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Escuchaste eso?- sus manos vendadas se movieron inquietas, juraba a ver escuchado algo. Agarro el pomo de la puerta y lo giro, no estaba loco, y se lo demostraría a los demás.

Stephen a donde crees que vas, aún no es tiemp- sus palabras fueron cortadas por la ignorancia y terquedad del menor. Stephen salió del camerino improvisado y camino por el estrecho pasillo, cuando dobló en una de las esquinas lo vio, un chico pelo blanco tirado en el piso, sus ojos a medio cerrar y sus manos manchadas de sangre extendidas en el piso de mármol. Sin importarle nada corrió hasta él, arrodillándose a su lado mientras sus ojos recorrían el cuerpo entero del jovencito, notando la gran mancha de sangre en su t-shirt blanco, con suavidad pasó sus brazos bajo el cuerpo tembloroso y frío del menor.

Tranquilo nene, te llevaré con un doctor- susurro en el oído del joven, camino apresurado de vuelta a su camerino, no había tiempo que perder, si no llega rápido no sabe que puede pasar. Al llegar frente a la puerta, tiro de esta con fuerza, logrando que los tornillos aflojaran y esta cediera, recostó el cuerpo del muchachito en la camilla para masajes del lugar bajo la atenta mirada de su fiel entrenador.

Stephen me puedes explicar que carajos pasa?- su vos gruesa y rasposa sonó sorprendida, camino apresurado al lado del menor, mirando el cuerpo inerte del pelo blanco en la camilla.

Stephen lo ignoro olímpicamente y se apresuró a subir la camiseta del joven, dejando ver varios hematomas, cortes, lo que parecía ser una cicatriz en medio de su estómago, el cuerpo huesudo y una gran herida de lo que parece ser un arma blanca. Corto un gran pedazo de la camiseta del menor y la envolvió en la herida, tomó las manos de Rafael, su entrenador, y las puso a cada lado de la tela, presionando.

Trata de que la hemorragia pare, iré por mi hermana al público, este chico necesita que alguien lo revise urgentemente- sin esperar respuesta salió corriendo, dejando a un atónito Rafael mirando desde el cuerpo en la camilla hasta la puerta semi rota, aún incrédulo

Desde cuando los papeles se invirtieron- susurro para sí mismo

Sara!!!- el grito de Stephen se escuchó por encima de la bulla del público. La mencionada buscó con la mirada a la persona que lo estaba llamando, hasta dar con su hermano, camino entre el público hasta llegar a este, mostrando una sonrisa la cual se borró rápidamente al ver el semblante serio de su hermano menor- necesitó ayuda, rápido- sin esperar respuesta, arrastro a la joven hasta llegar al cuarto donde Rafael aún se encontraba parando la hemorragia del joven con un semblante para nada agradable.

Pero que paso aquí!!!?- pregunto histérica, se acercó a donde estaba el chico y en un rápido movimiento alejo a Rafael, quien la miró indignado y con ganas de reprochar, pero al ver la cara de la pelo negro se ahorró el comentario.

Lo encontré así cerca de la entrada principal. Se desmayó en cuanto llegue- se poso detrás de su hermana viendo los movimientos que esta hacia en el cuerpo del lindo chico.

Necesito llevarlo a mi consultorio, aquí no puedo hacer nada, no tengo lo necesario- miro a ambos hombres

Yo los llevaré, vamos- Stephen de inmediato tomo las llaves de su jeep y se disponía a salir, pero una mano lo detuvo.

A donde crees que vas mocoso?, se te olvido que tienes una pelea en menos de- miro su reloj de muñeca- 15 minutos, debes quedarte aquí- lo miro por sobre sus redondas gafas.

Es cierto, se me estaba olvidando la pelea- chasqueó su lengua y miró el techo, pensando cómo lo haría en tan poco tiempo.

Stephen no tenemos todo tu tiempo, necesito hacer algo rápido, o este chico se nos irá por un desangrado. Dame las llaves, yo me iré sola- tomo las llaves de las manos del chico y con algunas señas le hizo saber que necesitaba ayuda para llevarlo al auto. Stephen cargo el delgado y pequeño cuerpo del chico, no pesaba nada. Se estaba preocupando.

Steven Kuchinsky como Stephen- en la multimedia

La felicidad del boxeador -Gay Donde viven las historias. Descúbrelo ahora