Deseo

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Todos lloraban junto a Himiko por la muerte de Tenko y Angie, o por todo lo que habían pasado en general. Sin embargo, Miu se sentía incómoda, como queriendo llorar, pero no sabía como hacerlo. Miraba a su alrededor, como buscando algún tipo de soporte mental, y es cuando observa a Ouma, él lucía una cara muy seria para haber sido la persona quien provocó aquéllo; ellos eran los únicos, junto a Maki que no derramaron lágrimas ese día, pero no era porque no les importase, ellos simplemente eran diferentes al resto con respecto a la manifestación de sus emociones. Él la miró fijamente y enseguida pudo entender por lo que Miu estaba pasando, por lo que se acercó a ella y juntos observaron como los demás lloraban hasta que Himiko se quedó dormida.

Una vez todos se fueron a sus habitaciones, Miu hacía su mayor esfuerzo por dormir, pero la misma sólo daba vueltas, pensando en todas las cosas que habían pasado hasta el momento, y a su vez, no podía sacarse de la cabeza a Kokichi. Quería verlo, tenía tantas ganas de ello, sabía que era egoísta, pero en un juego como ése, nunca sabías cuando podías perder a la persona que querías, por lo que se levantó de su cama y se dejó guiar por su deseo, salió de su habitación y se dirigió hasta la del líder supremo.

Sabía que era tarde, y que lo más probable sería rechazada, pero tenía que intentarlo.

Tocó la puerta tres veces y en cuestión de segundos fue abierta. Iruma sintió como su corazón saltaba de alegría cuando vio hacia abajo al pequeño Kokichi.

—¿Acaso vienes por qué andas con ganas? Incluso has venido en ropa interior —Le dijo en tono bromista, aunque él supo, por como reaccionó Miu, que no se había dado cuenta que olvidó ponerse la ropa cuando salió de su habitación, tan torpe, tan ella.

—¡Y-ya quisieras, ni que pudieras satisfacerme! —Se defendió algo tímida mientras se tapaba un poco con sus manos.

—Sabes que soy todo un experto en cuanto a mentiras se refiere —le respondió confiado—. Por eso sé lo pésima que eres mintiendo —la sonrisa de Ouma no se borró en ningún segundo. Él tomó el brazo de Miu y la atrajo hacia dentro de su habitación, ella gimió sorprendida pero no opuso resistencia alguna.

—¡¿Q-qué quieres de mí?! —Le preguntó Miu tras observar como cerró la puerta—. A-acaso tú... —Iruma casi no podía hablar del montón de perversiones que estaba pensando en aquél momento.

—Esa pregunta es la que debes responder, después de todo fuiste tú quien vino aquí, cerda inútil —le dijo provocando que Miu se pusiera más roja de lo que estaba, además que no tener su ropa la hacía sentir menos confiada.

—Pues yo... mmm... quería verte —admitió mientras tomaba un mechón de su cabello y cerraba sus ojos; no podía mirarlo de frente, a pesar de que eran obvias sus tendencias masoquistas, Iruma tenía miedo al rechazo. Pero cuando sintió la mano de Ouma rozar con la suya para también tomar el mechón de cabello, abrió sus ojos sorprendida, si no fuera por su diferencia de altura, estaba segura que podría sentir su respiración. Sin embargo, con el simple rose de su mano era suficiente para hacerla perder el poco control que tenía.

—Iruma-chan, eres tan fácil de leer —le dijo en un tono de voz bajo con una sonrisa victoriosa, y aprovechando la vulnerabilidad de la rubia, la empujó un poco hasta acostarla sobre su cama y quedar justo arriba de ella; se acercó a su rostro, de alguna forma tenía que tomar el control siendo tan bajo, y tomó ambas manos con las suyas para tenerla más aprisionada—. Quieres más que eso, ¿no? —le susurró con una voz malévola, pero a la vez sexy y seductora, algo que no podía evitar hacer sentir excitada a Miu, a quien se le hacía ya difícil respirar, Kokichi sonrió complacido por la reacción de la rubia y a la vez que sentía como intentaba suprimir sus deseos apretando con más fuerza sus manos. Desearía poder continuar con ello, pero le divertía ser el malo de la historia—. Lástima que ya tengo sueño —manifestó para rápidamente soltar sus manos y acostarse a un lado de ella, dándole la espalda.

—¡E-eres un desgraciado! —Exclamó de coraje—, ¿cómo te atreves a dejar a la más hermosa genio de esta manera? —ella se quejó, más sin embargo, Kokichi no se volteaba.

—Sí, sí, ya duérmete, y espero que no ronques porque no dudaré en tumbarte de la cama —le dijo simulando una voz molesta, con sus ojos ya cerrados.

—¿¡E-eh?! ¿Estás diciendo que puedo dormir aquí... contigo...? —El humor de Iruma cambió rápidamente a uno muy sorprendido pero tímido, ya se encontraba nerviosa jugando con su propio mechón de cabello.

—Me sentiría mal al abandonar a una perra como tú que ha venido buscando compañía, aunque claro, eso podría ser una mentira —respondió aún sin abrir sus ojos. Iruma por su parte, se acomodó en su cama y también le dio la espalda, algo nerviosa.

—Gracias —dijo en voz baja ya con sus ojos cerrados. Kokichi sonrió.

—Buenas noches.

Behind the scenes [Irouma/Oumiu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora