Movimientos

73 21 3
                                    

Victoria sintió toda la adrenalina por su cuerpo inclusive no siendo ella la que estaba por hablar. Mientras tanto, el estaba sintiendo intensos choques eléctricos por su cuerpo, los vellos de su brazo se erizaban, el realmente amaba esa sensación.

-Profesora Esmeralda, dígame, ¿estábamos haciendo algo malo Victoria y yo?

-¡P-pues eso es precisamente lo que quisiera saber!- sentenció nerviosa la directora.

Era una señora la cual nunca se casó, avocada exclusivamente a su trabajo como educadora consiguió escalar rápido y convertirse en directora del colegio. Su rostro contenía las marcas de todos los años que pasó educando. Enormes arrugas para un rostro de sólo 40 años, tez clara y mirada perdida, como si hubiera desperdiciado todos sus años, sus iris eran del color que su nombre indicaba, pues se lo pusieron al nacer. Carácter sumamente fuerte, postura encorvada y alta estatura con un mal sentido de la moda bien podrían definir a la "señorita" Esmeralda.

-Si no lo sabe- Habló Marcos- ¿Cual es la razón de tal reprimenda?

-Pues- Relajó la voz la rectora- Tu conoces bien todos los casos de amor juvenil y desastres que ocurren aquí Marcos, esto es un instituto, ¡no un burdel!- volvió a alzar la voz.

Una cosa más de la señora Esmeralda: Odiaba el amor juvenil. Todos sostenían firmemente que era porque jamás consiguió el amor, pero nadie sabía su razón real.

-Mmm ya veo- habló en un tono comprensivo y a la vez sarcástico- Y, ¿Me vio usted besarme apasionadamente con Victoria?

Victoria se sonrojó a tal punto que se veía como una manzana en su mejor estado de maduración.

-P-pues no, pero...

Marcos interrumpió.

-Entonces, no tiene pruebas que siquiera indiquen un rastro de relación o acto indigno de mi parte o de parte de Victoria en este instituto. Simplemente no puede obsecarse en regañarnos como si de niños pequeños se tratase.

-Es usted muy inteligente Larsson- Él se tensó fuertemente al escuchar su primer apellido- Pero conozco a los de su clase.

La interrumpió.

-Y yo a las de su calaña.

Ella hizo un gesto de desprecio y se volteó para seguir caminando, sólo los observó una vez más para decir:

-Los estaré vigilando.

Vaya, claro, lo que él más quería, una directora loca siguiéndolo. Ya su vida no era tan sencilla como antes, semejante fastidio se merecía un tiempo de descanso.

El suspiró y volteó a ver a Victoria, quién al parecer se aburrió de la discusión pues se había alejado.

Estaba sentada en una mesa de piedra, posaba sus pies en el banquillo de la mesa. El la observaba. Su rojizos rulos parecían brillar entre los destellos del sol que los penetraban, su piel blanca resaltaba sus rojos labios, un tanto resecos pero muy voluminosos. Parecía no observar a ninguna parte, hasta que una mariposa monarca voló a su lado y ella la observó mientras se posaba en su dedo; se dio cuenta de que él la observaba y volteó a verlo. Un rayo de sol traspasó sus ojos y estos se iluminaron, haciendo que se apreciara un azul más brillante, eléctrico, intenso.

Y el sólo observaba sin decir palabra alguna, planeando sus movimientos mientras admiraba su belleza inconscientemente.

-Hola- Irrumpió Victoria en el silencio- Lo siento por dejarte sólo allá, es que me empezó a doler la cabeza.

Era mentira y él lo sabía, pues sólo se apenó demasiado al escuchar lo del beso apasionado.

No Es Cuestión De AjedrezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora