"Sip, creo que aquello era lo que te pareció" esa era la voz de Kendal, en uno de los pasillos del instituto tras haberle contado todo lo que ocurrió ayer en la habitación de Marta. "Blair está loquita por ti, y mira que eso es raro..." dijo lo último para sí mismo, pero alcancé a oírlo.
"¿Cómo has dichos?" gruñí molesto, aunque no tan amenazador como me habría justado. A fin de cuentas, nunca habría podido plantarle cara a Kendal, es decir, él practica boxeo mientras que yo... yo juego a escalar por el árbol de Marta.
"Solo me refería a que es raro de decir que está loca por alguien, es decir, más de lo normal" reprimió una risa y quise matarlo, lenta y dolorosamente, como diría Willow.
"Sí, claro" hablé cortante. "Y también es raro que esté loca por mí, ¿no?" recoloqué mi mochila sobre mi hombro y decidí acelerar el paso, pero en menos de dos segundos Kendal ya me había vuelto a alcanzar. "Qué pesado eres, ¿sabes?" lo miré sin mostrar gracia, o al menos, esa fue mi intención.
"Ya, ya" sacudió la mano derecha en el aire para quitarle importancia al asunto y me empujó hasta la entrada de clase.
No puedo mentir, por muy desagradable y ofensivo que me parezca la altura a la que llevan Karla, Lena y el resto la falda del uniforme, entrar al aula y encontrar a la primera hablando con Marta mientras ella subía su falda no me disgustó precisamente. Me acerqué con disimulo, sin poder despegar los ojos de Marta, dejando mi mochila sobre mi mesa. Por lo visto, Karla la acusaba de que parecía estúpida con la falda por las rodillas. No me malinterpretes, no comparto para nada su opinión, es más, es a esa altura a la que debe estar. No obstante, creo que todo ser humano disfruta con deleite que aquella persona que le causa "mariposas" en el estómago le permita apreciar un poco más de piel que de costumbre, así que no me juzgues, ¿vale, diario?
En la hora de lengua, pasó el milagro más increíble del mundo. La profesora nos dio la hora entera para adelantar nuestros trabajos. En cuanto lo anunció, a tercera hora de la mañana, me volví en mi sitio hacia Blair y señalé mi pupitre, viendo como el Putidylan y los suyos se arremolinaban en una zona cercana a su lugar. No está dentro de mis planes de vida soportar a Dylan una hora entera, teniendo un trabajo pendiente. Blair asintió y cogió sus cosas, depositándolas sobre mi pupitre.
"¿Cómo de importante puede ser que aprendamos la vida de estos autores del año vete tú a saber?" cuestioné, mostrando fingida indignación, mientras abría mi libro de texto por la página correspondiente a los autores importantes de la Edad Moderna.
"No lo sé" respondió la chica frente a mí, imitándome en el acto. "Pero el año es fácil de averiguar, tan solo mira el libro" había algo extraño en su voz, cerca del nerviosismo, lo que me pareció en el momento curioso y tierno a la vez, pero alejé rápidamente la idea, a fin de cuentas se trataba de Blair Steel.
"¿Ocurre algo?" cometí el terrible error de preguntar.
"Sí... bueno..." parecía titubear al hablar. "Me gustaría hablar contigo sobre algo" dijo finalmente, decidida, volviendo a ser la Blair nos conoce a todos y que muy pocos conocen en realidad, por triste que pueda llegar a sonar.
"Dispara" levanté la vista del libro de texto y la observé. "Soy todo oídos".
"Me gustas".
Y eso fue todo lo que hizo falta para que hubiera silencio absoluto, no solo entre nosotros dos, sino en toda la clase. Estaba ocurriendo, ese momento incómodo en el que elijes las peores palabras posibles para hablar y justamente todos deciden frenar el barullo para dejarte en una situación comprometida. A Blair no parecía importarle, más bien estaba muy tranquila, como si todo aquello ya hubiera ocurrido antes y estuviera preparada para escuchar mi respuesta, fuera cual fuera. Pero, ¿y yo? Yo estaba muerto de miedo. ¿Qué le decía? No creí que aquel día fuera a llegar tan pronto. ¿Y ahora? Apreció a Blair, pero llevo colgado de Marta desde hace tanto que ni me acuerdo. Puede que mi afán por ella comenzara años atrás, en primaria, pero ahí tamboén comenzó mi extraña amistad con Blair, y por mucho que quiera a Marta, a ella también la aprecio.
ESTÁS LEYENDO
Diario de un pervertido
Teen FictionConnor Hunter, más bien conocido como el chico MÁS pervertido de TODO el curso. Pero, ¿y si en realidad él no es TAN malpensado como todos creen? O puede que sí, solo él y su diario lo saben. Porque... ¡Connor es la perversión personificada! Te invi...