Capítulo nueve: La decisión ya esta tomada.

20 1 0
                                    

-Buenos días –mi voz es un hilo.

-Andrea –murmura mi madre.

Soy consciente del aspecto que tengo y me siento avergonzada al ver el estilo que lleva ella; por otro lado, mi padre, me observa impasible y sé que las cosas no marchan de la mejor manera.

-¿Dónde has estado? –su voz suena aterradoramente calmada.

-... Con Ignacio –mi garganta se siente apretada.

-¿Por qué no has estado en tu casa? Con tu marido, como corresponde.

Me tenso al escucharlo y se me oprime el pecho.

-¿Cuál ha sido el motivo de tu huida? ¿Y por qué has estado en el cuchitril en el que vive el desagradecido de tu hermano?

-Solo les ruego que me dejen volver... por favor.

-¿Qué fue lo que hicimos para que dejaras nuestro apellido por el suelo?

Se nota un quiebre en su voz... por favor no.

-Padre...

-¿Por qué nos haces esto Andrea? ¿Por qué eres igual de desagradecida que tu hermano? ¿Qué hicimos para merecernos esto?

Y el remolino de recuerdos me atormenta internamente, ellos solo querían lo mejor para mí y que respondiera conforme a la enseñanzas que me dieron en ese internado, ¡No querían nada más que respondiera a eso!

-Ustedes no hicieron nada... fue él.

-¿No te das cuenta que nos estas avergonzando como familia? El anarquista de tu hermano ya lo hizo con su bodrio de pensamiento y ahora tu... no tienes idea de cómo se encuentra Francisco.

-Juro que trate de sobrellevarlo de la mejor manera.

-Pero no pudiste y al primer problema que se presenta en tu matrimonio, te vas y das el derecho a que todo el pueblo hable de nosotros... tu sabes que nunca como familia dimos pie a que hablaran pestes, que siempre fuimos los padres, con tu madre, con hijos maravillosos y obedientes, sabias perfectamente que muchas personas querían unir su familia a la nuestra y que elegimos al mejor marido que podías tener... pero con las influencias del malagradecido que tienes como hermano... ¡Te lavo el cerebro!

-El no hizo nada... yo fui la que tomo la decisión, no quiero que me nieguen como su hija... eso es lo único que no quiero... no quería decepcionarlos.

-Nunca pensé que podría hacer un escándalo de esta magnitud ¡¿Qué fue lo que hicimos mal?! Hasta te pagamos un internado.

-Ustedes no hicieron nada, pero no podía aguantar más en este matrimonio que nos está haciendo daño a los dos... él no me quiere.

-¿Y qué importa eso? ¡Estas casada por el amor de Dios! No puedes un día desaparecer, dejarnos a todos con la preocupación e intriga de saber en dónde estás y darle señales a tu marido de que te quieres ir.

-No comprenderían.

-Vete de mi casa.

Y por primera vez desde que llegue a mi hogar, soy capaz de mantener su mirada. Su rostro luce enrojecido, algunas venas en su rostro y cuello sobresalen y su mandíbula luce apretada. Me siento insignificante y traicionera, no puedo evitar que mis ojos se cristalicen y desplazo mi mirada hasta la de mi mamá, por sus mejillas corren pequeñas lagrimas que trata de contener, sé que siente el mismo dolor que yo siento.

-Papá...

-¡Te quiero fuera de mi casa! ¡Vete, eres una traicionera igual que tu hermano! ¡A los dos nunca le importo el esfuerzo que hice como padre, no les importo nada! ¡Lo único que quiero que te vayas y no vuelvas a pisar mi hogar! No quiero que te aparezcas nunca más por aquí... no mereces ni siquiera llevar mi apellido... Andrea quiero que sepas que desde ahora... yo no tengo hijos y tú no tienes padre.

No puedo evitar el temblor de mi cuerpo y que mis mejillas cada vez se mojen más por las lágrimas que caen descontroladamente por ellas.

-¡¿Qué esperas?!

-Por favor, no te alteres –Comenta mi madre.

-Si no desaparece de mi vista dentro de unos segundos, haré algo que no quiero hacer... por favor llévala a la salida y... despídete de ella.

Luego de esto mi padre sale de su despacho y me quedo a solas con mamá.

-Por favor... acompáñame a la salida.

Nos quedamos mirando unos segundos y lo único que trato de hacer es calmarme, doy media vuelta y camino hasta la salida. Al llegar observo a mi mamá y en su rostro se ve lo afligida que se siente y por sus mejillas no paran de correr las lágrimas.

-El dolor que siento es el mismo que sentí cuando tu hermano se fue.

-Lo siento –musito en un tipo de shock.

No puedo creer lo que está pasando y me siento ajena al mundo exterior... no estoy ahí, sino que en otro lugar en el que las sensaciones se intensifican, pero no soy capaz de sacarlas por completo de mi cuerpo. Mi mamá me mira por unos segundos hasta darme un abrazo tan apretado que puedo sentir el dolor al perder "A la única hija que le quedaba".

-Gracias por todo... cuida a papá, no quiero que le vaya a dar algo... por favor.

Cruzamos miradas por última vez y me doy media vuelta caminando derrotada al encuentro con Antonio.

Me siento adormecida y no puedo procesar de la mejor manera lo que acaba de pasar. Mi garganta se siente apretada y mis ojos están cristalizados, pero son incapaces de derramar más lágrimas y al quedarse contenidas en ellos se me dificulta caminar, ya que mi visión se ve obstruida por las lágrimas. Sin ser consciente llego a la salida de la hacienda y puedo ver a Antonio con una mano en las riendas del caballo y la otra descansando en la cadera, mira distraídamente las ramas de los árboles que sobresalen de la propiedad, me detengo a mirarlo y me siento en otro lugar, no soy capaz de reaccionar a la situación del momento. Respiro profundamente y él se da vuelta para mirarme, cruzamos miradas y su rostro se desfigura. Doy una sonrisa, mezquina, resignada, ni siquiera se muestran mis dientes en ella. Antonio se acerca y se dispone a darme un abrazo, pero lo detengo antes de que cumpla su cometido.

-Por favor no –le susurro suplicante.

No podría soportar un abrazo, ahora no podría soportarlo... lo siento, murmuro internamente.

-¿Quieres que volvamos a casa?

Tratando de formular una respuesta pongo en funcionamiento los engranajes en mi cabeza, pero me cuesta mucho afirmar o negar. Ni siquiera sé lo que quiero.

-Sí... por favor –contesto luego de un tiempo transcurrido.

-... Ven.

Toma mi mano y camina sujetándome hasta el caballo, me ayuda a subir y espera unos minutos que me recupere un poco antes de indicarle al animal que comience a galopar. Me encuentro abstraída de todo lugar físico y me encuentro pensando rápidamente en algunas posibilidades de remediar mis actos cometidos, mi cuerpo baja considerablemente su temperatura corporal y siento gotas que caen por mi frente, pero es un sudor helado. Necesito meditar un momento, necesito saber qué hacer, necesito poner las ideas en orden.

Cuando volvemos a su casa se baja del caballo y cruzamos un momento nuestras miradas, luce preocupado y yo a pesar de los minutos pasados no puedo salir totalmente de mi estado. Antonio, toma mi mano y me ayuda a bajar del caballo, mis piernas se tambalean un poco, pero logro estabilizarme; él insiste en mirarme y yo no me siento bien para que lo haga, siento mis ojos cristalizados y me cuesta respirar al tratar de aguantarme la tristeza que me invade, mis labios tiemblan y siento como mi cuerpo se les une. No quiero llorar, pero me parece algo imposible, me he quedado sin familia por tratar de proteger mi integridad física, siento que lo ame en un momento, pero abuso tanto de lo que sentía que llego a un lapsus de tiempo que sentía que se tenía que acabar, también comienzo a apreciar la sensación de ahogo y presión, de tener que yo salvar mi matrimonio cuando el problema no era yo, sino él. Aguante golpes, humillaciones, abusos mientras yo me inventaba tontas excusas para tratar de justificar sus actos... yo fui la que no vio lo que en realidad estaba pasando con él y conmigo, lo nuestro no tenía futuro, como lo dijo él una vez... era solamente un contrato.

Un sollozo se escapa de mis labios y agacho mi cabeza avergonzada de una vez más estar llorando y lo que es peor, es estar haciéndolo delante de una persona que lo único que quiere es cuidar de mí. Cubro mi rostro y sin poder evitarlo lloro recordándome que mis equivocaciones han traído grandes consecuencias en mi vida. Siento como los sonidos se van desvaneciendo de a poco y la cabeza me da vueltas, siento complicaciones para respirar y abro inmediatamente mis ojos, me siento mareada y mi vista se ve obstruida y de a poco comienza a verse todo más obscuro, lo único que hago es estirar un poco el brazo y afirmarme de algo antes de perder la conciencia.
Los sonidos se comienzan a hacer presentes y la conciencia de a poco vuelve a mí, escucho la voz de Antonio llamándome cada vez más clara y fuerte, trato de abrir mis ojos, pero al no poder en el momento me resigno y trato de respirar lentamente.

-Andrea, Andrea –escucho que me llama Antonio.

Giro mi cabeza lentamente hacia donde creo que proviene su voz y de a poco comienzo a abrir mis parpados, en primera instancia lo veo borroso, pero a medida que pestañeo su imagen se va volviendo nítida.

-Andrea ¿Estas bien? ¿Cómo te sientes?

-Estoy bien... solamente fueron muchas emociones en muy poco tiempo –le respondo desorientada.

-¿Necesitas que vaya en busca de tu hermano?

-No, por favor no.

-... ¿Estas segura?

-Sí, solo fue eso... muchas emociones en tan corto lapsus de tiempo.

-... ¿Necesitas algo?

Miro su rostro y en sus ojos se encuentra un destello de preocupación, trato de sonreír y el pasa el dorso de su mano por mi mejilla.

-Me preocupas –comenta en un susurro.

-Es verdad que ahora... hoy, no me siento bien, pero, pero lo estaré y no sabes lo agradecida que me encuentro por la ayuda que me has prestado sin siquiera conocerme... estaré mejor, es solo un momento oscuro en mi vida que en algún momento se tendrá que disipar y llegara la alegría... es solo un momento.

Siento sus brazos alrededor de mi cuerpo y me siento segura, lo abrazo de igual manera mientras algunas lágrimas rebeldes se deslizan por mis mejillas, sin duda no podría haber encontrado una persona más amable que Antonio.
Me siento deprimida en los primeros días fuera de mi hogar, pero luego me acostumbro a la situación vivida; vivir con Antonio me da un cierto atisbo de libertad, me comporto como debería hacerlo, pero no es tan drástica la situación ¡incluso! Lo divertido de compartir los días con él, es aprender y hacer cosas que nunca pensé que haría, jugamos a los naipes en las noches, lo acompaño a talar troncos y en algunas de sus actividades diarias. No he recibido noticias de mis padres por dos semanas y quisiera decirle a Ignacio sobre mi paradero, estoy convencida que debe haber recibido la noticia de mi huida, a pesar de tener la certeza de la preocupación que debe sentir, no quisiera preocuparlo más con problemas que me concierne solo a mí.

Con el pasar de los días, como en un principio dije, la tristeza se disipa y puedo volver a sonreír en ocasiones, Antonio ha sido de gran ayuda y un buen compañero, incluso me parece, aunque suene descabellado, buena la experiencia por la que estoy pasando... alejarme del seno de la familia prestigiosa que llevaba el renombrado apellido "Riquelme" para solo ser Andrea Una simple mujer que sueña con escribir frases en poesías o cuentos a pesar de que me tomen por loca o inmoral el acto por la simple razón de no ser un hombre, Antonio me da cierta intimidad que me hace sentir libre y cómoda en las cuatro paredes que conforman "mi habitación" para escribir largos minutos y soñar despierta... lo que en la otra casona no me hubiesen dejado hacer. Al sentirlo tan cercano... me hace dudar de lo que podría llegar a sentir por él y eso, claramente me asusta. Sé que al cruzar miradas algo pasa en su interior y algo pasa en el mío, pero no se concretamente lo que es... es verdad que ha pasado a formar parte importante de mi vida, pero llevándolo a un romance... el merece a alguien mejor que yo, algo paso conmigo y Francisco me lo hizo ver al no quererme; él es un hombre que físicamente es muy guapo, pero si le desagrada algo solamente lo dice... yo claramente le comencé a molestar después de unos meses pasado nuestro matrimonio y no sabía por qué todas las noches me hacia la misma pregunta mientras sentía terror a que la oscuridad nos cubriera, sentía miedo de un hombre que me debería haber abrazado si tenía miedo, que debía darme su apoyo si me encontraba triste y que debía respetar mis decisiones, pero siempre me sobrepaso en decisiones y caprichos... y mi amor no pudo aguantar más de sus abusos, Francisco merece una mujer guapa y que se someta a sus peticiones y ordenes y sobretodo que lo ame más de lo que yo lo hice; Por ahora soy feliz en el lugar que me encuentro y con la compañía que me hace Antonio todos los días... aunque no sabría qué hacer si me volviese a encontrar con Francisco, aunque hui para no volver y esa decisión ya está tomada.

Escrito por: Pepa-shy.

Hola, pequeños y grandes lectores.

Espero que estos días en los que no hemos sabido nada del otro hayan sido buenos o que se les venga una buena noticia o un buen momento; Sé que el no actualizar seguido me traerá algunas consecuencias, pero creo que ya conocen la típica historia de la pequeña universitaria estresada junto a las montañas de tareas que nos entregan... espero que no se encuentren inundados de cosas como lo estuve esta semana.

Espero que tengan una hermosa semana, que lleguen buenas noticias y esperemos que me ponga las pilas para escribir un poquito más rápido... gracias por seguir lo que hago y nos leemos una próxima vez.

Se despide, Pepa. CAMBIO Y FUERA.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: May 01, 2018 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

¿El amor o la infidelidad?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora