Sasori
Comenzaba el plan. Estaría siempre al tanto de los movimientos de Akari para intervenir en el momento necesario, no pensaba dejar que volvieran a abusar de ella si yo estaba allí para ayudarla. Suspiré con tristeza mientras me vestía para salir de casa de Itachi. Ella no era débil, para nada. Pero lo que le habían hecho la había traumatizado a tal punto que era incapaz de hacer nada.
- ¿Adónde vas, Danna?- susurró la voz de Deidara, aún en el suelo del salón, donde siempre nos quedábamos a dormir al ir a casa de Itachi.
Tobi estaba enganchado a una pierna de Deidara, pero mi pupilo estaba tan adormilado aún que ni se enteraba. Cuando finalmente se espabilara, iba a patear a Tobi sin remedio. Lo miré atentamente: esa cara de niño bueno que tenía... ¿cómo había sido capaz de hacerle lo que le hizo a Akari? Tuve un fuerte impulso de golpearlo, pero debía contenerme y fingir que no sabía nada. Era parte del plan.
- Voy a dar una vuelta- le sonreí forzadamente, y me lo quedé mirando hasta que se durmió de nuevo. Apreté los puños, conteniendo otro arrebato de ira, y me fui de la casa y del distrito Uchiha.
Por lo que Akari me había contado, ella todas las mañanas iba a entrenar con Hatake Kakashi, así que me dirigí a los campos de entrenamiento y me escondí entre los árboles para que no me viera ninguno de los dos. Me la quedé mirando mientras practicaba la velocidad y también algunos jutsus. Pude fijarme que cada vez que Akari clavaba los ojos en los de su sensei con astucia antes de atacarlo, éste vacilaba con su mano izquierda cerca del protector frontal que le cubría el ojo con el Sharingan. Me pregunté si era porque Akari poseía algún tipo de técnica ocular hereditaria. Deseché esa idea. Akari me lo habría contado. Tenía suficiente confianza conmigo de tan sólo anoche, cuando estuvimos hablando hasta que comenzó a decir cosas sin sentido fruto del cansancio.
Me acordé de cuando la recosté y la tapé para que no cogiera frío, y también de cuánto me costó dormir ya en casa de Itachi, porque no podía parar de pensar en ella. Una cosa había tajado: iba a tener siempre un ojo en Akari y otro en mis amigos.
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- ¡Eh! ¡No seas stalker*!- protestó Akari entre risas cuando me vio salir de entre los árboles al acabar su entrenamiento.
(*Stalker: persona que espía a otra en cualquier lugar y en cualquier momento por cualquier motivo)
- ¿Qué pasa? ¿No puedo venir a ver entrenar a mi chica?- reí, picándola. Se sonrojó cuando me oyó decir aquello.
- Perdona...- se llevó una mano a la cara, cubriéndose la vergüenza reflejada en su rostro-. Es que esto es un poco raro para mí y...
La interrumpí con un beso. No hizo sino sonrojarse aún más.
- Tú tranquila. Además, por muy cursi que suene, ya no te veo como amiga por mucho que quiera...
- No me estarás hablando de amor a primera vista...- rio nerviosa. Asentí con un suspiro teatral-. Y yo que pensaba que era la única que...
Se tapó la boca de inmediato con ambas manos, mientras que yo parpadeaba asombrado.
- ¿En serio?
- Es que... Fuiste tan amable conmigo ayudándome a llegar a casa...- balbuceó, jugando con sus dedos y evitando mirarme-. Nunca nadie me había tratado así...
- Ahora soy yo el que no sabe qué decir- reí, notando mis mejillas arder. De seguro parecíamos dibujos animados, colorados y diciendo cursiladas-. Mira... ¿Y si nos vamos yendo ya?
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Silencio, pequeña, silencio...
FanfictionSi preguntas, nadie en toda Konoha sería capaz de decirte algo que turbe la alegría y la paz de Akari. Como su nombre dice, ella es la luz, la luz que ilumina el orfanato donde vive desde que nació. Eso va a cambiar: le falta año y medio para irse...