia? ¿Cómo podría ella hacer algo así?» Se preguntó, hasta recordar aquellos documentos que ha copiado, como en ellos dice perfectamente sobre un supuesto virus masivo dentro del organismo de un experimento. Aquello le aterra,
saber que ella sola podría matar a millones.

—¿La conoces?—fue lo único que logró decir.

—Entre defectuosos nos conocemos bien.

Mientras más avanzan, más experimentos ven, ellos los observan con atención. Algunos con desconfianza, otros con desdén. Siguen el camino doblando a la derecha en un pasillo, se supone que debe ser la última vez que doblan a uno de sus lados, ya sólo queda ir recto.

Siente como su cabeza duele cada vez más, apresura su paso, sosteniendo la mano de su aliado para indicarle que haga lo mismo, gotas de sudor van cayendo y él se encuentra agotado. Si continúa de esa manera todo su plan se irá a la basura en segundos, no se permite eso, de ninguna manera. No debe desmayarse, no quiere, no puede.

—Falta poco, Ryuu. Aguanta un nomento más.

El peso de las cámaras, la presión de los aparatos tecnológicos hacen que este a minutos de desfallecer. No entiende como de un momento a otro sintió una gran carga sobre él, su dolor aumenta con cada segundo que pasa.

«Esto lo han hecho a propósito, no hay duda»

Llegan hasta el final de la sala de fallidos y llegan hasta lo que es una oficina, no hay nadie y aquello les resulta extraño sin embargo, siguen su ruta sin desvíos. Miroslav comienza a buscar la puerta subterránea mientras que Ryuu se desploma en el piso aún consciente.

Al encontrarla, ve que esta tiene del otro lado unas escaleras. Levanta a su amigo y lo ayuda a bajar los primeros escalones, hasta que él mismo le da a entender que puede seguir normalmente. A pesar de eso no cree en sus palabras y sigue atento. La escalera los termina llevando a pasillo y Ryuu suelta un suspiro exhausto.

—Odio la estructura de este laboratorio.

De repente, la presión desaparece y se siente más aliviado, aprovecha ese momento y comienza a correr con su compañero siguiéndole el paso. Llegan hasta el final del túnel y unas pequeñas y cortas escaleras apuntan hacia arriba. Cruzan el reducido espacio que la puerta brinda hasta estar completamente afuera, una vez salen se sorprenden por el frío que los envuelve.

El comienzo de un blanco bosque se alza ante ellos, se apresuran para meterse en el. Pero antes de lograr entrar la sensación de pesadez se apodera nuevamente del azabache, el dolor que aparenta desvanecerse vuelve con violencia. Cae al suelo inconsciente y su compañero va hacia él tratando de levantarlo, siente una presencia que lo obliga a alzar la mirada.

Sus ojos se abren en grande ante su miedo y sospresa.

—¿Creíste que sería tan fácil, Vólkov?

Señor Mizushima...

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⏰ Última actualización: Jan 07, 2019 ⏰

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El karma de la humanidad [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora