Capítulo 24

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Sinb.

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Cuando Jungkook prometió que los últimos días de nuestras vacaciones, lo disfrutaríamos como nunca lo habíamos hecho, no pensé ni por casualidad en aquel lujoso casino frente a mí. Un establecimiento plagado de letreros brillantes, paredes pintadas de un color intenso y sobre todo, de personas adineradas con ansias de perder su dinero en cualquiera de esos juegos de máquina.

Pensé entonces que debía proponer algún otro lugar, pero antes de hacerlo, Jungkook entrelazó nuestras manos para poder entrar. Los ojos de los demás clientes se posaron en él y no comprendí a qué se debía. Hasta que uno de los hombres que trabajaba allí, se ofreció a llevarlo a una de las mesas de apuestas, dónde no existió persona que no saludara a Jungkook como si llevasen tiempo conociéndose. Me asombró la naturalidad con la que hablaba un inglés perfecto con esos hombres, los que lucían trajes hechos a medida y accesorios bañados en oro.

Identifiqué así, que ese casino era diferente a los demás. La mayoría eran asiáticos adineradas, y una cuarta parte extranjeros, pero lo que era más sorprendente es que todos compartían una misma profesión.

Trabajar para la mafia se volvió algo tan rentable que incluso la policía prefería servirles a hombres codiciosos antes que a las personas que se supone debian proteger. Y todo por cantidades exuberantes de dinero como era el caso de uno de los meseros que se acercó a saludar a Jungkook y ofrecerle bebidas de cortesía.

Mientras escuchaba en silencio como se ponían al tanto, recorrí el lugar con una mirada curiosa, casi hipnotizada por el número de personas que entraban y salían. Sin embargo, dicha acción fue más allá, cuando noté que un hombre posó sus ojos en mí, en el mismo momento que observaba a las personas de su mesa jugar. Una terrible y vergonzosa coincidencia que me hizo detener mi investigación. Regresé la cabeza hacia Jungkook y él se veía entusiasmado por iniciar el juego.

Pude haberme sincerado y confesarle que odiaba el lugar, que prefería algo más silencioso, donde pudieramos dialogar más sobre nosotros. No obstante, su sonrisa entusiasta como si fuese un niño a pocas horas de abrir su regalo de navidad, me detuvieron de decir lo que realmente quería hacer. Me rendí con un ligero suspiro y dejé que disfrutara de aquel momento porque no habría una oportunidad similar estando en Corea.

Antes de empezar a jugar, Jungkook tomó mi mano y la besó en frente de los demás jugadores, a los que les anunció que yo era su novia. Un bello acto que mí hizo sentir querida, aún más, después de fijarme en el mal trato que recibían las mujeres que acompañaban a los hombres de nuestra mesa, como si fueran un accesorio más de los que tanto presumían.

Respondí el gesto de Jungkook con un beso corto, pero que demostraba lo feliz que me había hecho. La mesa festejó nuestro beso y rogaron por otro más, pero me negué entre risas. Me sentí avergonzada, además de incómoda con la mirada de aquel hombre con el que crucé miradas antes. Ni siquiera sé porque volví a verlo, solo sucedió y me arrepentí de aquello. Su expresión seria, examinando la mía, recorriendo cada detalle de mi rostro como si hubiese algo mal en mí, me hizo sudar frío.

Recordé la carta, la del padre de Jungkook y temía que aquel hombre en la otra mesa, tuviese que ver con que su padre supiera dónde estábamos. Le suplique a Jungkook que continuará con el juego, y así lo hizo. Pensé que si acababa rápido, sería más fácil regresar al hotel sin tener que dejar el casino de forma brusca o que llamara la atención.

¿Puedo entrar al juego?.

Una voz masculina llamó nuestra atención, todos volteamos al mismo tiempo.

Dejé de respirar.

Era el mismo hombre que me observaba. Su altura era considerable, tenía buena postura y un traje impecable. Sin embargo, nada en él me decía que tuviera buenas intenciones, al contrario, su presencia me dió escalofríos. Solo pensé en ¿Cuáles eran sus intenciones? y en la forma de librarme del problema en el que creí haberme metido.

Dangerous Love© | Jk.Sb | EDICIÓN|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora