Sevilla #2

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Martes, 15:15



Casi con la velocidad con la que el sol aparece y se vuelve a esconder tras las nubes en un cerrado día de invierno, apareció en mi campo de visión.
Aunque hoy ni tan siquiera parecen nubes. Es como si la espesa niebla que reinaba al alba hubiese ascendido hasta alcanzar un inexistente techo. Como queriéndose llevar el Guadalquivir al cielo.



Luminoso, pero no cegador, sino más bien tenue.
Con el mar aéreo actuando como filtro, pensando que el resto de seres no están preparados para tal voluptuosidad.
Como si un niño lo hubiese atropellado torpemente con su pulgar, a fin de emborronarlo para difuminar su expresión.



Caminaba de forma moribunda, y casi antinatural; tal y como si estuviera atado al suelo pero luchara por su marcha continuar, siendo sus articulaciones estranguladas a cada paso que da.
Las piernas le temblaban y su cabeza estaba totalmente descolgada.
Sus pies aparentaban no tener ni idea de a dónde iban, pero sí su mirada. O era completamente lo contrario, ¿quién sabe?



Todo era caos y descontrol, hasta que pude vislumbrar sus manos. Firmes, pero sin lugar a dudas con una ternura y una calidez dignas del propio café, sostenían un libro del cual no conseguí llegar a leer el título.
Los dedos que lo abrazaban bailaban sobre él, martilleando su tapa al son de ritmos indescifrables. Cualquiera habría dicho que era el propio libro el que propiciaba el movimiento de dichos dedos, narrándoles su contenido en código morse, con la intención de ser leído sin necesidad de ser abierto, urgente por acabar con su propia vida.



16:04



Me ha parecido verlo adentrarse en la opacidad del río. Debo estar delirando.

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