| chapter three |

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TaeMin gimió adolorido, por suerte no se había fracturado nada, pero su cuerpo estaba todo machucado debido al bruto de su mejor amigo. El chico nunca había visto tal reacción del moreno, tenía miedo de esa faceta que podría llegarse a repetir si no se cuidaba de él.

Con quejidos bajos logró darse una ducha y colocarse ropa de salida. Un jean negro ajustado, una camisa azul y unas zapatillas. Se miró al espejo y no supo si reír o llorar ante el reflejo que vio. Su cara estaba pálida, tenía moretones y cortadas. Un suspiro salió de sus labios, debería colocarse cremas y maquillaje.

Luego de casi treinta minutos, su cara estaba presentable, alguna que otra raspadura visible pero nada grave. Una pequeña sonrisa se escapó de sus labios, hoy se vería con MinHo, eso lo hacía despejarse y olvidarse de su realidad. MinHo lo transportaba a otro mundo, no era el moreno de su infancia del cual se había enamorado, pero le hacía feliz y eso le bastaba.

Su teléfono sonó y el chico corrió como pudo hasta él. Era MinHo. Su carita se iluminó y rió un poquito, el alto lo hacía sentirse feliz.

Ya listo, bajó las escaleras y le informó a su madre que saldría con JongIn y regresaría de noche tarde o quizás para el amanecer. Su madre no tuvo ningún problema, nunca lo tenía cuando trataba del moreno, aún más luego de lo de la última vez, ahora ella creía que el menor era un héroe, y seguiría creyendo eso porque a TaeMin también le beneficiaba, siempre que JongIn saliera en conversación él no tendría dificultades. Después de todo, una pequeña mentira piadosa no hacía daño.

Lo lamento JongIn, pero luego de lo que has hecho, mínimo debes servir para mis escapadas nocturnas. Pensó el chico al salir de su casa.

Con calma y sin apuro, se dirigió al lugar de encuentro a pié. Uno de sus lugares favoritos, la cafetería en frente de la biblioteca, amaba los cup cakes de vainilla de ese lugar. Con ese dulce sabor en mente, llegó al lugar correspondiente.

TaeMin notó que MinHo ya se encontraba sentado tomando un café, pudo apreciar la bella imagen del muchacho desde la ventana del local. Con una sonrisa que era incapaz de ocultar, entró despacito y al acercarse al muchacho, tapó sus ojos con sus manos.

—Adivina quién soy.— susurró divertido.

MinHo por su parte acarició las manos que tapaban su vista y sonrió. Haber conocido a ese niño, era lo más lindo que le podría haber sucedido. TaeMin era como un angelito caído del cielo, lo adoraba.

—No lo sé, que difícil es esto.— murmuró siguiendo el juego al menor. —¿Un ángel con sonrisa de niño, quizás?

—Grrr, no soy niño.— gruñó el menor y dio la vuelta para sentarse frente al contrario. —MinHo bobo.— refunfuñó. Simplemente adorable.

—Hola bonito, ¿Cómo te ha ido?— preguntó con una sonrisa coqueta mientras con su diestra acariciaba la mejilla del menor.

TaeMin solo pudo suspirar y dudar en si debía o no contarle lo sucedido. Claramente podía confiar en MinHo, además no eran novios aún, pero estaban saliendo y eso debía de valer algo. Con su mirada cargada de duda, se convenció a si mismo que no debía traer cosas innecesarias a colación y que solo debía disfrutar la compañía de tan buen hombre.

—Me ha ido bien, gracias MinHo.— le regaló una sonrisa débil, la cuál hizo titubear al contrario.

—¿Seguro?— alzó una ceja desconfiado.

Y ahí estaba nuevamente, el MinHo que podía leer a TaeMin con una pequeña mirada, no había nada que pudiera esconder ante la latente mirada ajena.

HomophobiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora