Las ruinas II

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Justo después de salir de la habitación en la que me había dicho Toriel que me quedara, me habló por el teléfono.

–Hola, al habla Toriel, sigues en esa habitación, ¿no?

–Si –le respondí con un poco de nervios por estar mintiendo–.

–¡Que chico tan bueno!–me dijo ella–. Tengo que explicarte algunos rompecabezas de más adelante, si los resuelves por ti mismo podría ser peligroso. Adiós.

No me preocupó lo que dijo Toriel sobre los rompecabezas, la mayoría de los rompecabezas anteriores habían sido fáciles de resolver, aunque Toriel hubiera resuelto casi todos por mí, así que seguí mi camino.

Con lo primero que me encontré fue con la rana con la que había luchado tiempo atrás.

–Me llamo Froggit, perdón por lo que ocurrió antes, pero es que nunca antes había visto a un humano y no sabía que hacer.

–Te entiendo –le respondí–, hay veces que no sabemos que hacer cuando ocurre algo nuevo.

–Para compensar lo sucedido te voy a dar un consejo. Cuando luches contra un monstruo y hagas ciertas acciones puede que ellos ya no quieran pelear, en ese caso muestra un poco de piedad y perdona a tu enemigo.

–Muchas gracias por el consejo- le respondí yo– Adiós.

El me dijo adiós y seguí por mi camino.

En un cuarto había una caja de dulces que decía "toma solo uno", yo solo tome uno y continúe.

Los rompecabezas no eran interesantes ni peligrosos, no entiendo porque Toriel no quería dejarme solo, pero poco después me llamó.

–Hola, que prefieres la canela o el caramelo.

–¿Para qué quieres saber eso?–le pregunté–.

–Por ninguna razón en particular–respondió ella con un tono de nervios en su voz-.

–El caramelo –le respondí extrañado–.

–Adiós –dijo ella y me colgó –.

Seguí caminando pero Toriel me habló de nuevo.

–Hola de nuevo –dijo ella–, a ti no te desagrada la canela, ¿verdad?

–No me desagrada pero prefiero el caramelo –le respondí fastidiado–.

–Oh, lo entiendo. Muchas gracias por tu paciencia.

Después de decir esto me colgó pero tiempo al poco tiempo me volvió a llamar.

–¿No tienes ninguna alergia?–dijo Toriel–.

–¿Para qué quieres saber eso? –le respondí desesperado–.

-Sólo por curiosidad.

–No tengo ninguna alergia– le dije–.

–Gracias y adiós.

Estaba muy desesperado con Toriel, pero no podía enojarme con ella, después de todo me salvó de ser asesinado.

En el caminó me encontré con un monstruo llamado Whimsun, tenía la forma de un insecto y un hada, pero no tenía la intención de luchar conmigo y lo dejé ir. También me encontré con un monstruo llamado Moldsmar, un monstruo que parecía una planta, pero tampoco quiso luchar.

Llegué a un rompecabezas que para que fuera resuelto se deberían de mover tres rocas a tres baldosas distintas, y así, unos pinchos descendieran para poder continuar por mi camino.

Moví dos de las rocas a las baldosas, pero al intentar mover la tercera me di cuenta que estaba viva.

–¿Qué estás haciendo? –me dijo la roca con enojo–. Ah ya se, quieres que me mueva verdad.

–Si por favor.

La roca se movió pero no lo suficiente para presionar la baldosa.

–¿Te puedes mover un poco más? –le pregunté.

–Claro.

Pero al moverse se movió para el lado contrario de la baldosa.

–¿Te puedes mover hacia la baldosa?

–Por supuesto –me dijo la roca–.

Se movió hacia la baldosa hasta quedar sobre ella y la trampa de pinchos se desactivó.

Comencé a caminar pero justo cuando iba a atravesar los pinchos la roca se movió de la baldosa y la trampa se activó otra vez.

–¿Quieres que me quedé sobre la baldosa? –dijo la roca–.

–Si por favor –le respondí yo–.

–Vaya trabajito me estás dando. Pero no importa, es mejor pedir las cosas.

Después de decir esto, le agradecí a la roca y nos despedimos. Luego, seguí mi camino.

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