Habían pasado dos semanas.
Ninguno de los dos cedía.
El ambiente era tajante entre ambos, ella parecía haberlo olvidado, simplemente lo ignoraba. Y eso a él le afectaba. Mas no era así. Ella sólo esperaba una señal, lo mismo que había esperado todo ese tiempo. Él era el único que decidiría si quedarse o seguir y lo sabía.
Ya tenía una vida "normal" de nuevo, ¿Porqué se sentía así? Eso era lo que él quería desde un principio, mas ahora sufría tormento.
-Muy bonito, Marcos por las ramas en plena clase- habló la profesora de biología.
Hubo un silencio de ultratumba mientras con una lentitud exasperante Marcos levantaba la mirada.
-¿Qué me preguntó?
-¿Lo ves? ¡No estabas prestando atención!
Todos sabían que la profesora había cometido un error.
-Le hice una pregunta.
-Muy bien, te pregunté ¿Qué eran las leyes de Mendel?
Su sangre hervía, observaba con una mirada asesina a la profesora.
-Las leyes de Mendel o leyes Mendelianas son la base de la genética, exponen que calculando los caracteres dominantes y recesivos de espécimenes con genotipos y fenotipos se puede saber con exactitud el resultado de la herencia en los descendientes de los espécimenes. ¿Quiere que dé la clase? Porque podría hacerlo.
El silencio aún dominaba y al parecer los rayos que expedía Marcos de sus ojos llegaron hasta la profesora, la cual sólo contestó:
-Hm, muy bien, hagamos los ejercicios muchachos.
Victoria no pudo evitar sonreír.
Él volvió a bajar la mirada. Se colocó los audífonos pequeños escuchando música instrumental.
El tiempo pasaba rápido. El día terminó de inmediato. A la salida se encontró con Steven y otro chico que no conocía. Lo saludaron y él también lo hizo pero siguiendo de largo hacia su casa.
En el camino pensaba.
-¿Porqué me siento así? Ya debería estar bien, Victoria dejó de molestarme pero ¿De verdad me molestaba? Era fastidiosa sí pero, también era buena persona. No, yo no podría saberlo, ni siquiera la conozco. Tuvo que haberse vuelto loca. ¿Porqué se alejó de repente?
Una voz en su cabeza decía:
¿Te haz puesto a pensar que la culpa es tuya y que ella espera que le hables? Ah, claro, es lo que estás pensando tarado.
-Vaya, cuando mi consciencia discute conmigo. Pues claro, es parte de mí. Agh, lo que sea. ¿No podría hablarme ella primero?
Es tu culpa
-Ya haz silencio consciencia, yo ni debería tenerte- suspiró- pero es la verdad... ¿Cómo puedo resolver esto?
Su cerebro no le daba la respuesta. Era lo que necesitaba en ese momento.
Respuestas que no tenía.
Llegó a su casa.
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No Es Cuestión De Ajedrez
RomanceUna batalla perpetua entre el cerebro y el corazón... Entre un Rey y una Reina. Al final ambos pueden ganar, pero la respuesta no es cuestión de ajedrez.