Poéticamente incorrecto.

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Perdóname, pero hoy no vengo a hablar de ti,

tampoco de la lluvia que nos ha mojado en abril,

de que tanta agua nos ha hecho, por fin,

volver a encender nuestro añorado candil.

Perdóname, pero hoy ni tan siquiera vengo a hablarte a ti.


Hoy el papel será espejo,

en el que ver el reflejo

de mi vaso medio lleno.

Hoy vengo a mirarme sin miedo,

a gritarme todo lo que tengo

pero dejé enterrado hace tiempo.

Hoy vengo a ser poéticamente incorrecto.


A decirme que sé mucho más de lo que pueda aparentar,

que puedo hacer que desaparezca todo lo demás si la saco a bailar,

que a quien me tiene, siempre estaré dispuesto a escuchar,

y que, joder, yo también soy capaz de volar.

Que hay días que me levanto y me veo jodidamente guapo,

que se me da de lujo soñar de madrugada aunque no me entre el sueño,

que me gusta mucho cómo escribo,

y que realmente, creo que me la merezco.


Hoy he venido a decirme todo esto,

porque quiero y porque puedo.

Aunque posiblemente todo vuelva a la normalidad

y dé las gracias murmurando cuando alguien me venga a halagar,

o agache la cabeza cuando me miren a los ojos y me digan que soy de verdad.


Los cuervos empiezan a cantar,

las campanas vuelven a sonar,

y este será el epitafio bajo el que mi cuerpo yacerá.

Solo os pido que no me vengáis a rezar.

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